Un Ángel Sin Nombre (Borrador)

XXVĪ.- Papeles Quemados.

"Quédate con quienes te amen de una manera incondicional, con tus errores y defectos, no con quienes simplemente dicen quererte por su beneficio propio. Puede que en un futuro cercano te apuñalen por la espalda de la manera más cruel vil que puedas imaginarte"

Mi primer día de escuela, fue fantástico, llegué a casa con una estrella dibujada por ser un excelente alumno. La maestra dijo que era demasiado inteligente para mi edad, que deberían moverme a un curso más alto, pero, realmente quiero ganarme por mis propios méritos el hecho de tener un puntaje alto, quiero ser digno de ese privilegio.

Cuando llegué a casa sonriendo, mi padre se dio cuenta en ese instante que a pesar de el riesgo que corría al ir a una escuela, fui lo suficientemente valiente para enfrentarlo. Lo mejor de la situación, lo logré, soy alguien que fue capaz de ir a un nido de humanos siendo un bicho raro para ellos. Lo triste, callaré para siempre mi verdad, mi manera de vivir. Para ellos siempre seguiré siendo alguien que vive de una manera lujosa, sin obligaciones, sin nada.

"- Son buenos para juzgar a otros, pero, no son capaces de darse cuenta de sus propios defectos hijo mío. Amigos en este mundo existen, pero son como un tesoro escondido en los rincones más profundos de la humanidad, a veces simplemente son los seres más oscuros y temibles que puedas imaginarte. Son capaces de destruir con sus propias manos, inclusive a su propia especie."

Esas fueron las palabras de mi padre, mientras plantaba una nueva flor en el jardín.

Esa rosa roja es el símbolo de mi inicio, de una nueva esperanza.

Una nueva vida.

Mi padre no me dejo conocer a mi tío, vino dos días después de mi primer día de escuela. Esa vez todos andaban vuelta locos, corrían de aquí para allá, inclusive me hizo colocarme un nuevo traje. Es como un uniforme de soldado, la camisa blanca de manga larga hasta las mano en un acabado triangular con bordes azules, por la espalda caían dos trozos de tela, como si fueran listones, un pantalón color blanco con el mismo acabado que en las manos. Eso sin contar la figura de estrella que tenía en mi pecho. Estaba hecha de oro, con detalles de plata y pequeñas piedras de 4 colores, una era roja, la otra azul, la siguiente verde y la última era amarilla.

"- Ese es el símbolo de mí descendencia hijo, es el escudo de mi familia y mí símbolo."

Ya ha pasado una semana, todo marcha bien. Noticias llegan y van, atiendo el jardín en las tardes y le llevo rosas a mi padre. Pero, el día de hoy  he pensado en hacer algo un tanto fuera de lo común. La última vez solo eran sus papeles y él. Por eso, ahora le picare las costillas jugando le una pequeña travesura. Yo voy a quemar sus papeles. Obviamente solo serán los más viejos.

Voy caminando a hurtadillas, lo más silencioso que puedo junto a mi fiel compañero. Vamos a realizar juntos la travesura como el equipo que somos.

Llegamos a la puerta de la oficina y extrañamente está abierta, eso es anormal, abrí más la puerta y entre. Es el momento de realizar mi venganza con sus papeles.

- Ven, ven pollito.- le comencé a hablar a mi fenix.- vamos ponte aqui.

Le señale el escritorio y se colocó encima de los papeles.

- Bien, escucha, solo sera un poco de fuego, no mucho. Esto es una venganza no un desastre total, ¿de acuerdo?.- mi fenix simplemente se movía de un lado a otro, creo que ni siquiera me ha entendido lo que le he dicho.- Vamos, fuego, fuego.

Y el fenix comenzo  arder en llamas, color rojo intenso, pero, demonios. EL fuego comenzó a expandirse y yo a entrar en pánico.

- ¡NOOOO!

Mi fenix comenzo a brincar a el mueble de libros y junto a él el fuego. Mierda, ¿Qué hice?

- No, vamos ven, ven aquí.

Le mostré una galleta y la comencé a mover de un lado a otro.

- Vamos, ven.

Se comenzó a acercar y cuándo estuvo lo suficientemente cerca, lo atrape con mis manos.
Salí corriendo, sólo espero que el fuego no queme toda la habitación.

He entrado en un estado de nervios mortal, no sé ¿cómo reaccionara mi padre con ésto?

Sólo me queda rogar y pedir perdón.

Tuve que fingir que todo el día he estado en el jardín, sin embargo dudo mucho que me crea.

Hay testigos, se que me vieron correr nervioso. Y es que estoy en un pánico total.

- ¡BRAINIUS LEXUM, VEN AQUÍ AHORA MISMO!.- la voz de mi padre se escuchó inclusive en el jardín. Me molesto un poco que dijera mi apellido.

Solté un suspiro pesado y me encamine cabizbajo hacia su oficina. Comencé a hacer mi puchero y puse mi carita de niño regañado.

- ¿Me llamabas padre? .- se volteo a verme con detenimiento.

- ¿Me podrías decir quién ha sido la persona capaz de realizar esta fechoría?

- No.- le dije lo mas seguro que pude.- Por supuesto que no sé quién sería capaz de hacer algo así.

Achicó sus ojos más, negó con su cabeza y suspiro.

- Tú, Tú de verdad no tienes remedio Brainius.- comenzó a avanzar hacia mi, yo por instinto comencé < retroceder con miedo.- Vamos, vamos a tu habitación.

Solté el aire que había contenido sin saberlo, ¿por qué?, fácil y simple, la última vez que actue mal resulte castigado en un infierno. Debo ser cuidadoso.

Avanzamos por el largo del pasillo ahora lleno de fotos mías y de él. Según el cuando yo crezca será totalmente orgulloso para el mostrar todas las fotos. Yo por el contrario pienso que es una pérdida de tiempo. En una de ellas salgo enojado vestido de marinero. Ese dia me obligaron a usar zapatos, por más de que me pidieron que sonriera yo hice pucheros.

- De ahora en adelante tú.- me señaló.- Y tu emplumado cómplice están castigados.

- ¿Como puedes castigar a un fénix?.- como lo haría, de verdad es posible.

- Sencillo, va a estar enjaulado igual que tú.- demonios.

Colocó una jaula de oro a lado de mi cama y encerró a mi fénix. Yo me quede de brazos cruzados en mi cama mientras lo observaba. Me lo merezco, pero no era mi intención llegar tan lejos.

- Brainius, deja de levantar tanto tu trompita.- mi padre me toco mi puchero y yo lo mordí.

- No estoy.- gire mi cabeza para no verlo totalmente indignado por su acción.

- Hijo, ¿Por qué razón hiciste eso?

- Por qué siguen siendo tus papeles y tú.

- Eso no es cierto mi niño, seguimos siendo tú y yo.- me abrazo y yo me recargue en él.- Sólo que ahora hay asuntos que deben ser atendidos, y yo no puedo dejarlos pasar mi niño. Tú sigues siendo mi pequeño niño revoltoso.

- Yo, no entiendo ¿Por qué me volví tan revoltoso?.- me detuve unos instantes, comencé a pensarlo mejor y me dio mucha nostalgia.- ¿Por qué cambié? Yo no era así. Era.Era un niño bueno.

- Eres un niño magnífico, y yo estoy orgulloso de tí.

- No he hecho nada para que lo estés.

- Fuiste capaz de sobrellevar la escuela, eso demuestra que eres valiente y optimista.

Sonreí por sus palabras, quizás sea verdad, no lo sé. Pero, sigo avanzando en la vida.

- Ese es mi pequeño campeón.