Capítulo 30.

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Skyler Hopper.

Salgo de la habitación de mi abuela encontrándome con Sebastián, no es raro que él esté aquí, ha estado frecuentando a mi abuela desde que dejó de lado su alocada vida de mujeriego rebelde, quizá ella tiene que ver con esto.

-¿Y mali? -Me pregunta.

-Recién se queda dormida lo siento. -Digo terminando de cerrar la puerta.

-Um, no importa, me quedaré a espérala. Vengo a invitarla a mi fiesta de cumpleaños.

-¿Estás jugando? Es hasta dentro de una semana, además será una fiesta de disfraces, no creo que mi abuela quiera ir.

-Bueno no pierdo nada con invitarla.

-A veces creo que te has enamorado de mi abuela. -Río.

-Mali es una mujer encantadora, pero la veo más como mi abuela, aunque gracias.

Sonrío negando y comienzo a caminar hacia la puerta de salida. -Saldré con Finn, pero te quedas en tu casa, si necesitas algo...

-¿Tú y Finn ya están bien? -Pregunta interrumpiéndome.

-He, si, creo. -Me encojo de hombros.

Oh dignidad mía, no te vayas que siento como te estoy perdiendo.

-Yo, te dire algo. -Dice cruzándose de brazos. -Finn nunca me ha caído bien.

-Venga, eso ya lo sabía.

-Pero te juro que no me gusta decirlo. -Ríe. -Se ve que realmente te quiere.

-Y yo realmente lo quiero a él. -Digo con una mueca al recordarlo, si, realmente vale la pena intentarlo otra vez.

-Eso es incluso más obvio. -Vuelve a reír.

-

Sebastián Ahmed.

Veo marcharse a Sky y regreso casi corriendo a la habitación de la abuela.

-¿Ya se fue Sky? -Pregunta.

-Si ya se fue.

-Hijo escucha, no estoy segura de que esto sea una buena idea.

-Mali, ¿es enserio? ¿Te vas a quedar con la duda de que ha sido todos estos años de la vida del hombre que amas?

La abuela se queda callada mirando el suelo.

-Es que no sé qué decirle. -Admite.

-¿Qué tal que cuando tenían 17 y le dijiste creer estar embarazada en efecto lo estabas?

Ella se queda callada al escucharme. -¡Oh vamos! Ayer estabas muy animada, ¿que pasó?

Ella voltea a verme con lágrimas en sus ojos. -El tiempo pasó, eso.

Dios ni siquiera puedo imaginar lo que debe estar sintiendo.

-Mali está bien si no quieres ir, tampoco voy a obligarte, claro que no.

La abuela se pone de pie negando. -Pero es que si no es ahora, no lo será nunca.

Sonrío y abro la puerta para que pueda salir. -Vamos, esta es nuestra abuela.

-

-¿Estás segura que es aquí mariquita? -Pregunto apagado el motor del auto.

-Si estoy segura, no he perdido la memoria todavía. -Se encoge de hombros y yo sonrío por su humor.

-Vayamos pues. -Digo abriendo la puerta del auto.

La casa es pequeña, luce pequeña y descuidada, nos acercamos a una pequeña puerta de barrotes y un pequeño niño que jugaba con un viejo balón se acercó a nosotros.

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