Cinquantième

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  —Huele mal.


Arrugó su respingada nariz y luego acercó al simpático Edward a su rostro. Su mueca se acentuó, aunque intentó sonreírle al bebé.


—Niño, lo único que haces es beber leche y apestas demasiado—se volteó y se topó con su escriba y la niñera que lo seguía desde hace una semana.— Por favor cámbialo y hazlo dormir. Creo que lo necesita. Cuando despierte, sabes que hacer.


—Lo que usted ordene, su majestad—se inclinó la niñera de Edward y recibió al niño en sus brazos.


Los días habían pasado en un pestañear, y hacía ya una semana que el rey Luke había tenido tal pesadilla, pero a la vez, había comenzado a desarrollar un lazo con Edward, el hijo de Michael. Por supuesto que el comandante no tenía mucho a lo que oponerse, prefería que Luke y Edward estuvieran juntos a escuchar al rey quejarse por el bebé, aunque podía confesar que no le agradaba mucho cuando Luke prometía malcriarlo cuando tuviera la edad suficiente. Michael quería que su hijo fuera alguien ejemplar, y no compartía mucho los planes de Luke que constaban incluso de enseñarle a sentarse en las escaleras, de cierta manera, para que el mundo pensara que se lanzaría.


Lo que le parecía adorable era que Luke en serio se proyectaba en Edward, y que aunque cueste pensarlo, el niño tenía una extraña conexión con el rey, incluso más de alguna vez, tanto Michael como Luke, conversaron en su cama con Edward en medio de los dos, donde hacía un vaivén entre los rostros de los dos hombres, para luego dormir, dejarlo en su cuna, y que Michael acompañara a Luke a su habitación y poder acurrucarse unos minutos, momento que ambos esperaban durante todo el día.


  —Buenos días rey Luke—el rubio volvió a voltearse y se topó a la princesa Theodere que le entregaba una reverencia, la que el rey, por supuesto, respondió y luego ofreció su brazo para caminar con su prometida, aunque aún no terminaba por hacerse la idea de ese punto tan importante.


—¿Cómo estuvieron sus sueños, princesa? Espero que no haya tenido pesadillas...


La princesa detuvo su caminar y, por consecuencia, Luke también lo hizo. Estaban en medio de uno de los corredores del palacio, frente al jardín donde había una fuente en el centro de los arbustos, punto que atrajo la atención de la princesa.


—La verdad es que no recuerdo mis sueños ni fantasías, pero si ayer tuve pensamientos bastante alarmantes antes de alcanzar el descanso. Pensé sobre que mi padre es el único familiar que me queda, pues como debe saber, mi madre murió hace un par de años—susurró la princesa, quedando frente al rey para continuar la charla—. Padre es un hombre de cincuenta años y está expuestos a problemas de salud por su edad, pero luego te recuerdo a ti. Rey Luke, eres mi prometido, en cerca de 5 meses contraeremos nupcias. Le daremos seguridad a nuestros reinos, pero también seremos compañeros en la vida. Lo que intento decir es que comienzo a sentirme muy cómoda contigo.


Luke abrió su boca intentando decir algo, pero luego la cerró. Suspiró y una sonrisa tímida se coló en su rostro, para luego guiar sus dedos con anillos, a las mejillas de la princesa y comenzó a inclinarse, atraiéndola a él. Cerró sus ojos azules y pegó sus labios a los de ella. Finos, con un sabor dulce, para luego moverlos en una sincronía lenta con la princesa, compartiendo por fin, un primer beso dentro de su relación acordada.

Sword and Crown 》MukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora