Pasaron los días y pasaron los años. Suenan las manecillas del reloj más estridentes. ¡Tic tac! ¡Tic Tac! ¡Tic Tac!
Vladimir se fue con su amante a las colinas de Prada. Donde al fin pudieron reclamar el dinero que le pertenecía al vampiro por derecho. Cuando pensaron de que podían vivir, sorpresivamente el albino sugirió que pusieran unas parcelas de trigo y vino. Así podrían vivir bien. Trabajo de sol a sol que Vladimir no tendría problema en aprender a manejar.
Se hicieron de terrenos en los cuales comenzaron las siembras. El chico albino y debilucho que alguna vez fue el príncipe de las Rucias ya casi no estaba presente.
Ahora era todo un hombre, un hombre fuerte y de músculos pronunciados por trabajar en el campo, de brazos tostados por el sol de verano.
Construyeron con sus propias manos una cabaña en la que comenzarían a vivir. Un horno de piedra aquí, ventanas de madera por acá. Y cada mañana al despertar podían ver en frente suyo un lindo día reflejado en sus campos de viñedos. Todos los conocían como un tutor y su hijo adoptivo. Pero estos eran mucho más que solo una pareja. Eran amigos, eran amantes, eran confidentes, eran compañeros de trabajo y ahora eran dueños de grandes y bastos terrenos que les dieron buenas ganancias.
Ahora tenían mucho dinero, dinero que lo invertían y conseguían más parcelas, dinero que usaban para comenzar el comercio a otros países. Luca volvió a cantar, nuevamente quería darse a la tarea de volver a presentarse en teatros cantando. Pronto con el paso de los años juntos se volvieron. Las personas más acaudaladas de Prada.
Pero ellos no deseaban que eso se les subiera a la cabeza. Disfrutaban su compañía, Vladimir trabajaba todo el día en el campo y al regreso su querido Luca le esperaba con el almuerzo listo. El vampiro tuvo que aprender a cocinar nuevamente, desde que viven juntos tienen que repartirse las labores del hogar. Fácilmente podían contratar alguna criada y personal para tratar sus terrenos, ya que ellos decidían trabajar del siguiente modo. Luca trabajaba la siembra en la noche y Vladimir en el día.
Aunque el verdadero motivo por el que no contrataban a nadie era porque ellos adoraban acariciarse y tocarse ahí entre los viñedos donde nadie les veía ni les juzgaba. Donde más de una ocasión desearon tener relaciones, en donde podían pasar el rato charlando y dándose una caricia.
Como una pareja.
Su idilio amoroso iba más apasionado que nunca en ese momento.
La guerra de Crimea había comenzado poco después de que se fueron de San Petersburgo, tuvieron suerte. Ahora podían disfrutar más de su intimidad al máximo. Ocasionalmente el viejo amigo del vampiro les iba a visitar por las noches.
Fabio, quien estaba asombrado de que Luca regresara de Moscú con un humano con quien se fugó.
— El destino tiene maneras de trabajar, tal vez fuiste para salvar al príncipe de morir. Pero no esperaba que lo tuvieras de la mano dándole todo tu amor. ¡Siento envidia por ti viejo amigo! ¡Vives lo que todos los vampiros desean tener! Libertad de amar sin fronteras ni ataduras. Hicieron la cosa más loca que alguna vez yo pensaría que alguien haría. Pero... si estás seguro de que él te saca esa sonrisa que ahora tienes de manera constante en tus labios. Entonces me queda felicitarte Benet. ¿O debería decir Luca? —
Fabio era un buen amigo de ellos, de hecho este se casó con una vampiresa hija de un conde y los invito a la boda.
Jurarse amor eterno ante los vampiros y los humanos le hizo pensar en eso a Vladimir.
Era una realidad que dejaron de pensar hace unos años siendo pareja. Cuando Luca le comento que cuando se sintiera listo lo convertiría en vampiro.
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"El Amante Del Zar" (Saga "Almas Gemelas" Libro 1)
VampireEl corazón late potente aquella noche de invierno, las copas con el vino rojo están goteando en la cama de seda y los gemidos de dos voces resuenan en la soledad del lugar, sensual, excitante, anhelante de placer no importan las horas que pasen. Hay...