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Capítulo 5: Lentitud

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-Vaya con lentitud.  Deseo disfrutar del paisaje.

El cochero obedeció la orden del joven Stefan.  Su padre y él vivían en un barrio bueno pero no lujoso.  No tenían ascendencia noble pero si mucho dinero, y eso les colocaba en una particular posición en la escala social.

De facto Stefan sería un soltero codiciado si no fuese porque ya estaba comprometido y muy en serio con ese enorme hombre negro.

No se veían muchos hombres de color en Londres, pero nadie cuestionaba la valía o la igualdad del hombre. 

Daren era un príncipe y un caudillo.  Un guerrero, un noble y un superviviente y actuaba como tal.

Tenía la firme creencia de que uno era su actitud.  Aunque acudiría como testigo al juicio contra Evan, él había encarnado desde el principio en si mismo su personalidad de príncipe y conversado en persona con la misma Reina. 

La conversación había sido fructífera.  Su pueblo tenía el destino inevitable de caer ante el hombre blanco pero podía lograr que fuese con mejores condiciones a una invasión violenta.

Stefan se mordió las uñas.

Daren era muy respetuoso.  Mucho.  Le trataba como a una flor delicada.  Y a veces él deseaba que deshojase esa flor.

Quería sentir lo que su padre y su novio sentían.

El coche se detuvo.  Habían llegado al hotel.

Había olvidado a su carabina.  Aún así, entró decidido por las puertas de un cristal y se identificó ante el recepcionista.

Y subió hasta el piso donde Daren tenía una habitacion doble.

Se lo encontró molesto.

-Hola, Daren.

-Ese tigre estaba triste.  Necesita libertad.  Selva.

-Es salvaje.  Como tú.

Daren notó el para nada sutil cambio en el tono de voz de su omega.

-Pareces perturbado. 

-¿Por qué eres siempre tan respetuoso conmigo?

Daren se incorporó.  Llevaba un traje de levita azul ajustado y pantalones grises de pinzas, todo a medida.

-Porque lo mereces.  Tu padre tuvo una conversación conmigo acerca de las formas, usos y costumbres de tu pueblo.  En mi país ya te hubiese hecho uno de mis esposos y te hubiera hecho el amor.  Aquí las cosas son distintas. Y me gusta la idea de tener un único omega.

-Esto me tranquiliza, pero... pero a veces desearía que fuese un poco menos respetuoso.

-¿En qué sentido?

Stefan apretó su cuerpo y especialmente su miembro contra él del alfa.

-En éste.

Daren hundió la nariz en el hueco de su cuello y aspiró.

-Hueles a necesidad y eso hace que mi determinación flaquee.

-Todos los omegas con los que he hablado conocen el placer menos yo.  Y tocarme con mis manos no es lo mismo...

-¿Y quieres que yo te haga conocer ese placer?

-¿Quién si no?  Estamos predestinados.

-Esta noche.  Te invitaré a cenar.  Te daré lo que deseas.  Y luego te llevaré a tu casa.

-Lo quiero ahora.

-Lo mejor de todo es la anticipación.