"El Amante Del Zar" (Saga "Almas Gemelas" Libro 1)

Capítulo 14: Nuevamente nos conocemos.

Grigory pasó noches enteras en el precipicio, buscando entre los restos de la avalancha a su amo, escarbando con sus manos desnudas toneladas y toneladas de nieve, recorrió kilómetros sin comer, ni beber, su meta no descansaría hasta encontrarlo. Un humano cualquiera hubiera cedido hace horas con aquella titánica e imposible tarea, pero él tenía un deber, una misión. Su amo era libre, libre de fugarse con él, y jamás parara hasta lograr que ambos sean felices.

"Felices amo, felices siempre..."

Paso tanto tiempo en ese estado perpetuo de búsqueda eterna, que no notó como una tropa de cosacos había logrado darle alcance, Nicolau en la cabecilla para expandir su búsqueda por su amado, pero tenían ardua competencia, no contando los sirvientes que estaban relativamente cerca de llegar, pertenecientes al futuro emperador alemán.

Su tarea se veía imposible de acabar, entre los picos rocosos de la cima, solo el descuidado, olvidado, ignorado y repudiado brujo se aferraba al inexistente y sin futuro amor de su dueño absoluto.

En su desesperación, sabía que su adorado tenía que estar ahí, debe estar entre esa nieve. O todo lo que ha sufrido, lo sufrió en vano. Solo le quedaba seguir buscando.

Eso fue hasta que manteniendo silencio, comenzó a escuchar la nieve caer, se volvió a los lados, siguiendo el sonido, y a unos veinte metros de donde estaba, vio un brazo salir de entre las rocas nevadas, metiendo manotazos para buscar a que aferrarse que no fuera nieve suelta, Grigory, reconociendo el brazo moreno, con lujosas ropas ahora maltratadas por la humedad exige su derecho a seguir existiendo.

Rasputín sonrió, mientras ayudaba a la mano ajena en su libertad, lo desenterraba de toda la nieve encima, ayudado únicamente de sus desnudas manos, llenas de callos por tocar el hielo.

Cuando descubrió su hombro, ya era visible el rostro de Benet, lleno de golpes y cortadas por la caída, que no estaban curándose por la carencia de alimento. Cuando vio su hermoso rostro sonrió, estaba cubierto de nieve, su cabello negro con restos húmedos por igual, su mirada tal cual la recuerda, preciosa. Tomo por los hombros a su amo, intentando jalarlo, pero su objetivo se vio obstaculizado por un peso demasiado grande para ejercer fuerza, cuando vio la otra mano blanca, aferrada con sus uñas, enterradas en la carne de su amado, hiriendo su piel, supo de quien se trataba. Su sonrisa de alegría se volvió una mueca de ira.

Los brazos de Rogue se aferraban tercamente a su amado, negándose en esa vida, a separase de su lado. Grigory no hubiera podido solo, hasta que los cosacos le dieron alcance. Le apuntaron con los rifles, y supo que estaba en serios problemas. Un disparo de advertencia en su hombro lo distrajo lo suficiente.

—¡BENET! ¡Quítate! —Grito una voz, la del todo poderoso Zar, viendo a su amado, cuyo rostro estaba dañado. Nicolau pasó a prisas entre la nieve, empujando toscamente a Rasputín de su alcance y sujetando por cuenta propia a Benet, el albino de ojos rojos usaba una muleta en apoyo, seguía curándose de una manera rápida al ataque que le otorgo Hedricht. —¡Tranquilo amor! ¡Ya llegué, nos iremos pronto! —Tomo al moreno, y obviamente ayudado de sus cosacos y encabezados por Dmitriy debían darse prisa, cuando vio el cuerpo inconsciente de Rogue, Nicolau alzo su muleta y de un golpe logro apartarlo de Benet y pudiendo sujetarlo firmemente.

—¡Debemos irnos ahora! ¡La guardia alemana no tardara en darnos alcance! —Grito Vólkov, ha matado al tío y padre de Andrea, y en sus pertenencias yace el libro de Calabria, con ellos, al fin volverá a Rusia. Dmitriy tomo entre sus brazos al príncipe italiano y emprendieron la huida, Grigory quien se recuperaba del golpe desconocía otro camino, más que el de su amo, tuvo que seguirles el paso a los cosacos.