Capítulo 8

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-Kendall -Escuché una voz femenina llamándome -Kendall -Abrí mis ojos lentamente encontrando a mi madre parada frente a mí -Cielo es hora de que te levantes -Me queje mientras me estiraba -Arriba -Dijo dándome una palmada en la espalda, suspiré, mire por todos lados de la habitación esperando encontrar a Verónica pero ya no estaba, sentía un leve dolor en mi abdomen provocado por sus brazos y un dolor incomodo en mi cuerpo por haber dormido en una misma posición en toda la noche, ¿Cómo se supone que debería de sentirme?, ¿Mal? Por ser un pañuelo desechable, ¿Bien? Por ser una buena persona, ¿Mal por ser buena persona con quién es mala conmigo?, ¿Que debería esperar a cambio?, ¡NADA! Regaño mi subconsciente.

-Nada -Repetí para mi misma, ella seguiría siendo una perra fuera o no fuera buena con ella.

Me levante de la cama hacía el baño, luego de medía hora en la ducha tratando de reflexionar mejor mis ideas en mi mente, consiguiendo un dolor de cabeza por el tema.

Salí de la habitación encontrándome a Verónica en el pasillo aún con su pijama puesta, el amarillo de sus ojos ahora parecían café oscuro, sus ojeras eran enormes y su rostro reflejaba la tristeza y el mal sueño que había tenido.

-Buenos días -Susurró bajando la mirada comenzando a jugar con sus manos.

-Supongo -Respondí pasando de lado hacía las escaleras, sentí su mirada sobre mi espalda pero no le di importancia, camine hacía el comedor encontrando a mis padres desayunando -Buenos días -Murmure para luego bostezar, comencé con mi desayuno observando a mis padres quiénes parecían preocupados y frustrados, preferí no preguntar pero se que tiene que ver con Verónica.

-Terminaste -Preguntó papá, asentí -Bien, vamonos -Me levante a despedirme de mamá para luego salir de la cocina hacía afuera de la casa -Y tu mochila -La recogí de entre medió de la pared y el sofá, papá me miro serio mientras negaba y luego suspiró -Eres un caso -Reí.

-Y Verónica -Pregunté luego de que pusiera en marcha el vehículo.

-Irá a ver a sus padres -Respondió con un poco de frustración -Tú madre vendrá por ti -Asentí saliendo del vehículo.

Las clases transcurrieron con normalidad hasta cierto punto, las perras lanzaron sus mordidas al verme entrar al salón, lo cuál ignore no tenia humor para escuchar sus estupideces, comencé a guardar mis cosas al escuchar sonar la campana, levante mi rostro al escuchar un tos falsa frente a mí, encontrando a la amiga de Verónica, que aún no identificó si es otra perra.

-Hola -Dijo con una pequeña sonrisa -Me podrías decir porque no vino Verónica.

-No lo se -Respondí mientras me levantaba.

-Por favor, ella me preocupa -Suspiré.

-En realidad no lo se, creó que es por sus padres -Suspiró.

-¿Se encuentra bien?

-En teoría -Hizo una mueca, no creó que le interese saber que anoche yo fui su pañuelo hasta quedarse dormida.

-Jazmín -Entro la perra mayor al parecer se llama Jazmín -¿Qué haces con eso? -Dijo señalándome suspiré.

-¿Con qué? -Le respondió.

-Con esa cosa -Volvió a señalarme.

-Es una persona no una cosa -Defendió, lo cuál me sorprendió bastante -Estoy hablando con ella, por si no lo notaste -Ella le miró incrédula como si se estuviera imaginando la rudeza de Jazmín.

-Es un niño por si tu no lo notaste -Porqué mierdas sigo aquí, pase frente a Jazmín dándole un buen choque de hombros a la perra -NIÑO -Gritó.

¿Odiarla o amarla?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora