Capítulo 47: Un cielo de fuego

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Una noche, alguien golpeó la puerta.

Erik leía un libro mientras yo veía la leña quemarse en el hogar, absorta en mis pensamientos. La gata estaba en mi falda y ronroneaba con tranquilidad.

- ¿Esperas a alguien? - me preguntó Erik levantándose despacio.

- No. Llevas una semana aquí y sabes que nadie viene a verme - respondí en voz baja.

Me pareció una exageración cuando Erik se paró junto a la puerta con el revólver, listo para disparar a la persona que estaba por entrar. Llevaba su máscara puesta. Suspiré rodando los ojos.

- ¿Quién es? - pregunté con voz gruesa y desganada.

- Soy Lucien D'Azur - contestó la persona del otro lado de la puerta. Reconocí el alegre y despreocupado tono de mi querido amigo, ese que me llamaba hermano.

Sonreí y le hice una seña a Erik para que baje su arma.

- Sí, Lucien, dame un minuto.

No terminé de hablar y Erik ya había subido la escalera como un rayo pero en silencio. ¿Pensaba esconderse?

Abrí la puerta y Luc entró sonriente.

- ¡Hermano! - exclamé con los brazos abiertos y nos abrazamos un breve momento.

- ¿Cómo has estado?

- Bien, bien... - fingí una sonrisa pero algo me dijo que no me creyó - Pasa, tomaremos algo.

- Está mi berlina ahí afuera con mi equipaje, no puedo demorarme porque debo buscar una posada - se negó rápidamente.

Comprendí que quería hospedarse en la casa pero no se atrevía a pedírmelo. Me miraba con esa picardía propia de los D'Azur. Sonreí de lado. Tal vez podría causarle celos a Erik y, en unos días, tenerlo a mis pies.

- Lucien - sonreí con bondad y puse una mano en su hombro - Eres mi invitado, quédate aquí todos los días que quieras.

- ¡No! No podría aceptarlo... - replicó meneando la cabeza con una sonrisa actuada.

- Si te vas, voy a ofenderme muchísimo... Tú me recibiste en tu casa y yo quiero hacer lo mismo contigo.

Lucien abrió la boca para decir algo pero detuvo la mirada en la escalera. Me volteé a ver y Erik descendía con arrogancia y lentitud. Se había puesto su máscara que le hacía ver, como solía decir él, "normal".

- ¿Quién es ese hombre, Marius? - preguntó con frialdad.

- Es Lucien D'Azur, Erik, es hermano de Antoine - respondí mirando de reojo a Luc, quien tenía los ojos entrecerrados en expresión de concentración.

Erik caminó hasta nosotros y tendió su mano a modo de saludo.

- Erik Dummont, un gusto conocerle.

- El gusto es mío, Monsieur Dummont.

Se contemplaron un momento fijamente y tosí discretamente para romper la tensión. Soltaron el apretón de manos y me miraron.

- ¿Cómo está la familia? - pregunté rápidamente.

La expresión de Lucien se ensombreció.

- Mi padre murió hace unos cinco días - respondió con tristeza.

- Lo siento mucho... - murmuré apretando su brazo.

- Creo que es mejor así, estaba sufriendo mucho - respiró hondo y sonrió - Voy a traer mis maletas.

En cuanto salió, Erik me miró con reproche.

- ¿Qué demonios hace él aquí?

- No sé, Erik, no lo sé. Pero no te preocupes porque confío en él - susurré.

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