Capítulo 25: El condón

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Victoria bajó a escondidas para ver los restos del baile.

Las criadas y los mozos ya estaban limpiando, y sus pies descalzos tocaron las maderas de las viejas escaleras.

La noche anterior todo había cambiado en su interior.  Sentía como si todo su cuerpo cantase y a la vez estaba asustada.

Su matrimonio era un asunto de Estado.  Estaba comprometida y no podía echarse atrás.

Pero Cathleen le había demostrado cosas que no sabía.

Su educación sexual se había basado en que debía casarse con un alfa preferentemente hombre.  Los matrimonios entre mujeres alfa no estaban bien vistos en Inglaterra.

Por supuesto Cathleen no era una candidata a esposa, pero faltaba un año para...

-Su Alteza, está en camisón y fuera de la cama.

Su niñera era ahora su principal dama de compañía y seguía tratándola como a una niña.

-Ya voy.

-Las señoritas decentes nada hacen fuera de su cuarto en la noche.  Además recuerda que hay  duendes y fantasmas. 

-Eso son cuentos de viejas..

-Niña, no estoy en contra de que tengas una amante, pero debes ser discreta.   Tu boda con Alberto, tus descendientes, serán quienes heredarán Europa.

-¿Por qué nunca os paráis a pensar en cómo me siento yo?

-Porque naciste Reina.  No tienes derecho a elegir.





Clive sonreía.

Y eso hacía feliz a William.

-¿Te sientes bien?

-Aun así.  Solo mareado.

-Eso esperaba.  Dejamos algo a medias en ese balcón. 

Clive se rió.  Tenía las mejillas enrojecidas por la ebriedad y la alegría.

-No estaba a medias.  Todas esas señoras...

-Hablé con Declan.  Quiero que él y Isaac vengan a cebar.  Conocerle de verdad.

-¿Aún tienes ese condón?

-Sí, claro.   Me costó lo mismo que un traje.

-Quiero verlo.

-No estás fértil.

-De lo mismo, quiero verlo.

William se levantó a regañadientes y volvió con una caja alargada.  Tenía grabados que si te parabas a analizar te proporcionaban una educación sexual medianamente aceptable aunque era obvio que quien lo había hecho tenía algunas problemas con las proporciones dado el enorme tamaño del pene de los alfas.

Lo abrió.  El condón era alargado y estaba colocado sobre una tela de seda roja. 

-Los había de lino, de tripa de cerdo y un nuevo material llamado caucho.  Preferí ese.  Este lazo en la base es para ajustarlo.

-Tienes un culo que ajustar. 

-Tranquilo.

-Vamos a probarlo.

-No estás fértil.

-Quiero probar.

William sacó el condon.  Obtuvo un nuevo ataque de risa de su marido al ver el trozo de lo que fuese colgando.

-Parece la funda de un pene vacío.

-Esa es la idea  -William ajustó el lazo en la base de su pene.  Eso le molestó.  Lo aflojó un poco pero entonces quedaba colgante.  Lo apretó de nuevo.

Clive se dio la vuelta.

Y Wiliam entró.

-¿Qué tal?

-No... no te siento.  Solo siento ese material.

William se salió y se desató el condon.

-A la mierda -dijo entrando en él sin nada.

Y Clive gritó con satisfacción.





-Tengo una duda -Clive estaba medio dormido contra su pecho.

-Dime.

-¿Qué he hace ahora con el condon?

-Se lava, se seca y se reutiliza.

Clive estalló en risas.  Otra vez.

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