Quarantième.

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Inspiró profundamente con sus ojos cerrados, con sus manos sobre el escritorio lleno de actas y los nombres de importantes nobles. Exhaló con sus ojos cerrado también, ejerciendo fuerza en aquella superficie de manera.


  —¡ESTOY JODIDAMENTE SOLO!—gritó, empujando con sus brazos todos los elementos que descansaban en el escritorio. Elementos de plata decorativos, además de oro, se estrellaron en el suelo y sobresaltaron a los sirvientes presentes.


El rubio rey estaba furioso, estaba cansado y solamente esta era su primera jornada como mandatario. La noche anterior, a pesar de haber estado comiendo en una alargada mesa llena de gente importante, se sintió solo y aquella mañana estaba corriendo con la misma y desgraciada suerte.


Tomó de su cabeza la lujosa corona y sin pensarlo más, la lanzó a la puerta, haciendo se estrechara y que hiciera diferentes y pequeñas fisuras en la madera. Su pecho se movía de arriba a abajo y estaba más que furioso. Tenía muchas emociones que lo consumían, que lo dominaban y que no lo hacían sentir seguro, que lo hacían sentir un peligro.


Dos suaves golpes se escucharon en la puerta.


  —¡NO ESTOY PARA NADIE!—gritó con furia, lanzando a la puerta un solitario porta lápices de oro con incrustaciones de esmeralda en el.


La puerta de todas formas se abrió.


  —¿Qué sucedió aquí?


La voz de Michael logró captar la atención de Luke, quien levantó su cabeza y conectó su mirada con la del guardián, la de su comandante en guerra, que miraba consternado el desastre en el despacho real. Con lentitud, el pelinegro se inclinó y recogió la corona que estaba tirada a un lado de la puerta.


—Estoy solo...—la voz rota de Luke lo preocupó, y al dejar de observar la corona, se topó con unos cristalinos ojos azules y pronto lágrimas que comenzaron a caer por sus mejillas. El rey poco a poco comenzó a encogerse, para terminar con sus rodillas en el suelo.


—¡Largo de aquí, dejenos a solas!  —ordenó Michael con un grito y los cuatro sirvientes presentes, de inmediato corrieron hasta la puerta para hacer el abandono. El mismo comandante se encargó de cerrar la puerta, pero cuando se volteó para ver a Luke, no se encontró con su figura.


Con la corona en la mano, comenzó a caminar hasta el escritorio y se topó a Luke sentado en el suelo abrazando sus rodillas, llorando en silencio con su vista perdida. Su corazón su apretó.


Con cuidado, se sentó a su lado pero no estorbando en su vista, y dejó la corona entre ambos. Aquella situación le recordaba como era Luke cuando pequeño, lo sensible que era y que este era su estado final luego de ser fuerte mostrando demasiadas capas para evitar mostrar sus verdaderas emociones. Esta era la versión de Luke más vulnerable y que solamente una persona conocía, Michael.


  —Ayer, en mi cena, estaba sentado en una alargada mesa con 50 personas...—comenzó a murmurar el rey en un hilo de voz. Su espalda de movía irregularmente porque intentaba no expresar sus sollozos—. Habían más de 60 sirvientes y me sentía totalmente solo. Hay cientos de personas a mi alrededor y me siento solo. Miles de personas dependen de mi y me siento solo—sorbió sus mocos y en el rostro de Michael cruzó una mueca porque cada una de las palabras de Luke eran expresadas con dolor, con demasiado. El rey con lentitud, comenzó a voltear su rostro e hizo un contacto visual con su mejor amigo, con ese hombre que lo vio crecer, que lo ayudó a crecer y lo hizo consciente y responsable—. Y luego fui a verte a la cocina, y pronto no me sentí solo, me sentía bien, me sentía con alguien. Bailamos, celebramos y te acompañé a tu dormitorio cuando en realidad tu me acompañaste a mí, como siempre me has acompañado en la vida.

Sword and Crown 》MukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora