Pasaron horas intentando encontrar un modo de fugarse saliendo del palacio. Al pie de la letra, una y otra vez. Una y otra vez. Especifico, preciso y necesario.
— Podemos salir por la noche, saldríamos por la parte trasera del palacio. No me llevare ninguna ropa y podríamos tomar el primer tren rumbo a San Petersburgo — Sugirió Nicolau. Benet negó con la cabeza.
— No es buena idea — Dijo Benet, nuevamente tintinea el espejo lejano.
—Si notan su ausencia antes de lo previsto no me dará tiempo de irme contigo. Mi cuartada no puede dejar rastros de vida — Dijo el vampiro para después ver al humano suspirar y mirarlo directamente a los ojos. — Mire, tengo la habilidad de volar. Sé que suena estúpido pero soy de los pocos vampiros que pueden desplegar alas. Es... algo nato en mí, pero esto no es tan sencillo de usar para mí. — Pero aun a pesar de que Nicolau deseaba saber más, tal pareciera como si ya se lo hubiera dicho mucho antes. Explicándole el tipo de poder que poseen los vampiros como Benet.
— Lamentablemente esta habilidad la tengo muy limitada. Y por eso no la sugerí, desde que llegue a Moscú no he bebido ni una gota de sangre humana y tengo que hacerlo para poder volar — Había pasado demasiado tiempo sin ese preciado elixir necesario para él. Tantos días.
Otro contratiempo. Benet necesita beber sangre humana al instante para lograr esto. Así que tienen que correr.
— Puede beber mi sangre, no hay ningún problema. Pero... pueden dispararnos desde las murallas, este palacio es una fortaleza desde dentro como desde fuera. Tú mismo has de ver que poseen mucha munición para acribillarnos hasta la muerte — Más inconvenientes.
— En cuanto a tu coartada, tenemos que desaparecerte, tenemos que convencerlos de una manera u otra que no eres el que me secuestrara — Nuevamente se quedaron callados, soltando una gran verdad.
Intentando pensar en que podrían usar para no dejar cabos sueltos para que el Zar no los persiga desde Moscú. Pero una idea surco fugazmente la mente de Nicolau.
— Podemos fingir mi muerte y también la suya — Sugirió el príncipe.
No era mala idea pero había que desempeñarla muy bien.
— Mire, creo que tengo una idea para esto. Podemos culparme contra una alta traición de parte del Zar. Dejare que ellos mismos me maten, o... eso les haremos pensar — Dijo el vampiro mientras piensa en un crimen que pueda usar que sea la pena capital cerrada por la ley. Y después miro directamente a su majestad.
—Hay pena capital para los atacantes directos contra la realeza, tenemos que pelear. Mire... podemos fingir pelear y forcejear. — Intento sugerir el albino —No es buena idea ser atrapados mientras nos ven acariciarnos, eso solo nos traerá más problemas. Tiene que ser convincente así que de ante mano. No se enoje por cualquier cosa que vaya a decir mientras peleamos — Dijo Nicolau. El vampiro asiente.
— Lo mismo digo, cualquier cosa que diga el día de pasado mañana, no será cierto, no lo haría para lastimarte de verdad. Pero tengo que verme como el peor bastardo que pueda existir. Tendremos que esperar un día más después de mi supuesta muerte. Entrare por tu ventana y te morderé para irnos de aquí. Voy a dejar litros y litros de sangre humana regada por toda tu pieza, tienes que parecer haber sido asesinado. O... puedo morderte y convertirte...— La mirada del chico permaneció impasible.
— No me siento seguro con ello... — Dijo Nicolau y después se abrazó a sí mismo, cubriendo los chupetones que le dejo el vampiro hace unos minutos mientras dejaban que se les fuera de las manos un poco de control y respeto por el otro. Pero no les molesto del todo esa sesión de caricias.
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"El Amante Del Zar" (Saga "Almas Gemelas" Libro 1)
VampireEl corazón late potente aquella noche de invierno, las copas con el vino rojo están goteando en la cama de seda y los gemidos de dos voces resuenan en la soledad del lugar, sensual, excitante, anhelante de placer no importan las horas que pasen. Hay...