Capítulo 11: Puedes huir, pero nunca esconderte.

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Un largo trago se deslizo por la boca de su majestad. Un trago sediento. Un trago que deseaba llenase todos sus problemas.

Pero por más que beba, por más que llore. Su hijo no volverá mientras él se ahoga en alcohol. El Zar Alejandro jamás pensó que su hijo fuera asesinado. Jamás pensó que lo último que vería de su hijo era su rostro cubierto de lágrimas por obligarlo a fornicar con su prima. Pensaba invitar a su hijo a viajar a la India para que se sintiera mejor al decirle que iba a ser padre, que su legado como Zar era bien recibido. Que al fin después de tanto tiempo le diría "Te quiero mucho hijo".

Pero eso nunca paso.

Muy tarde se enteró que los sirvientes de verdad estaban tratando de envenenar a su hijo. Alguien los soborno para matarlo, algo era seguro. La familia real tenia tantos enemigos que averiguar quiénes fueron los responsables de los atentados contra su hijo le llevaría toda una vida.

¿Fueron humanos?

¿Fueron vampiros?

¿Fueron bestias?

Han pasado días. Días en los que el mismo Zar Alejandro torturaba con sus propias manos a todos los sirvientes. Con un fuete de cuero, con navajas, con lo que tuviera a la mano. Una vez con una botella rota, metiéndola en los genitales de los hombres y cercenando los senos de las mujeres.

Necesitaba saber dónde está su hijo.

Alejandro se encontraba en ese momento en frente de toda su corte y de sus familiares, en frente de la prima de Nicolau. Yvett, quien se ve preocupada por ver como el Zar se embriaga durante tanto rato, su majestad deja caer la botella al suelo haciéndola añicos.

Deja que el sabor agrio del vino cale en lo profundo de su garganta. Que pueda olvidar que su hijo posiblemente está muerto, o prisionero en algún lugar y fingieron matarlo ahí en su habitación. Pero el Zar no se quiere dar por vencido, hasta no ver el cadáver putrefacto lleno de moscas de su hijo el pensara que sigue vivo.

— Nico... mi hijo... ¿Tendrás hambre? ¿Tendrás frio? ¿Estas sufriendo mucho?...No volveré a pegarte...Te escuchare todo lo que quieras... Jamás volveré a contradecirte — Piensa para sí mismo el Zar mientras se cubre la cara con sus manos llenas se sangre.

Manchándose el rostro, cual mascara dispareja de maquillaje carmesí.

Acababa de dispararle a un sirviente que confeso intentar envenenar a su hijo y ahora estaban limpiando el cadáver. Su majestad desea volver a revivir al malnacido sirviente para volver a matarlo. Quiere desmembrar el cadáver, quiere morder con sus dientes la piel del cadáver y satisfacer la rabia que le consume saber que tantas personas bajo sus narices atentaron contra su hijo y el estúpidamente no escucho. — Perdóname Nico... — Llama cariñosamente por un apodo a su hijo que ya no puede ver, a su hijo que demostró odiar y que en verdad amaba con toda su alma.

Esta frustrado y desesperado, no es el mismo Zar que gobernaba a todos con puño de hierro, ahora es un delirante padre que castiga a cuantos ve ante sus ojos. Quiere llorar ahí mismo, quiere gritar, quiere matar a todos en la sala, incluso a su familia que son sus hermanos y a sus suegros por igual. Quienes se reunieron con él para decidir a quien se coronara en nombre de Nicolau.

— Alejandro querido hermano— Le llamo su hermano Nicolás Primero — Tienes que aceptar que Nicolau a fallecido. Ahora debemos poner atención en el futuro hijo de Yvett. Ella posee en su vientre al futuro Zar que heredara el trono. Tú mismo lo planeaste Alejandro – Dijo su hermano. Quien intenta acercarse a su hermano para ofrecer consuelo a su hermano mayor.

"El Amante Del Zar" (Saga "Almas Gemelas" Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora