XXĪ.- Entiende Que Yo Soy Tu Padre.

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"No hay perdón más grande que el que te dan tus padres"

Se me ha hecho una eternidad el estar aquí sentado esperando a que regrese él, ya intenté salir pero por más de que caminas sigues caminando y se te hace eterno. No hay ninguna salida.
Mi pansa ha comenzado a rugir ya, no sé exactamente cuánto tiempo llevó aquí, pero si que se me ha hecho eterno.

Sólo quiero que me perdone por lo que hice.

Acepto que realmente fui demasiado lejos, todo por mi orgullo.

Sentí que alguien me tocó el hombro, levanté la mirada lentamente y me tope con sus ojos flamantes pero, lo curioso es que está vez se encuentran tranquilos, relajados.

- Te traigo tu cena.- su voz sonaba calmada, supongo que ya se le ha pasado el coraje que hizo por mi culpa.

- No tengo ham.- no pude acabar mi frase por que mi estómago me delato.

Ésto es el colmo, querer decir que no tienes hambre y que se escuche el ruido de tus tripas es de lo peor.

Me puse rojo por la vergüenza, la verdad es que si tengo hambre pero, no se me apetece el hecho de comer.

- No te preocupes, ha todos nos pasa de vez en cuando.

Se sentó por un lado de mí y miro al frente.

Sinceramente no sé cómo vayamos a salir de aquí porque ya no está la puerta, otra vez.

- Es un portal.- miré hacia mi padre pero, él seguía con la vista al frente.

- ¿Eh?

- Que es un portal, cada Dios tiene un infierno pero, a final de cuentas son sólo un lugar sub dimensional porque el único infierno que existe es él que tu ya debes de conocer el cuál es el hogar de Lucifer.- su voz era calmada pero seguía sin mirarme.

- Ah, entonces ¿No existe esté infierno?

- Si existe, pero realmente no es de el todo un infierno, infierno es donde sólo hay oscuridad y fuego, un lugar en dónde van las almas que son condenadas, pero eso ya debes de saberlo tú.

- Oh.- volví a girar mi vista al frente, sólo veía hacía la nada.

- Brainius.

- Mandé.

- Quiero que te quede claro de una vez por todas que eres mi hijo, y que como tal yo te daré mi amor incondicional, eres un humano en eso hay verdad y quizás yo tampoco sé cómo cuidar a un niño humano pero aún así con el paso de el tiempo estoy seguro de que aprenderé.- tomó aire y lo sacó lentamente.- No es nada fácil ser hijo de un Dios ¿Sabes?, Muchas personas te criticaran por ésto y por el otro, se cierran en un mundo de ignorancia total y no ven más allá de lo que ya es algo común pero, ¿Sabes por qué critican algo que jamás habían visto antes?

- No, no lo sé.- la curiosidad comenzó a crecer dentro de mí, ¿Por qué dirá algo así?

Se giró lentamente y por primera vez desde que inició nuestra plática me miro a los ojos.

- Eso es porque les asusta lo nuevo.- contuve el aire por su respuesta ¿Por qué les daría miedo?, su rostro estaba totalmente serio, miles de preguntas comenzaron a formarse en mi mente, sin embargo continúo hablando.- Y algo nuevo es que un niño que era huérfano fuera adoptado por un Dios, es la primera vez que un Dios tiene un hijo humano, eso hijo mío es lo nuevo, no serás igual que ellos al contrario seras mil veces mejor de lo que ellos puedan a llegar a ser alguna vez.
Tampoco tendrás ni tienes el mismo estilo de vida que ellos, tu tienes aquí tus cosas, tu habitación y se te cuida de una buena manera.
No quiero ser tan duro contigo, menos  aún que no te acostumbras a está nueva vida tuya, sin embargo debes reconocer que lo que hiciste estuvo mal, y realmente yo, yo me llené de tristeza cuando supe que no estabas feliz aquí, en tu casa, porque esta es tu casa.- se detuvo unos instantes y sonrió.- y yo realmente estoy feliz de tener a un niño a mi lado, y no cualquiera uno muy curioso y alegre, uno que le gusta descubrir cosas nuevas cada día, estoy feliz de que seas mi hijo tanto como Engél como Brainius. Eres y siempre serás mi niño con tus efectos y defectos.

Se me formó un nudo en la garganta y otra vez lágrimas escaparon de mis ojos sin poder evitarlo, creo que se me está haciendo costumbre el llorar pero, realmente es cierto hice mal, tomé una decisión incorrecta y peor aún quise pensar y decidir por mi propia cuenta algo que a mi no me correspondía.

- Yo, lo siento papá.

- Sólo, no lo vuelvas a hacer, no tiene nada de malo si no quieres entrenar, sólo no te vuelvas a ir.

Su ojos se volvieron vidriosos y yo ya lo veía borroso, de verdad que fui un tonto al pensar así. Él abrió los brazos y sin pensarlo dos veces me aventé para abrazarlo.
Creo que al final de cuentas él lo único que quiere es ser un buen padre, tal y como debe de ser, siendo justo y recto, sabiendo cuando chiflar y cuando regañar.

Es a final de cuentas mi padre.

- Vamos, tienes que cenar.

Se levantó y a mí con él, hizo un chasquido con los dedos y aparecieron las puertas abiertas delante de nosotros.

Quién podría pensar que en un instante me diera cuenta de tantas cosas, quizás no se trata sólo de el simple hecho de ser un hijo o de intentar aprender las lecciones de la vida desde distintos ángulos. Es más que eso y cada vez me doy más cuenta de todo.

Cuando llegamos al comedor, se sentó en una silla conmigo en sus piernas.

- Vamos come que debes tener hambre.

Yo lo mire y vi su sonrisa, quizás es cierto que infunde respeto pero, conmigo se comporta de una buena manera, muy pocas veces lo veo sonreír con Storm, siempre está serio.

- Sí, por supuesto que tengo hambre.- su sonrisa se amplió mucho más por mis palabras.

Lección aprendida.




Un Ángel Sin Nombre (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora