Capítulo 47: Oscuridad

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-¡Daren!

Stefan se hundió en el cuerpo de su hombre.  Tan enorme, tan protector.  Apenas se le veía como un copo de nieve sobre una montaña de ébano. 

-Necesitaré viajar a mi país, pero no hasta el año próximo. 

Stefan asintió.  Daren volvió a abrazarle.

-Haremos todo según lo planificado.  Nuestra boda en Londres.  En dos semanas entras en celo...

-Y buscaremos el bebé.

-No me moveré de aquí hasta que sepa que estás sano y salvo y nuestro hijo igual.  Entonces te quedarás con tu padre y su compañero.

-Es curioso que para ti no resulte extraño que ambos sean alfas.

-No era algo tan inusual entre nosotros, en la jungla.

Stefan no dijo nada.  Hablaba mucho con Daren pero también conocía las costumbres de su pueblo, y la poligamia que practicaban.  Su alfa le había jurado que se adaptaría absolutamente al modo de vida inglés, pero no pudo evitar sentir un escalofrío.

Aún faltaba mucho para eso.

Había escándalo en la calle.  Se buscaban y se detenían a quienes habían estado implicados en el atentado del muelle.  La gente lloraba a sus muertos.  Los cadaveres esperaban pacientemente dentro de ataúdes de madera barata mientras un médico confirmaba su muerte, un sacerdote les daba la extremaución y un juez daba permiso para su traslado.

La Reina había ordenado que sus cuerpos se exhibiesen en Westminster como tributo y capilla ardiente.  Al día siguiente la abadía acogería un entierro colectivo. 



Niall estaba sentado junto a su esposo.  Douglas entró tímidamente.

-¿Cómo está?

-Grave. Aiden le ha curado y le ha administrado Remedios para varios venenos pero no sabemos cuál es.

Liam estaba muy pálido y sudaba en frío.

-Yo... me siento mal hoy.  Iré a acostarme un rato.

Douglas estaba mareado.  No sabía porque pero apenas había dormido la noche anterior pese a que Charles había dormido con él.

Charles le hacía sentir seguro... como estaba nervioso le había dado una calada de una especie de cigarrillo de opio.  Al despertar, ya no estaba.

Era un hombre curioso, pero demasiado atormentado.

Se colocó la camisa de dormir.  Charles había olvidado algo.

Era extraño.  Para haberlo olvidado, estaba como escondido en el suelo y tras un cojín.

Se arrodilló y abrió la especie de pequeño maletín. 

"Liam había sentido un navajazo y un pinchazo".

Había ampollas de opio preparadas en inyectables y también una bolsa.  Tenía un polvo blanco y olía a almendras.

Arsénico.

Corrió a la habitación de Niall.

-Ya sé cuál es el veneno.  Y se quien es el asesino.





Charles se colocó la chaqueta azul y se arregló el cabello.  La ciudad estaba de luto y llena de omegas llorosas como plañideras y alfas en modo de ataque, pero él simplemente iría a ver a su nuevo amante y mostrar sus respetos al antiguo.

No debían quedarle muchas horas de vida.

Ensayó su mejor cara de compungido.  Creó todo un discurso en su mente. 

Y salió a la calle.





Aiden llevaba una mascarilla.  Le había administrado remedio pero la zona envenenada alrededor de la herida requería extirpación. 

Niall sostuvo la mano de su alfa durante todo el proceso.



Douglas estaba esperando junto a las Fuerzas Reales cuando llegó Charles.

Éste pareció genuinamente sorprendido.  Maldito actor de mierda... deseaba golpearle.

Le arrestaron.  Douglas se levantó y trató de acercarse a él.

-¿Por qué lo hiciste?

-Por amor.  Le amo.  Y si él no era mío no sería de nadie más. 

-Pero era pasado.  Ahora tú y yo... bueno...  me amabas...

-Me gustaste.  Y más que fueses tan fácil y apasionado.  Pero si seguí viniendo fue por estar cerca de Liam.  Además, ¿Quién te querría?  Los betas os extinguisteis por algo.  Sois inútiles.  Como follar a un monstruo.

Un guardia le mostró la bolsa que Douglas había encontrado.

Si Douglas no lo hubiese visto el plan era obvio.  Thomas y Eire eran los siguientes.

Se lo llevaron.

Y Douglas se dejó caer en el sofá, mareado.  El mundo le daba vueltas.  Los milagros no existían.  Y aún menos para él.





Mierda.

Otra vez uno de esos desmayos.  Y no llevaba con él su chapa avisando de su enfermedad.

Timothy miró el techo. 

Una abadía.

Esta vez había sido en un sitio extraño.

Y estaba muy apretado.

Salto, tirando con él el ataúd.

-¡Estoy vivo! -gritó a la nada.  Solo había sido uno de sus desmayos.  Su pulso bajaba mucho y...

Y solo recordaba la explosión.

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