III

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{Bethany}

— ¡Bethany, Marny! —Se escuchó una chillona voz, y en efecto, era de April, la mano derecha de José Montés, dueño de la revista "Factor Wild".

No sé en qué minuto se le ocurrió elegirla a ella como su asistente, siendo que es una pu*a que no sabe nada de moda, fotografía o redacción. Sólo la ama porque es su amante y es hermosa.

Estúpida.

— ¿Qué ocurrió ahora April? —Hablé yo, ya que si lo hacía Marny, era capaz de propinarle un golpe en su perfecta cara.

—José las quiere ver ahora mismo en su oficina —Sonrió de una manera

¿Tierna?

Bien, a mí no me caía nada mal ella, pero su manera de ser y decir las cosas me enfermaba...

Bien, sí, me caía mal.

— ¿Y para qué? —Preguntó ahora Marny.

—Qué voy a saber yo... —La interrumpió mi rubia amiga.

—Ah, lo olvidaba. Es verdad que tú no sabes nada —Le guiñó el ojo y se dirigió al ascensor. 

Yo sólo le sonreí y fui detrás de mi amiga.

—Eres una mala persona, pobre April, no es su culpa ser así —Rodé los ojos y ambas reímos.

Presionamos el botón número 8, que daba a gerencia. Me intrigaba saber para qué nos quería José. Justo iba a tocar la puerta cuando escuché un "adelante" proveniente desde el interior de la oficina de nuestro jefe.

—Hola chicas, Marny Solorzano, Bethany Dumas. Gusto de verlas aquí— Se levantó de su asiento y nos extendió la mano a ambas.

Era un caballero de unos cuarenta aproximadamente. Era asqueroso saber que April, una chica de mi edad pudiera estar acostándose con él.

—Siéntense, siéntense por favor.

— ¿Y por qué estamos acá? —Preguntó ella, la rubia. 

Sé que trató de sonar simpática, pero sólo parecía una morsa tratando de dar a luz.

—Claro, vamos al grano —Juntó ambas manos en medio del pecho y tardó unos minutos para soltar lo que tenía que decir — Queremos incluir una nueva sección en nuestra revista Factor Wild, sé que ustedes no son encargadas de la redacción, ni de escribir artículos, pero esta vez quiero que tomen esa responsabilidad. Necesito que les demuestren a las mujeres del mundo que sí existen hombres exitosos que a la vez sean Dioses griegos.

— ¿Y cuál es el punto? —Pregunté, muy desentendida.

—El punto, Señorita Dumas, es que ustedes dos tienen que buscar a... qué se yo, médicos, dentistas, ingenieros, arquitectos, abogados, lo que sea, que parezcan tipos que también podrían ser modelos o estrellas de rock o cine, para demostrarle al mundo que las caras bonitas masculinas también tienen un coeficiente intelectual elevado, que también pueden conseguir éxito en la vida y ser grandes.

—Eso es algo que no se aplica a April —Me susurró Marny al oído y no pude evitar reír.

José nos miró casi matándonos con la vista, y yo le sonreí.

—Bien, acepto la oferta. ¿Con cuánto tiempo contamos para hacer esto? —Pregunté.

—Una semana.

El plan de 90 días [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora