Desperté con todo el cuerpo adolorido y el cuello marcado por la costura del sillón. Una gruesa manta me cubría y la gata me miraba con ojos grandes, sentada en mis pies. Miré fijamente sus ojos y descubrí que era cierto, eran del mismo tono verde que los míos.
- Aisha... También estás celosa, ¿verdad? - le sonreí al animal mientras me levantaba despacio.
Me giré y me encontré con la mirada de Erik. Se veía muy deprimido. Toqué mi cara y sentí mis ojos hinchados al igual que mis pómulos... Vaya aspecto debía tener.
"Así no conquistaras a nadie."
Abrí la boca pensando decir algo pero la cerré. No tenía nada para decirle. Me rasqué la cabeza, tal como haría un hombre indeciso y miré la hora en el gran reloj de pared. Eran las siete, bastante temprano para lidiar con los problemas que tenía.
Erik tomó aire y se acercó a mí, caminando despacio. Parecía a punto de pedirme perdón, de arrepentirse.
¿De qué me sirven sus disculpas si luego vuelvo a ser la mujerzuela que robó su reloj mientras le consolaba?
- No hace falta que digas nada. Volveré a ver la gran función - exclamé alzando la voz al decir "gran".
- ¿De qué hablas?
- Estaré aquí, con mi mejor traje, para ser tu padrino de bodas. No olvides que representamos una farsa.
- No habrá farsa ni boda. Todos moriremos. - pasó por mi lado y se quedó contemplando a la gata, la tomó entre sus brazos y comenzó a susurrarle.
- Habrá boda - aseguré mientras recogía mis cosas - No creas que ella permitirá que destruyas París.
- ¿Crees que aceptará? - preguntó con tono ilusionado, como un niño.
Sonreí pensando en lo infantil que Erik podía ser a veces. Saltaba de ser un monstruo temerario a un pequeño ilusionado, tan tierno...
- Claro que sí, Erik. Yo lo haría, aún sin las amenazas... - entré en el baño a vestirme con mi traje marrón, luego salí peinando mi cabello - Claro que lo que yo digo no importa.
- Importa lo que haces, no lo que dices, ¿entiendes, mujer?
No logré entender porqué dijo eso pero no iba a preguntarle.
- Lo que digas, Erik. - murmuré rodando los ojos - Voy a trabajar y volveré por la noche... Compraré algo lindo para la novia - terminé con sarcasmo.
- Eres la única persona que piensa en trabajar sabiendo que el mundo acabará - reflexionó sorprendido.
Reí nerviosamente. "Si supieras..."
- Lo sé. Si hubiese nacido hombre, sería millonario... Soy adicta a mi trabajo.
Él asintió con un suspiro y yo salí de la casa sin decir nada más.
Fui directamente al estudio, sin preocuparme por mi aspecto. Aún sentía la cara hinchada pero el frío de la mañana en mi rostro me alivió un poco.
Jacques y yo trabajamos con muchas energías, a pesar de ser lunes. El trabajo me hacía olvidar el drama Christine-Erik y, por alguna razón, me sentía feliz, renovada, vital. No perdía oportunidad para hacer reír a mi fiel ayudante con comentarios graciosos. Me pasé buena parte de la tarde en la tienda de pañuelos, riendo con los cotilleos de las señoras adineradas. Comprendí porqué Antoine prefería vender a realizar el trabajo administrativo.
Decidí disfrutar del que sentía que era mi último día de vida. Sabía que debería enfrentarme a Erik al final del día y, aunque no me hacía ninguna gracia, veía mi muerte como una agradable salida. Si él no lo hacía, yo lo haría. No veía otra solución...
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Lo que digas #1
AléatoireNunca imaginé conocer a un hombre así. ¿Es posible la felicidad para una persona rota como yo? ¿Será que puedo volver a enamorarme? ¿Será que él logre amarme alguna vez? Fanfic sobre "El fantasma de la Ópera" #1 en Thephantomoftheopera :D (01-2019...