Después de unos días siendo Marius constantemente, Erik y yo habíamos acordado que podría partir ese mismo día a Lyon. Entré en el comedor con alegría. El desayuno ya estaba servido.
- Buen día, Erik - saludé y él se acercó a mí lentamente. Nos miramos unos segundos y le abracé con fuerza. Apoyó una mano en mi cabello con delicadeza.
- ¿Segura no quieres que te acompañe? - susurró en voz baja.
- Estaré bien - respondí rodando los ojos. Creía que me había hecho la misma pregunta mil veces en esos pocos días.
Desayunamos mientras hablábamos alegremente. Pero pronto noté que su risa era un tanto fingida. Su buen humor era forzoso y mi ánimo también decayó. ¿Qué le sucedía a Erik?
- ¿Te sientes bien? - pregunté en voz baja, temiendo su respuesta.
- Sí, todo está bien - respondió con voz temblorosa.
- Volveré en dos días, Erik, voy a estar bien, sé cuidarme sola, no debes preocuparte - un nudo se formó en mi garganta.
- Sola en una ciudad que apenas conoces vestida como si fueses un muchachito rico... Y pides que no me preocupe. "Volveré en dos días" dices, como si fuese fácil para mí estar tranquilo sin saber si llegaste siquiera - replicó con amargura.
- Erik tú no lo entiendes. Mira, yo...
- ¿Qué es lo que no entiendo? ¿Y si no vuelves? Nunca sabré si te pasó algo o si, simplemente, has decidido huir para siempre de mi lado...
- ¡Ajá! - exclamé comprendiendo - Lo que te preocupa es que te abandone, ¿verdad?
- No, todo me preocupa. Todo lo que pasa contigo me preocupa, mujer terca.
- No deberías preocuparte por mí porque no soy ni tu hija, ni tu esposa, ni tu hermana... Sólo soy la que friega tus pisos, lava tu ropa y prepara tu comida. Soy tu sirvienta, Erik, no debes preocuparte por mí. Además, no olvides de dónde vengo, no olvides quién soy.
Erik se cubrió el rostro con sus manos, a pesar de llevar su máscara. Estaba llorando en silencio y yo no entendía porqué si sólo le había dicho la verdad. A menos que seas como Myriam Valerius, la servidumbre no te preocupa cuando tienes dinero.
- Ya basta, deja de llorar - le pedí mirando hacia otra parte.
- E-es que yo... T-tu eres m-mi amiga, no una sir-sirvienta - su voz sonaba como un lamento desgarrador - Me importas...
¿Importarle yo? No, ya había pasado por eso una vez y no volvería a enamorarme de nadie más... ¿Por qué los hombres insistían en molestarme con esas cosas del corazón?
Miré el reloj. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Faltaba media hora para que mi tren partiera. Debía salir en ese instante o no llegaría a tiempo. Incluso debería caminar rápido si salía en ese momento.
- Voy a perder el tren - dije mientras me levantaba y recogía mis cosas.
"Eres tan mala... Una cretina. El tipo te dice que le importas y tú le respondes esa estupidez... Idiota."
El corazón me latía muy rápido. Debía alejarme cuanto antes de él, debía encontrar a mi hermana lo antes posible. Salí de la casa y me puse mi sombrero temblando, aplastando el cabello que él me había cortado con cariño y cuidado.
Caminé con rapidez hasta la estación y traté de adoptar la seriedad, el carácter intrépido que Marius tenía.
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Apenas llegué a Lyon, corrí a la posada y no se acordaban de ellas. Tuve que esperar al anochecer para deambular por las calles. Quizá podía encontrar a alguna de ellas trabajando y preguntarle por Alice.
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Lo que digas #1
De TodoNunca imaginé conocer a un hombre así. ¿Es posible la felicidad para una persona rota como yo? ¿Será que puedo volver a enamorarme? ¿Será que él logre amarme alguna vez? Fanfic sobre "El fantasma de la Ópera" #1 en Thephantomoftheopera :D (01-2019...