- No, Madeleine. Ese no es el cuchillo que debes usar - me regañó Erik por quinta vez.
Llevaba una semana tratando de comportarme como el tal Marius. Una semana soportando sus regaños y su mal humor. Cada vez que trataba de hacer lo que él pedía, lo hacía mal. Todo estaba mal, según él. Me decía que, si yo lograba actuar como ese hombre, la gente terminaría creyendo que yo era él aunque nuestro físico fuese diferente, porque Marius era más alto, más joven y sus ojos se veían menos verdes y más saltones que los míos.
Entonces, llevaba una semana escuchando hablar del tipo y fingiendo ser él.
Sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas y bajé la vista. No podía dejar de pensar que ese idiota estaba actuando como mi padre.
- ¿Ahora llorarás? - replicó burlándose.
Le miré con odio y mi respiración se agitó. Me levanté y tomé el puñado de cubiertos que estaban a mi izquierda y se los lancé. Ninguno de ellos le golpeó pero él me miró espantado y también se levantó.
- Que te parta un rayo, infeliz, búscate a otro estúpido porque yo me cansé... ¡Me cansaste!
Salí corriendo hacia el río. Aunque traté de mantenerme seria mientras le dije esas palabras, había gritado y llorado. Otra vez le mostré mi debilidad, otra vez lloré en frente suyo...
Durante esa semana, traté de suavizar las tensiones y puse mi mayor esfuerzo en tratar de cambiar su ánimo y hacerle sonreír. Pero él parecía odiarme y sólo recibía indiferencia y regaños. Ya no podía soportarle más.
Corría por la orilla del río y me tropecé con unas piedras. Caí estrepitosamente y me torcí el tobillo. Comencé a llorar con más fuerzas mientras trataba de masajear y aliviar mi dolor. Sentí sus pasos detrás mío.
- ¡Déjame en paz! - grité con voz gutural.
Me ignoró y se arrodilló a mi lado.
- Te has lastimado - observó con pena.
Me tragué las lágrimas, mis sentimientos, mi dolor, mi todo. Hice lo que Alice hubiera hecho en ese preciso momento: levantarse sola.
Sentí que iba a morir de dolor pero no iba a demostrarselo. Le miré con odio y él se puso de pie frente a mí. Era más alto que yo y creí que buscaba amedrentarme.
"No lo lograrás, no le temo a nada ni a nadie..."
Pasé por su lado y caminé con rapidez hasta la casa. Me quejaba interiormente de mi dolor y mi maldita estupidez. Me faltaban unos cincuenta metros para llegar. Casi... Casi...
Me caí. Era un dolor insoportable que ya no resistía. Estaba considerando arrastrarme hasta mi cuarto cuando sentí que sus brazos me levantaban. Me cargó como a una novia mientras yo le insultaba y me removía inquieta, tratando de liberarme de sus brazos. Él no dijo nada pero, mientras más me movía, más me apretaba a su pecho. Me quedé quieta porque ya no quería sentir el contacto con su cuerpo y traté de aligerar las cosas.
Entró en mi cuarto y suspiré. Cerré los ojos cuando me depositó con delicadeza en mi cama. Me quitó los zapatos con cuidado y se fue. Me senté y miré mi tobillo inflamado, teñido de color morado bajo la delicada media fina, casi transparente. Estaba a punto de levantar la falda para quitarme la media cuando volvió a entrar con una pequeña cazuela en las manos.
- ¿Y ahora qué quieres? - pregunté frustrada.
- Debes ponerte esto - respondió dándome el recipiente. Lo dejé en la mesita y me giré a mirarle. Parecía sentirse culpable - Lo siento.
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Lo que digas #1
RandomNunca imaginé conocer a un hombre así. ¿Es posible la felicidad para una persona rota como yo? ¿Será que puedo volver a enamorarme? ¿Será que él logre amarme alguna vez? Fanfic sobre "El fantasma de la Ópera" #1 en Thephantomoftheopera :D (01-2019...