Cinquantième Quatrième.

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Unconditionally acoustic, Katy Perry.


Fue realmente una tierna imagen para Luke y la reina Catherina, cuando abandonaron los aposentos de Michael una hora después, en donde dejaron al guardián durmiendo en su amplia cama junto a Edward cómodo entre unas almohadas. Había sido un gran susto y Michael había quedado más que agotado emocionalmente por este. Imaginar que perdía a Edward había sido una de las pesadillas más duras que le tocó vivir.


Ahora, lamentablemente, a Luke le tocaba enfrentar el momento que evitó por tal dura hora, donde su madre no emitió comentario por la íntima muestra de afecto que compartió con Michael, y que por supuesto, para nada correspondía a una muestra de afecto propia de guardián y protegido, rey y comandante en guerra, o amigo y amigo, más bien era otra mucho más profunda y especial.


  —Lo siento mucho madre. Aquello es repudiado y prohibido y lamento mucho ser partícipe en un acto así, pero no me arrepiento en lo absoluto. Me disculpo frente a ti por ocultártelo, no por cometerlo. Respetaré tu reacción y puedo soportar tu rechazo, pero espero que tengas consciencia que si este secreto traspasa las cuatro paredes de ese cuarto, el régimen será el perjudicado.


La reina guardó silencio ante las palabras de su hijo y esperó, esperó paciente a que este detuviera su explicación que ella no necesitaba. 


  —Te intenté criar en las dependencias de un palacio—comenzó la reina, deteniendo su caminar para asomarse entre el corredor y sus pilares, al jardín principal del palacio de su único hijo. Él la siguió—. Digo intenté porque nuestra existencia es sinónimo de esclavitud. No pude ser la madre que merecías, como tampoco lo fue la mía. Tu padre fue cegado por el poder y formarte como un heredero ejemplar, pero jamás se acercó a ti como debía hacerlo. Intenté educarte Luke, intenté estar ahí como una madre, viéndote en todo momento, socorrerte cuando caigas y rasmilles tu rodilla, cuidarte cuando hayas comido demasiado y te enfermes, leerte cuentos en la noche, acompañarte hasta que logres conciliar el sueño, enseñarte a pedir por favor y dar las gracias, lo bueno y lo malo. Eso deben hacer las madres pero fracasé, pues también debí ser reina, debía leer actas y debía viajar acompañando a tu padre, debía callar por los castigos que te daba injustamente y que jamás logré impedir, pues si me involucraba, seguramente hubiese recibido alguna clase de violencia. Prometo que lo intenté, que ese deseo de tenerte para mí, siempre existió, pero que nuestros roles y obligaciones jamás me lo permitieron de la forma que yo deseaba—los ojos azules de la reina se llenaron de lágrimas, mientras que Luke escuchaba atento sus palabras, intentando no interrumpir, a pesar que lloraba en silencio, temiendo lo que ella dijera—. Pero mientras yo no podía verte, Michael lo hacía. Él te socorría cuando te caías, te cuidaba cuando estabas enfermo y muchas veces él mismo enfermó, te contaba cuentos en la noche que Kabir le contaba y luego te los leía porque así lo ayudabas a practicar todo lo que le enseñabas. Él estaba ahí para ti cuando intentabas dormir, hasta que lo lograbas y él mismo te enseñó desde el primer momento, las cosas buenas y las cosas malas, lo correcto y lo incorrecto, pedir por favor y dar las gracias. Él estuvo ahí cuando yo no pude y estoy infinitamente agradecida de aquello...


—Madre...—susurró el rey en un hilo de voz, haciendo que la reina se volteara y que las lágrimas por fin corrieran por sus mejillas, teniendo contacto visual con su hijo.


—Luke, él te hizo la persona que eres hoy. No fui yo, no fue tu padre ni menos la corona. Él te hizo quien eres y juntos, se moldearon mutuamente para complementarse. No puedo impedir lo que sea que hayan comenzado a sentir por el otro, solo me queda guardar el secreto, sonreír porque eres feliz y aceptar que ya no me perteneces y que jamás lo hiciste, pues yo nunca estuve ahí para ti como lo necesitabas.


—Madre...


—Te amo Luke, siempre serás mi hijo amado y estoy realmente orgullosa de ti.


Y con eso Luke se acercó a su madre y se acurrucó en sus brazos, pues no se esperaba esas palabras ni menos tal disposición. Ella lo sorprendió, como siempre lo hacía, y por fin logró escuchar las palabras que por tanto tiempo esperó.


'Estoy orgullosa de ti'


. . .  



Luke estaba realmente concentrado leyendo unos importantes tratados de los límites del reino de Camberra. Estaba sentado en el escritorio que tenía en sus aposentos, con las luces de las velas iluminando las importante actas y con cada ventana con las cortinas corridas, pues necesitaba toda la luz posible. Él podía ver de vez en cuando como las ramas de los árboles se movían por los vientos de la fría noche, así que ni loco abriría una ventana para que ese viento apagara todas sus velas.


  —Aldea Therstorn límite con reino de Cairns —leyó en voz alta y se inclinó hacia su derecha, viendo en el mapa donde su ubicaba tal aldea y para ver las dimensiones de Camberra en comparación a Cairns, y como tarde o temprano, se unirían teniendo tres cuartos del continente oceánico.


Escuchó como abrían la puerta a sus espaldas pero no se volteó. Debía ser el guardia que custodiaba su puerta, con la leche tibia que solicitó. Era medianoche y aún Luke estaba trabajando, pero además, había preferido que Michael no viniera a sus aposentos aquella noche. Había tenido una dura tarde y se encargó que antes de la cena, estuviera al lado de su guardián, una nota donde le comunicaba sus deseos de que él descansara y no fuera a su habitación, que estuviera con Edward.


Escuchó al bebé llorar un par de veces, por supuesto, pero también escuchaba como Michael lo tranquilizaba con su voz y como charlaba con el niño. Eso le enternecía  y prefería no irrumpir la atmósfera padre e hijo.


  —¿Qué haces?—preguntaron a sus espaldas y Luke se sobresaltó un poco. Luego dos brazos estuvieron por sobre sus hombros y estos se apoyaban en el escritorio. Elevó su rostro con los molestos rizos cayendo por su frente y se topó a Michael, que veía el mapa curioso.


  —Estaba estudiando los límites del reino—contestó y logró que Michael bajara su mirada y pudiera conectarla con la de Luke.


—¿No quieres darte una pausa?—preguntó alejándose de Luke, para que este se volteara en la silla confundido.


—¿A qué te refieres?


La respuesta llegó con las manos de Michael en sus caderas, acercándolo a él mientras sus labios se encontraban. Bruscos, hambrientos y violentos. No se necesitaban más palabras ni más tiempo, ahora Luke iba a tener lo que por tanto tiempo deseó.


A Michael dentro de él.


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Sword and Crown 》MukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora