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Capítulo 52: La boda de Stefan

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-¿Cómo debemos actúar?

-Como alfas. Que no se acuestan -respondió Cristopher – Stefan no me ha pedido nada pero ya conoces las normas de nuestra sociedad.  Y hoy no es día de romperlas.

Aiden acabó de abrocharse la levita con adornos de bordados dorados.  Llevaba un conjunto nuevo que le daba muchísimo calor.  A Patrick le había vestido de un modo más ligero.

Y el capitán llevaba su uniforme.

Le encantaba cuando llevaba su uniforme.

A todos los omegas les iba a encantar.

-Ahora vuelvo. 

Subió a su cuarto y abrió su maletín.  Se sirvió una medida pequeña de un tranquilizante suave.  Solía usarlo en casos de histeria.  Melisa, valeriana, una gota de láudano y un poco de brandy.

Le calentó el estómago y le dio una náusea.

-Vamos -dijo el otro alfa cuando bajó las escaleras -tenemos que llegar antes que la Reina.

Saint James había sido cerrado en parte al público para la ceremonia. 

Los Payne se vieron obligados a rechazarla por la salud de Liam, pero los Malik, como muchos nobles, si habían sido invitados.

Harry sonrió.

Estaba dos bancos apartado de su prometido porque no estaban casados aún.

Quería irse pronto.  Los niños eran demasiado pequeños y habían quedado en casa. 

Christopher besó a Aiden en el carruaje.

-Te compensaré.

-Deja de decirlo y empieza a actuar. Dijiste que nos casaríamos.

-Tengo que organizarme.

-Hazlo.

Cristopher bajó del coche y buscó a su hijo.  Él era el padrino.

-Papá -Stefan parecía feliz.  Llevaba una túnica blanca y una cinta de cuero atada a la frente.

-No entiendo esto de las bodas mixtas.

-Primero nos casaremos por el rito cristiano y luego por el barinés. 

-De acuerdo, yo...

-No comprendo como Aiden puede tolerar que seas tan poco abierto en tus sentimientos.

Cristopher tosió.

-No estoy listo para perderte.  No esperaba que tu alfa apareciese tan pronto.

-Viviremos cerca y tienes a Aiden.  Y a Patrick.  Nos veremos a diario.

-Pero eres mi único hijo y te vas...

-Perdón -alguien se acercó.  Pese a los casi veinte años transcurridos Cristopher le reconoció de inmediato.  Era Walter, su marido.  Su omega.  El padre de Stefan.

-¿Quién es?

-El hombre que se fue hace dieciocho años.

-Me llamo Walter y soy tu padre.

Stefan miró al omega con una mezcla de miedo y asco.

-Ya tengo un padre.  El que me crió.

Cristopher se mantuvo serio por su hijo.  No iba a reaccionar.  No iba a hacerlo. 

-La ceremonia va a empezar -dijo un criado.  -Victoria ha llegado.

Cristopher sostuvo el brazo de su hijo.

-Vamos, cariño.  Hora de entregarte a tu alfa.

La gente les miraba mientras hacían el pasillo.  Unos violines sonaban con la marcha nupcial y Daren esperaba en el altar, vestido al modo británico,  con traje negro y camisa, corbata y pañuelo blanco.

Stefan se colocó frente a Daren.

Y olvidó todo lo demás.

El sacerdote les unió primero en matrimonio.  Intercambiaron los anillos.  Leyeron los votos.

Luego el puesto del sacerdote lo tomó un chamán.  Stefan pudo pronunciar sus votos en barinés, lengua que dominaba como tantas otras. 

Estaban casados.

Y Aiden había seguido con la mirada a ese Walter durante todo el rato. 

Cuando los novios se besaron siguió un impulso y besó a su otro alfa.

-Aiden... sabes que no.

-Ahora ya está hecho.  Vamos o llegaremos tarde a la comida...

La gente comenzó a emitir gritos de asombro y Cristopher comprendió porqué nadie se había fijado en el beso.

Un elefante con la cabeza coronada de joyas estaba acercándose a los novios que fueron aupados hasta ser llevados a su banquete de bodas.