Capítulo 24

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-¿Estás lista? -le pregunto a Mia justo antes de abrir la puerta.

-Vamos -dice entrelazando su brazo con el mío y comenzando a caminar en dirección al instituto.

Ashton se había empeñado en acompañarnos, pero le convencimos de lo contrario. Ir andando a clases era nuestra rutina, y no consentiríamos que nos la estropeara. Vamos parloteando sobre cualquier cosa, riendo y bromeando acerca de los compañeros que tenemos. Sin darnos cuenta, llegamos al aparcamiento del instituto, que ya está repleto de estudiantes. Todos se nos quedan mirando mientras pasamos a su lado, y por un momento pienso que la odiosa de Britt ha vuelto a esparcir un rumor sobre nosotras, sin embargo, los únicos que se centran en nosotras son chicos. Miro nuestros atuendos, creyendo que quizás están manchados, pero me equivoco. Luego compruebo que no sean llamativos o inapropiados, simplemente se tratan de unos vaqueros ajustados con un jersey, nada fuera de lo normal. La muchacha también parece darse cuenta, pero no dice nada. Cuando nos adentramos en el edificio, nos encontramos a los cuatro orangutanes, que no tardan en venir a saludarnos. Jake me besa rápidamente la frente antes de colocar su brazo sobre mí.

-¿Por qué nos observan todos? -inquiere la pequeña de los Collins.

-Creo que porque alguien nos vio cenar ayer los cuatro y la gente cree que estáis con nosotros -explica Ashton señalando a su mejor amigo y a sí mismo.

-Nos miran como si fuéramos un trozo de carne -espeto mientras hago una mueca de desagrado al pillar a un tío fijándose en mi trasero.

-Que salgáis con nosotros solo os hace más apetecibles para el resto -aclara con una sonrisa Logan.

-Jamás comprenderé la pervertida y retorcida mente de un hombre -replico poniendo los ojos en blanco.

-Tranquila, cariño, no dejaré que nadie se te acerque -me promete el que está junto a mí.

-Gracias, pero sé defenderme solita -le respondo riendo.

-Ni que lo digas -interviene Will, que no había dicho nada hasta ese entonces.

En aquel instante, el timbre suena, indicándonos que las clases están a punto de dar inicio. Los estudiantes nos apresuramos a correr para entrar a tiempo en nuestras aulas, no queriendo llegar después del profesor, ya que, si no nos dejan fuera y, además, se nos impone un castigo. No es demasiado cruel, pero a nadie le gusta tener que limpiar toda una hilera de taquillas, o quedarse a ayudar a la cocinera a fregar los platos. Es su manera de concienciarnos sobre la importancia de la puntualidad.

Cuando las primeras clases finalizan, la campana suena indicando el periodo del almuerzo. Como somos de las primeras en llegar, Mia y yo encontramos sitio en una de las mejores mesas, así que no dudamos en aprovecharnos y ocuparla. Estamos hablando sobre lo odiosa que es nuestra profesora cuando siento a alguien sentarse junto a mí. Me giro para encararle, pero me quedo petrificada al reconocerle. Chase rodea mi cuello con su brazo y me mira sonriendo.

-¿Qué hay, preciosa? -me he quedado muda, su presencia me ha dejado completamente paralizada del miedo-. Creo que tú y yo tenemos algo pendiente, ¿no es cierto?

-Aléjate de ella -amenaza entre dientes Mia, apretando con fuerza su tenedor. Por su expresión sé que es capaz de clavárselo en la mano si fuera necesario.

-Tranquila, nena, para ti también hay -se pavonea con una mueca de prepotencia.

-¿Te lo tengo que repetir yo? -una voz a nuestras espaldas hace que rotemos para ver de quién se trata. Los cuatro Populares están parados junto a nuestra mesa, con sus bandejas repletas de comida entre sus manos.

-Vaya, veo que nos vuelven a interrumpir -chasquea la lengua disgustado cuando se dirige hacia mí-. Otra vez será, hermosa -promete acercándose peligrosamente a mi rostro.

La desaparición de Mia CollinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora