Stewart Russell tenía dolor de cabeza.No era extraño después de la larga conversación con su hijo acerca de las finanzas familiares y cómo había logrado reflotarlas.
-Nicholas se ha ido ya. Tiene una cita con el Duque de Payne.
-Siempre me arrepiento de no haber sido el padre que merecía.
Ella se sentó junto a él.
-El alcohol nubla los sentidos.
-Eras una niña y viste lo peor de mí.
-Tu esposa siempre te decía que eso te aliviaría el dolor del hombro. Yo siempre escuchaba todo.
-El hombro... entonces creía que sabía que era el dolor.
-¿Fue en España?
-Sí, habíamos estado combatiendo a Napoleón por varios lugares pero me destinaron a Madrid por esa época. Fue una bala perdida. Me atravesó el hombro, entró por aquí y salió por aquí.
-No deberías haber perdido tanta movilidad.
-Se infectó.
-Empezaste a beber cuando volviste de Madrid.
-Me sentía fracasado. Un alfa inútil para la guerra y una esposa más preocupada por la moda parisina que por mis pesadillas nocturnas.
-No has vuelto a besarme desde que hicimos el amor.
-Cásate conmigo.
Ella abrió los ojos sorprendida. No esperaba tanto.
-Sí.
-Odio esto. Estoy bien. Quiero levantarme.
-No vas a hacerlo -Niall se dio la vuelta para advertir a su esposo.
-Estás de rodillas buscando Dios sabe que en ese baúl y mostrándome tu trasero. Ya estoy levantado.
-Por el amor De Dios, yo buscando paños de lino para masajearte y tú pensando en eso.
-El señor Russell está aquí.
Liam se incorporó levemente en la cama.
-Nicholas...
-Hola, Liam. Me alivia verte tan recuperado.
-Niall me cuida muy muy bien.
-¿Qué era eso que querías decirme?
-Tengo un regalo para tu boda. Y gracias por pedirme ser el padrino.
-Aún faltan unas semanas...
-He cancelado la hipoteca de la casa del Lago para que podáis celebrar allí vuestra boda y vivir y allí.
Nicholas se le quedó mirando.
Era su casa. Su hogar. Solo podía pensar en una vida con April, Kieran, Donovan y sus futuros hijos comunes ahí. Había estado mirando casas pero ninguna le gustaba. Porque ninguna era esa...
-¿Estás bien?
-Quiero la boda este fin de semana. Ya tengo el hogar de mis sueños y el omega de mis sueños. No quiero esperar.
-¿Ves, Niall? Tengo que empezar a levantarme.
Nicholas entró en el asilo. Apretaba la carpeta contra su pecho como nunca había apretado nada en su vida.
Esperó a que le atendiera la madre superiora.
-Vengo a llevarme a April.
-Sabes bien que...
-Mi licencia de matrimonio. Me casaré éste domingo en la capilla que hay en la mansión. La identidad de mi esposo y la firma del obispo.
La anciana sonrió. Había visto a Nicholas criar y amar a esa niña desde que el destino quiso que su madre faltase.
-Iré a por ella. Pero hasta el domingo...
-Vivirá con mi padre, su abuelo.
April no tenía muchas pertenencias. Pero nunca se había visto un brillo en sus ojos como cuando salió de la mano de Nicholas por los pasillos.
Una monja sonrió cuando se detuvieron frente a ella.
-April Russell. Adoptada.
Nicholas la tomó en brazos y ambos rompieron en risas.
Adoptada.
Aiden abrió las puertas de la capilla de palacio. De una de ellas.
Era pequeña y muy recogida. La figura de un Cristo antiguo tallado en piedra presidía un altar lleno de polvo y poco usado.
No era un hombre religioso. La religión había sido para él un yugo. La religión habían sido golpes por pecados imaginarios. La religión en su familia había sido dormir con las manos atadas durante el celo.
Entonces, ¿por qué esa necesidad de sancionar su situación con Cristopher frente a la Iglesia?
Había bebido mucho. Muchísimo. Quizás por eso si cabeza daba vueltas. De las literales y de las de pensamiento.
Se sentía mal viviendo con Cristopher sin la bendición de un sacerdote.
-¿Nunca voy a poder ser feliz del todo? -Le preguntó a la figura de piedra – No considero un pecado amar a mi hombre pero si no poder llamarlo mi esposo.
El Cristo no le respondió, evidentemente. Se dejó caer de rodillas frente al altar.
-Creo en la ciencia pero se que estás ahí, mirando. Mamá me lo repetía siempre. Quiero casarme con Cristopher. ¿Por qué la ley de la Iglesia lo prohíbe?
-No lo prohíbe la Iglesia, lo prohíbe la sociedad. Has tenido que leerte la Biblia michas veces. Dime en qué párrafo prohíbe que dos alfas se casen.
Levantó la cabeza. Un joven sacerdote le miraba.
-Dice que la finalidad del matrimonio es la reproducción.
-Nadie puede decir que no esperéis un milagro. No eres el único alfa con este dilema que conoce. Al final lo que importa es el amor y vuestra intención de formar una familia.
-¿Usted nos casaría?
-Ahora mismo si lo deseas.
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Cuestiones Victorianas ||Saga Cuestiones||Zarry||Niam|| Omegaverse
FanficVictoria ha sido coronada. Todas las parejas están en Londres. Comienza la fase más emocionante de la saga...