Capítulo 10: Padre e hijo

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William era incapaz de concentrarse en las palabras de Stewart. Algo de negocios y de que quería reunirse con él para hablarle de la decisión de su hijo de casarse, fecha prevista en dos semanas y...

-¿William? ¿Te sientes bien?

No. No podía apartar sus ojos de un chico vestido de estilo modesto y ojos bajos. Estaba acompañado de un alfa de aspecto duro y protector.

-¿Quiénes son?



-Declan Denkworth. Forma parte del círculo de alfas ricos y dominantes y el sobrino de Tomlinson ha decidido venir y comerse la sociedad. Es socio en negocios con el conde Malik.

-¿Y él omega?

-Sólo se que se llama Isaac y que nunca asiste a actos sociales por su condición de bastardía.

Clive se acercó a su esposo, buscando calor.

-William, me estoy sintiendo mal. Creo que al fin... -se acercó para susurrarle.

-Nos iremos de inmediato. Stewart, nos citaremos mañana en tu casa para conversar. Clive, necesito un minuto.

-Por supuesto.

William se acercó a Isaac.

-Hola. Sé que esta pregunta te va a resultar muy extraña pero, ¿cómo se llama su madre?

-Elizabeth. Es marquesa.

William se quedó paralizado. Clive le tomó el brazo. Se sentía realmente mal.

-William... Dios santo, eres igual que mi hija. Hasta en la forma de los labios.

Declan no dijo nada. Louis si. Se acercó a su tío.

-Lo supe cuando lo vi hace unas semanas. Hola, Isaac. Soy tu primo.

-Esta no es cuestión para debatir en un camposanto. Ven a mi casa por la tarde, por favor. Mi esposo no se siente bien ahora mismo.





Clive entró corriendo en su vestidor. Se cambio de ropa y se puso una toalla higiénica. Al fin, el sangrado. Le dolía el vientre. Tenía cólicos.

Su marido tenía un hijo.

Dejo de secarse el pecho y respiró hondo. Aún no lo habían confirmado pero había cosas que simplemente no necesitan pueblas.

William entró para comprobar si estaba bien.

-Ahora quiero que te acuestes un rato.

-Estoy sangrando mucho.

-Olvida ahora todo lo demás porque nada cambia entre tú y yo.

Clive bajo la mirada. William se la levantó.

-Mañana iremos a cenar a casa de los Stewart. Espero que te encuentres bien para entonces.

-Me duele.

-Te haré un masaje. Vamos a la cama. Te pondré algo caliente.

-Al fin estoy completamente recuperado.

-Aun falta el sangrado.

-William, tienes otro hijo.

-He tratado de centrarme en ti hasta este momento. Yo... no sé cómo nunca pude saberlo.

-Hoy hablaremos con él. Elizabeth debió esconderlo.

-Ahora quien importa eres tú. Dos gotas de láudano y una toalla caliente en tu abdomen. Y tú esposo. ¿Será suficiente?





-Harry.

Harry se volvió hacia Zayn. Parpadeó.

-Nos vimos ayer. Fuiste a ver a los niños.

-Si solicité la anulación, fue por algo. No te quiero lejos de mi. Te quiero a mi lado.

-Estás ebrio y son las ocho de la mañana.

-Porque ni se ni puedo vivir sin ti.

-Hazme un cortejo. En condiciones. Te recuerdo que actualmente la Reina es quien me concede o no el permiso para ser cortejado. Habla con ella.

-Me perteneces... y te pertenezco.

-No me cabe la menor duda pero no voy a ser yo él omega que consienta todas las infidelidades y desmanes de su esposo.





-Eres capaz de mantener la espalda muy recta.

Victoria le sonrió a Cathleen.

-Desde niña me criaron en la rectitud y en una extraña mezcolanza de lujo y austeridad. También en cómo disimular y manejar pistola, espada y puñal.

-La vieja monarquía inglesa, con su tradición de hacer a sus reyes pagar tributos en sangre.

-Las mujeres americanas. Pretenden saberlo todo.

Cathleen se rió y para Victoria fue un soplo de frescura.

Nadie la trataba nunca así, sin deferencia o como si fuese algo frágil.

Decidió que la invitaría al Baile de Verano.

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