La desaparición de Mia Collins

Capítulo 35

No creo recordar otro momento en el que hubiera estado más nervioso. Me acabo de sentar en uno de los taburetes que se encuentran en la barra que separa la cocina del comedor, al otro lado de donde está mi madre, quien me mira sonriente, esperando a que empiece a hablar.

-¿Va todo bien, cielo? -pregunta comenzando a preocuparse al ver que no digo nada.

La verdad es que no sé cómo sacar el tema. Nunca he charlado con ella sobre estas cosas, para eso tengo a los chicos, y no tengo ni la más remota idea de lo que debo decir. El ceño de mi progenitora se frunce y me coloca una mano sobre la mía, llamándome la atención.

-¿Ashton? -inquiere de nuevo mientras aprieta su agarre alrededor de mis dedos.

-Es por Sonia-respondo al fin tras tomar aire para coger fuerza.

-¿Qué ha pasado? ¿Habéis roto? -su tono de voz me indica que le sabría mal si así fuera, y eso por un instante me hace replantearme el discutir con ella sobre esto, pero descarto la posibilidad rápidamente. Tengo que hacer esto, por Mia, pero sobre todo por mí.

-No, no eso -la tranquilizo, y su sonrisa vuelve a hacerse presente instantáneamente, acompañada de una mueca de alivio.

-Entonces, ¿qué ocurre? -ahora su expresión es de confusión.

-Verás, sé que te hace mucha ilusión que estemos juntos -empiezo titubeante, no sabiendo demasiado bien cómo se tomará lo que estoy a punto de confesar-, pero yo no siento lo mismo que ella siente por mí -me callo, esperando su reacción. Como no replica, prosigo-. A mí me gusta otra chica, con la que había empezado a tener algo, pero después de salir con Sonia anoche, y al subir ella una foto nuestra en Instagram dando a entender que somos pareja, lo que tenía con esa chica se ha esfumado, y ahora ella me odia. Pero no tanto como me odio yo a mí mismo por permitir que algo así pase y hacerla sufrir del modo en el que lo está haciendo.

Cierro la boca, sorprendido por la facilidad con la que me han salido las palabras. Mi madre sigue sin pronunciar nada, supongo que debe estar asimilando la información que le acabo de dar. La miro intensamente, intentando descifrar su lenguaje corporal. No tengo demasiado éxito y eso me está poniendo más nervioso todavía.

-A ver -habla al fin-, para que me aclare: ¿Sonia ha colgado una foto vuestra haciendo creer a todo el mundo que estáis saliendo y eso ha molestado a la chica que te gusta?

-Sí, es un buen resumen -suelto una risita, expectante. Me observa fijamente, y temo que me vaya a matar con un simple movimiento de cabeza-. Di algo, por favor -su silencio es ensordecedor.

-¿Por qué saliste con ella si no te gusta? -hay un deje de reproche en su pregunta.

-Porque sabía que a ti te hace mucha ilusión que estemos juntos, siempre te encargabas de hacerme ver cuán buena pareja hacíamos y no quería defraudarte -admito rápidamente, y antes de que pueda intervenir, añado-. Además, sé que sus padres son vuestros mejores inversores, y no quería que el negocio se fuera a pique porque a mí me gusta la chica equivocada.

-¿Qué tienen que ver los West en todo esto? -quiere saber confundida.

-Oh, créeme cuando te digo que Sonia es capaz de cualquier cosa con tal de vengarse por mi rechazo, incluso de arruinar las carreras profesionales de mis padres -aquello parece sorprenderla de verdad, porque abre desmesuradamente los ojos.

-¿En serio? Pero si parece una joven muy amable -murmura más para sí misma que para mí.

-La he visto hacer la vida imposible a una chica solo por prestarle los apuntes al que creía que era su novio por aquel entonces -su semblante se acentúa al oírme contarme eso-. Según ella, era un método para ligar con él y que la dejara. No me preguntes por qué, no entiendo la mente femenina, y menos si es de una adolescente.