Estos han sido los veinte minutos más eternos de mi vida. Después de la pequeña charla con Logan, ambos nos encaminamos hacia los demás orangutanes. Jake, al ver cómo me acerco hasta ellos, sonríe pícaramente.
-Vaya, vaya, qué grata sorpresa -exclama-. Puedes sentarte aquí, nena -propone mientras se señala el regazo.
-Prefiero sentarme sobre un cactus -respondo con una sonrisa falsa. Cojo una silla y la coloco en el lado opuesto al suyo.
-Me acabas de romper el corazón, princesa -finge secarse una lágrima.
-Vuelve a llamarme así y lo que te romperé será otra cosa -amenazo seriamente.
-Me encanta cuando sacas las garras -y dicho esto me guiña un ojo. Estoy a punto de replicarle, cuando Logan se me adelanta.
-¿Podéis dejarlo ya? Sois insoportables -su molestia me asombra, aunque supongo que solo está deseando poder largarse de aquí e ir en busca de su hermana.
El timbre suena pocos minutos después, anunciando nuestra liberación. Todos nos precipitamos a toda prisa hacia la salida. Venir un sábado al instituto es una experiencia que no quiero volver a repetir en mi vida, jamás. Los alumnos nos encaminamos hacia el aparcamiento, cada uno a su vehículo de transporte. Los orangutanes desaparecen en un abrir y cerrar de ojos, menos uno.
-¿Cómo has venido? -pregunta Logan mientras se coloca el casco sobre su cabeza.
-Andando -respondo encogiéndome de hombros.
-Sube, te llevo -lo miro con los ojos muy abiertos, incapaz de creerme lo que acabo de escuchar-. Oh, venga, no pongas esa cara, vamos al mismo sitio -aun un poco en shock, me pongo el casco que el chico me ofrece. Le veo sonreír ante mi expresión de sorpresa-. Agárrate fuerte, petarda.
Y dicho esto, arranca la moto y sale a toda velocidad del parking, obligándome a sujetarme con fuerza de su cuerpo si no quiero caer por el camino. En menos de diez minutos aparca delante de su casa. Temblando debido a la impresión, bajo del vehículo y le tiendo el casco. Sí, es la primera vez que voy en moto y, a juzgar por la experiencia, creo que será la última.
-Algún día te vas a caer si conduces así -le informo con un tono recriminatorio. Me siento una madre riñendo a su hijo.
-¿Te preocupa mi seguridad? -la insinuación tras sus palabras me hace querer replicar, pero antes de que pueda siquiera abrir la boca, añade-. Qué mona.
¿Mona!? ¿Logan Collins me acaba de llamar mona? ¡Yo no soy "mona"! En esos instantes me siento una niña de cinco años a la que la tía abuela que no ve desde que nació le apretuja las mejillas hasta dejarlas rojas. El chico sonríe al ver mi mueca de desagrado y se encamina hacia su porche, saca las llaves de su bolsillo trasero del pantalón y abre la puerta. Entro sin tan siquiera mirarle y corro rápidamente a la habitación de mi mejor amiga. La encuentro pulcramente limpia, con todo en su sitio y la cama perfectamente hecha -sí, Mia es una obsesiva de la limpieza-, pero vacía. No hay rastro de ella. Bajo de nuevo hacia la cocina, donde su hermano se está preparando un vaso de agua. Me ofrece uno, a lo que acepto gustosa, estaba sedienta. En esos momentos aparece su madre, quien me saluda con un beso en la mejilla.
-¿Has visto a Mia esta mañana? -inquiere su hijo sin tan siquiera saludarla. Sí, la relación que tienen con sus padres no es demasiado buena. Siempre están de viaje de negocios, y creo que eso no les agrada demasiado.
-No -responde con naturalidad-, pero ha dejado una nota en el frigorífico diciendo que se iba a pasear.
-Eso es imposible -se queja enarcando las cejas-, ella no pasea. Nunca.
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La desaparición de Mia Collins
Mystery / ThrillerUna chica. Cuatro chicos. Una desaparición. Un sobre lleno de fotografías. Un misterio que resolver. Una mejor amiga, una hermana y un amor platónico que encontrar. ¿Te apuntas? ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Portada hecha con la colaboración de @H...