Las trompetas se escuchaban en el interior del palacio, lejano y distante, como la Marcha Miniatura de Tchaikovsky. La nieve crujía tras las botas del vampiro, las voces del coro del Zar resuenan fuertemente mientras Nicolau mira directamente a los ojos de Benet. Tan oscuros como la noche y tan profundos como un abismo tenebroso. Al observarlo mejor notaba que a medida que se acercaba podía notar la colosal altura del italiano. Sin mentir, su majestad podía decir que su estatura llegaba al pectoral bajo de Benet y eso es decir mucho ya que no se atrevía a querer tenerlo de frente en verdad. Eso y que ningún otro plebeyo se le puede acercar además de su corte, un total de menos de diez pasos de distancia.
— ¡No dé un paso más! — Exigió el príncipe demandante y el vampiro obedientemente detuvo su andar en seco. Permaneció con sus manos atrás en señal de respeto y le dio una pequeña reverencia solo moviendo su torso.
Bastante respetuoso y sin temblar o desviarse un centímetro de su reverencia mientras volvía a estar firmemente parado frente suyo.
— No puede acercárseme a más de diez pasos, a menos que sea parte de mi corte. Por favor comprenda — Pidió amablemente el príncipe, aunque en verdad se le oía receloso. — No deseo que se le aplique un castigo — Después el muchacho se alejó a unos pasos para permitir el avanzar hasta su lado lejano al vampiro y poder darle la vista del lago a su lado.
— ¿Se me puede aplicar un castigo con tan solo acercarme a usted? — Pregunto amablemente Benet, cuya voz era ronca y profunda, varonil y enervante que te acaricia los tímpanos en un suave susurro digno de un felino animal — Que pena su majestad — Aquella voz le provoca un pequeño temblor a la espina dorsal de Nicolau. Sensual. Con un tono juguetón que puede ponerte de rodillas temblando ante su envergadura.
Es como si cada palabra que saliera de sus delgados labios tuviera la habilidad de calar en lo profundo de sus tímpanos que logre desmayarlo y hacerlo caer entre sus brazos. Tal vez Nicolau solo se está haciendo falsas conjeturas pero ni por asomo D' la rosa parecía un simple cantante de Ópera.
— Si... — Dijo en voz un poco más baja, ya que la presencia de aquel hombre viril lo estaba haciendo sudar de nervios — Ciento cincuenta azotes por acercarse a mí y doscientos por acercarse a mi padre — Era una amenaza clara para Benet pero eso parecía no importarle.
— Auchi... — Dijo Benet, mofándose del castigo, Nicolau se sintió morir ante ese tono burlesco, era un ronroneo a su cuerpo, le hace flaquear, le enerva. ¿Cuántas palabras ha dicho y ya lo tiene comiendo de la palma de su mano? Con esa voz quien no. — Su majestad, no es por contradecirlo pero ciento cincuenta azotes por acercarme a usted me parecen un tanto extremo — Comento el vampiro. — En Italia tengo por cortesía acercarme hasta quedar a dos pasos de cualquier hombre y a lo mucho cinco a las damas — Después se acercó a la orilla de la piedra caliza que da a la baranda del río Moscova.
— La etiqueta aquí es diferente — Intentaba hablar Nicolau sin tener que tartamudear de nervios — Ni siquiera debería estarme hablando. Las cosas han de ser así aquí en Moscú — Dijo su majestad para después cubrirse mejor sus hombros los cuales ya estaban temblando por el frio, tomo su chal de terciopelo y se lo echó en los hombros. También para que Benet no viera que temblaba, hacia más frio que hace unos momentos. Como si un bloque de hielo hubiera sido colocado a su lado sin verlo. Culpa del cuerpo de nuestro vampiro.
— Entiendo su majestad, discúlpeme por mi atrevimiento. Pero no quita el hecho de que quiero hablar con usted — Su voz ahora quería insistir, cual niño pequeño que quería se le hiciera caso, ese tono que usabas para persuadir — ¿Le pido permiso? — Pregunto Benet.
Y ese pensamiento le provoco unos nervios, no se creía la insistencia que estaba teniendo aquel hombre y eso le irritaba y a la vez le gustaba. ¿Qué no ve que está al borde del desmayo? —De... de acuerdo... Pe... pero sea breve ya que si mis sirvientes me ven se escandalizarían — Dijo el príncipe y se sentó en la baranda congelada. Aunque la idea de tener un escándalo con aquel apuesto y moreno italiano, no se oía tan mal. ¿Pero en qué tipo de escándalo quería verse envuelto el príncipe con nuestro vampiro?
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"El Amante Del Zar" (Saga "Almas Gemelas" Libro 1)
VampirEl corazón late potente aquella noche de invierno, las copas con el vino rojo están goteando en la cama de seda y los gemidos de dos voces resuenan en la soledad del lugar, sensual, excitante, anhelante de placer no importan las horas que pasen. Hay...