Trentième Septième

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Estaba sentado al final de tan alargada mesa, llena de cubiertos de oro, de diferentes tipos de comida, de asados, de postres, de frutas, de brebajes alcóholicos. Escuchaba risas, escuchaba comentarios, intentaban establecer conversaciones con él, robarle una carcajada y distraerlo de mirar, una y otra y otra vez, los candelabros que colgaban del techo, de las múltiples pinturas que en su comedor estaban. Pinturas de él cuando niño, de él con sus padres, de él en Reino Unido. Pinturas y más pinturas, su alma intentando vivir en aquellas imágenes.


Su alma apestaba en ese momento.


Estaba rodeado de diferentes figuras del reino, tanto nobles como reales, donde la princesa Theodere estaba a su lado riendo, donde al final de la mesa estaba su padre sentado, donde a su costado lo acompañaba su madre escuchando tal conversación. Habían sirvientes a sus espaldas, mucho movimiento, con música de piano de fondo, esperando en otro salón una banda para celebrar con bailes. 


Se suponía que eso había deseado por mucho, que por eso luchó toda su vida, que tantos sacrificios tenían como recompensa aquella corona, aquella influencia.


Su corona le pasaba y se sentía solo entre tanta gente.


  —Rey Luke, ¿desea más postre? Este es su favorito—se acercó un sirviente ofreciéndole una bandeja donde Luke podía observar algo de chocolate, su preferido la verdad, aquel hombre no se equivocó en lo más mínimo.


—No, muchas gracias—murmuró con amabilidad, dedicándole una tímida sonrisa. El sirviente asintió y él volvió a observar la mesa, las personas, el candelabro, las pinturas y se volvió a sentir solo, total y absolutamente solo.


No tenía una real conexión con nadie en esa habitación.


Por otro lado, la alegre música hacía que todos en la cocina del nuevo palacio bailaran, alzando vasos con un alcohol de pésima calidad. Aquella cocina limitaba con el sector de descanso de los trabajadores del palacio, por lo tanto todo ese sector estaba completamente eufórico celebrando, bailando arriba de las mesas y jugando a ir a servir intentando no parecer borrachos. Estaban todos celebrando a su manera.


—¡Más acordeóooooon!—un borracho comandante en guerra requirió, bailando arriba de una mesa con una botella de vino en su mano.  A su alrededor, en el suelo, bailaban algunas cocineras disfrutando del honor de estar con Michael Clifford, probando suerte de llevarlo a la cama.


Como alguna vez se mencionó, el guardián evitaba visitar con regularidad el palacio del Rey Arthur con intenciones de evitarlo, pero las féminas presente en este estaban locas por él. Era guapo, era fuerte, además que estaría próximo a recibir un título sumamente importante, era un gran candidato con toda una vida en el palacio.


—Tienen que mover los piesss—arrastró las palabras otra vez y lo mostró en su posición arriba de la mesa, dando pequeños saltitos que hicieron que las cocineras a su alrededor, igual de borrachas que él, rieran e intentaran repetirlo.


Calum lo veía fijamente desde un rincón de la cocina.


¿Qué debía hacer? Él era un guerrero, un guardián que protegía a los demás, que tenía a su protegido en un salón a metros comiendo con otras personas. ¿Debía detenerlo? ¿Debía dejarlo continuar con su celebración?

Sword and Crown 》MukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora