Capítulo 16: Charlas

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-Bueno -Clive movió el pescado de su plato – llevan un rato ahí arriba.  Quizás necesiten un doctor...

Un adolescente de cabello revuelto y ojos abiertos como platos entró en el comedor sin pedir permiso, casi sin poder respirar.  Levantó la mano y señaló las escaleras. 

-Nicholas está en su biblioteca, acostado sobre el sofá con su novio encima, y gemían.

Los adultos miraron al prepuber sorprendidos.  Literalmente no sabían que decir.  Por su sonrojo y lo asustado que estaba sabía lo que había visto pero no había tenido aún su primer celo y no sabía muy bien que era eso.

William rompió el silencio a carcajadas.  Clive le siguió y Stewart no pudo evitar reírse con ellos.  Era la primera vez que se reía en mucho tiempo.

-Sube y dile a tu hermano que ya va a ir al altar con dos hijos y le agradecería sumamente no concibiera otro más en la biblioteca.

El chico se quedó callado.

-¿Le digo eso?

Nicholas y Kieran ya estaban bajando las escaleras acelerados, con la ropa arrugada y expresión culpable.

Nicholas miró a su padre.

-Perdón...

-Tenéis que casaros inmediatamente.  La conexión entre vosotros es demasiado fuerte para que podáis contener nada.  Mañana al amanecer os quiero aquí a los dos.  Arreglaré las cosas.  Ahora, Kieran, ve a tu casa.  Si sigues aquí, arruinarás la castidad del día previo a la boda, hijo.  Nicholas, ve a tu cuarto.

Kieran se sonrojó.  Stewart se levantó para abrazarle.  Era feliz sabiendo que su hijo sería feliz.

Nicholas le ayudó a volver a sentarse.  La camarera recogió la mesa y pasaron al salón.  Todos se decidieron por té aunque lo tradicional era licor y fumar. 

-Buenas tardes, señor Stewart... ya he acabado el libro sobre botánica que me dejó.   Me pareció muy interesante... oh.  Perdón.

-Tranquila, Ella, es un muy buen amigo y su esposo. ¿Vas a quedarte o solo vienes de visita?

-Vengo a ver a mi madre y me voy.  Hay mucho trabajo hoy.  Muchas cenas.  Mucho trabajo en la cocina...

Cuando Ella se fue, William le miró.

-Ella te gusta.

Bianca empezó a llorar.  La niñera entró en el cuarto pero Clive la detuvo.  La sujetó en brazos.

-Iré a calmarla mientras habláis.



Nicholas y Stewart se quedaron en silencio.

-No vuelvas a decir eso -dijo Stewart.

-¿Decir que?

-Ella me gusta... quizás, si, no se.  Desde que me divorcié ella pasa mucho más tiempo aquí, hablamos, es maravillosa, es joven, es guapa y yo soy un viejo tullido.

-Soy cinco años menor que tú y mi marido veinte más joven que yo.  Decidí que la edad no importaba si se es lo suficientemente fuerte y capaz como para luchar por lo que amas.

-Me sorprendió que te casaras con un hombre.  Siempre habías tenido esa relación tan venenosa con Elizabeth o mujeres de una noche.  Pero no un hombre.  Aunque me gusta mucho.  Se nota vuestra atracción, se nota vuestro amor y la niña es Preciosa.  Eres un hombre afortunado.

-¿Y quieres renunciar a eso después de toda la vida casado con la hermana de Elizabeth?

-Jamás le perdonaré que te presentara a esa perra.  Ahora estoy divorciado pero no te extrañes.  Soy viejo y mira, aún tengo dificultades para hablar, tragar, y moverme.

-Ella viene a verte.  Venía a verte, pude ver la decepción en sus ojos.

-Ella necesita un alfa, no alguien a quien cuidar.

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