Tell The Angels No -MJ Fanfiction [#SmileAwards][Unwarrior2018]

Sorpresa

Las luces se prendieron de golpe y cada persona saltó de su lugar para darle la bienvenida a Alejandra quien estaba con sus manos en la boca sin poder creer nada de lo que pasaba. Y de lo que nunca imaginó iba a suceder pues lo que podría acontecer seguro, según ella, era una esperada cena que había terminado siendo todo aquello.

Aún más sorprendida que cualquiera, Joan miró tras sus espaldas viendo fijamente la gran pantalla que proyectaba a Alejandra y una dedicatoria bastante larga por parte de Michael.

—Os quiero toda su atención —habló Michael desde el micrófono.

—Joan... —Eduardo no sabía qué decir, en cambio ella sólo le miraba sin palabrear nada. Dándose cuenta que ya no había nada en su vida que la incluyese.

—Bien —sonríe y mira a Alejandra que está a su lado junto a la tarima—... Debo decir que estoy nervioso —toma su mano soltando risas al igual que los demás—. Yo espero que todo lo que vez ahora te haya gustado. En mi juicio no hay nada que pueda agradecer todo lo que has hecho por mí desde que nos hemos conocido en aquella audición. No hay forma de explicar lo que llego sentir cuando estoy a tu lado. Al parecer me desprendo del mundo para engacharme a ti de tal manera que he de parecer un asno pero lo disfruto —sonríe.

« Veo en ti algo majestuoso de mucha admiración y es que eres sencilla, humilde y preocupada por todos los que te rodean. Incluso de Javon —le causa gracia—. Perdona los desplantes, las caretas que aún sé que no consigues entender en mí pero eso tendrá lugar en un futuro para resolver las dudas. Jamás imaginé que mi amor llegaría desde tan lejos, desde un maravilloso lugar que tuve la oportunidad de conocer hace unos días.

« Ella es una hermosa chica que vino desde Venezuela para ayudar a un Americano a salir de su miseria.

Miró al público, con las luces encendidas se encontró con una mirada que le destrozó el alma. Con un semblante derrocado y unos ojos cristalinos que le rogaban dejar de hablar. Que detuviera todo aquello que con mucho orgullo salía dentro suyo pero, que a ella a duras penas le costaba respirar. Un pecho que subía y bajaba intentando controlarse para no acerca de sí un desplomo. Y dolía, verlo mirar así a alguien que no era ella le iba reventando arteria por arteria a su corazón y despacio, sin cuidados lo iba arrojando al vacío.

—Y-Yo —miró a Alejandra. Ella sonreía sin conocer nada de lo que realmente pasaba—... Tengo que responderte lo que me dijiste hace horas —ella frunció el ceño sin entender—. También te amo.

Su mano viajó a su mejilla, donde le miraba lamentando tanto el hecho de sentir tanto por otra mujer que destruída le miraba desde el fondo. Entonces, ahogando penas le besó. Unió sus labios en un beso que desfraudaba a un viejo amor, a un viejo corazón que con el paso de los segundos se desmayaba agonizando por presenciar algo que nunca pudo siquiera imaginar.

Narra Joan

Y perdí. Perdí lo que imaginaba siempre ser mío. Perdí sus palabras, sus hechos, perdí su amor por mí y ahora estaba naufragando en esa unión de labios que me dejó sin aliento. Ya no era cuestión de perdonar, de rogar por una mirada de amor o siquiera de lástima; ahora se trataba de unos ojos que veían a otros de la misma forma que algún día vio los míos, encontrando lo que hallaba en los míos o quizás más.

Salí corriendo de allí aguantando ese nudo que me quemaba la garganta, con mis mejillas mojadas y esa maldita sensación de que ya no quedaba nada por lo qué luchar en esta vida. Mostrándome tan débil a un maldito ser humano que le entregué todo lo que tuve a mi alcance y ahora nada más podía sustentar aquello con recuerdos, con eso que parecía doler más.

Juro por Dios que he intentado superar toda esta porquería que logre vaciarme encima hace tantos años y que hoy, a pesar de limpiarme sigue cayendo basura encima de mí; traté de llevar una vida lejos de él y borrarle de mi mundo era complicado cuando estaba tan presente en el de otros, bailando y cantando, con sus giras y sus nuevos récords de los que no paraban de hablar. Él ascendía tan arriba que me daba miedo que por algún instante tuviera a toda esa gente a sus pies, a su disposición y por ende no hubiese otro tema del cual hablar.