Paso el tiempo y la lucha fuera del castillo concluyo con la victoria de la guardia real. El Zar Alejandro exigió que se dejara a un prisionero vivo para interrogarlo, en privado tuvo la dicha de saber quién había ordenado el ataque contra su hijo Nicolau. Fueron hombres contratados para matarlo a él y a quien sea que estuviera a su lado. Pero el prisionero se veía asustado por algo ajeno hacia él.
— El miedo corre por cualquiera de las venas de aquellos saben que son culpables —Amenazo el Zar Alejandro mientras rondaba alrededor del prisionero, quien fue amarrado y suspendido en el aire por cadenas en sus brazos — Morirás. Dalo por hecho —.
— ¡A mí no me importa morir, lo que me da miedo es la criatura que estaba con su hijo! ¡Esa cosa no era humano! ¡Por más que le disparaban no cayó muerto sangraba cual cascada de sangre! — Gritaba el prisionero mientras temblaba de miedo y tiritaba los dientes.
— ¡Excelencia! — Bramo el prisionero — ¡Se lo suplico no me suelte para alimentar a esa cosa! ¡Degolladme! ¡Matadme! ¡Pero no quiero averiguar qué clase de monstruo usted tiene a su disposición! —
Ante esas palabras el Zar supo que algo había que no estaba correcto. Su hijo según lo dicho por los guardias fue rescatado por aquel cantante italiano del cual sospechaba. Ahora este había quedado como héroe por salvar a su majestad, pero en realidad eso hacia lucir a su hijo incapaz de defenderse y visto como un futuro gobernante débil. ¿Un vampiro quizás?
— Ya me has dicho todo lo que quiero saber — Se volvió a mirar a uno de sus soldados — Quiero que lo maten rápido, no quiero oír sus gritos esta noche — Después de su orden el prisionero sonrió tranquilo.
Esperando su muerte con felicidad sabiendo que no sería de manera tan horrible.
Pero en un susurro, a solas con su sirviente el Zar le dijo — Quiero que lo viole un caballo antes de morir, que le arranquen las uñas una por una, que le quemen los parpados y después rómpanle una pierna para dejarlo morir en el invierno —
¿Cómo un hombre podía ser tan cruel y despiadado? Nada más y nada menos que el propio Zar. Pobre hombre miserable. Sus castigos fueron dulcemente cincelados por su antepasado, el mismísimo y conocido. Iván el terrible.
Alejandro era un estratega nato, un padre horrible y un tirano, pero a pesar de toda la careta que tiene que mostrar a cada hora del día, también tenía sentimientos que esconder. Siempre estuvo acostumbrado al insoportable afecto de su hijo.
Preocupándose por él, asistiéndole sus heridas cuando lo requería, pero darle muerte a su hijo es algo que le enfurece de manera bestial. Odiaba que su hijo se viera débil en comparación de su padre, ya que eso lo hacía más propenso a sufrir atentados a su persona.
¡Claro que quería a su hijo! Pero eso no significaba que el fuera el mejor padre para su él. Su naturaleza estaba hecha, en medio año cumplirá los dieciocho, pero a medida que pasaban los años. Alejandro cree que su hijo puede que no llegue a la corona, los intentos por matarlo son más seguidos que antes.
¿Arriesgarse a comenzar una guerra con tal de matar a su hijo? ¿Qué tan idiotas podían ser los Patriarcas vampiros?
Estaba furioso ¿Acaso ellos fueron los responsables? ¿O los hombres bestia tal vez? Muchos enemigos en la mente y pocas respuestas. Si su hijo llega a morir tendrá que adoptar para heredar la corona a su sobrino, pero ya viene siendo tiempo de presentarle a su hijo una mujer para que dé a luz al siguiente Romanov.
Esa noche habría que presentarle futuros prospectos de mujer a su hijo. Alejandro sabe que debe conseguirle una buena mujer cuanto antes para que llegue al casamiento inmediato.
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"El Amante Del Zar" (Saga "Almas Gemelas" Libro 1)
VampireEl corazón late potente aquella noche de invierno, las copas con el vino rojo están goteando en la cama de seda y los gemidos de dos voces resuenan en la soledad del lugar, sensual, excitante, anhelante de placer no importan las horas que pasen. Hay...