Capítulo 20: ¿Drogar a los D'Azur?

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La mañana siguiente, me topé con la mirada de enojo de Antoine. Le resté importancia y conversé animadamente con mi hermana y mis sobrinos. Pero él mantenía su mirada. Luego ella y los niños se retiraron y sólo quedamos Antoine y yo.

- Antoine... Olvidalo, ¿sí? Estaba ebrio, no sé porqué lo hice - expliqué masajeando mi frente.

- No puedo olvidarlo. ¿Qué voy a comprarle a Alice? Nunca voy a encontrar algo que supere a traerle a su cantante favorita.

Resoplé levantando una ceja.

- Una joya... Nada mejor que eso, mi querido tío - murmuré sonriendo mientras me levantaba de la mesa.

Caminé lentamente hacia la sala y vi al persa ahí hablando con la misma doncella de la vez anterior. Entrecerrando los ojos, caminé hacia ellos. Al verme, la doncella huyó hacia la cocina, asustada.

- ¿Qué hace aquí? - le pregunté con sorpresa.

- Vine por usted - dijo con seriedad, dando un paso hacia mí.

- Bueno pues... Aquí me tiene - exclamé extendiendo los brazos.

El Daroga iba a decir algo pero mi hermana apareció rápidamente y él cerró su boca.

- ¿Quién es este hombre, Marius? - murmuró seriamente Alice, con los niños tomados de su mano, bajando por las escaleras.

- Es un antiguo amigo, Alice. Lo recibiré en la biblioteca - le expliqué con una sonrisa tranquila mientras apoyaba mi mano en la espalda del persa y le empujaba despacio.

Caminamos rápido hasta la biblioteca. Una vez dentro, cerré la puerta despacio y le miré con ojos grandes.

- ¿Qué quiere ahora? ¡Ya le he dicho que no sé nada de Erik! - susurré en voz muy baja, pegando mi oído en la puerta para saber si alguien andaba por ahí tratando de escuchar la conversación.

- ¡Ya lo encontré! Vive en el último sótano, tiene una casa allí.

- En el último sótano sólo está el lago, ¡vaya a otra parte con sus cuentos! - traté de poner cara de sorpresa.

- Usted sabe bien que hay una casa ahí abajo. ¿Sabe que Erik extorsiona a los directores de la Ópera?

Esto si me sorprendió. Entonces esa era la verdadera razón por la cuál querían vender. ¿Por qué Erik extorsionaba a esos hombres? Quizá no tenía dinero.

- ¿Cómo sabe que él hace eso?

- Porque él me lo dijo cuando fui a verle - explicó brevemente. Esta vez si me sorprendí.

- ¿Usted...? - apenas si podía hablar. ¿Ese hombre había entrado en la casa?

- Lo seguí y entré en la casa del lago - asintió.

- No vuelva a hacer eso, es peligroso - me acerqué lentamente a él y coloqué mis manos en sus hombros. Le miré desesperada pensando en la sirena - ¡Está jugando con el Príncipe de los estranguladores!

Si Erik había sido capaz de lastimarme a mí no quería ni pensar lo que podría hacerle al pobre persa.

- ¿Lo ve? Usted sabía de esa casa, siempre lo supo - replicó con tranquilidad - ¡Ayúdeme! Estoy seguro de que algo malo va a pasar...

"Si Erik cae, tu caerás y contigo vas a arrastrar a Alice."

- Usted dejará en paz a Erik o se las verá conmigo - le advertí con seriedad - Voy a matarle si alguien descubre a Erik por su culpa así que no vuelva aquí a implorar mi ayuda porque lo único que logrará será su muerte.

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