Capítulo 40

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-¡Logan!-exclamo aterrorizada.

El aludido se aparta rápidamente al oír mi tono de voz y me mira interrogante. Sin poder articular palabra alguna, hago un movimiento de cabeza, señalándole la pared que tenemos enfrente. Con el ceño fruncido, se levanta y se acerca lentamente, cogiendo con suavidad lo que está colgado.

-¿Qué demonios? -espeta furioso. Arranca otra imagen y la analiza, empeorando su estado anímico.

Lo que se encuentra pegado en todas las paredes de mi habitación son decenas de fotografías de la noche anterior, y en todas ellas salgo yo. En algunas estoy bailando con Mia o con alguno de los chicos, en otras comiendo o bebiendo -también observando al joven junto a mí prepararme una bebida-; hay bastantes del momento en el que jugamos a la botella, pero en todas soy la protagonista. Las que más me aterran son en las que salimos el chico y yo justo después de que este se marchara echo una furia al descubrir el romance entre su hermana y su mejor amigo. Por el ángulo en el que salimos, estas imágenes no están tomadas a través de la ventana, sino desde el interior de mi habitación.

Quizás el ruido que escuchamos anoche no fuera el libro al caer, sino el acosador. Pero cuando encendimos la luz no vimos a nadie, así que no le encuentro sentido a todo este asunto. Giro sobre mis talones, buscando algo, no sé exactamente el qué. Entonces reparo en la puerta, que solo posee una instantánea colgada en ella. Como en todas las demás, salgo yo, acompañada de Logan. Ambos estamos profundamente dormidos, así que supongo que es la más reciente. Lo que me perturba de este retrato es que sale una mano enguantada acariciándome la mejilla.

Mi corazón se detiene, la respiración se me atora en la garganta y necesito sentarme si no quiero caer desmayada. Al ver mi estado, el mayor de los Collins corre a mi lado y observa detenidamente lo que tengo en las manos, que es el motivo de mi reacción. Abre los ojos desmesuradamente al verlo, es plenamente consciente del peligro al que nos vimos expuestos sin tan siquiera ser conscientes de ello. El acosador ha estado aquí, en mi habitación, mientras dormía. No le ha importado si estaba sola o acompañada, con esta imagen nos demuestra que tiene el poder suficiente como para no preocuparse por estas cosas.

Instintivamente, giro el papel y me encuentro una nota escrita en el reverso. "Esto no ha acabado, perra". Levanto la cabeza con rapidez, clavando la mirada en mi acompañante, quien tiene la misma expresión de asombro que yo.

-Mia -farfullo con preocupación, y me dirijo a la velocidad de la luz al dormitorio de invitados.

Abro la puerta sin llamar antes, encontrándome a mi mejor amiga llorando a moco tendido abrazada a Ashton. Observo la estancia, que se encuentra más o menos en las mismas condiciones que mi dormitorio y me estremezco.

-Mocosa -llama con preocupación Logan al entrar.

La aludida le mira al reconocer su voz y se abalanza sobre él, sollozando. El otro joven se acerca hasta mí y me pregunta:

-¿Estás bien? -le tiendo la fotografía a modo de respuesta, por lo que me pasa un brazo sobre los hombros y me aprieta contra su cuerpo.

-Ash -llama su mejor amigo, haciendo que se centre en él-, siento lo de anoche -la parejita se sorprende al escucharle. Mia se aleja lentamente de él, comprobando con cautela que se trata realmente de su hermano-. Tiene suerte de tenerte.

Al susodicho le brillan los ojos al escuchar las palabras de su compañero. Se lo agradece con un asentimiento de cabeza mientras acerca a la joven hasta que su cabeza descansa en su pecho. A su vez, yo camino hasta el mayor de los Collins y coloco una mano en su mejilla.

-Estoy orgullosa de ti -murmuro sonriendo ampliamente, olvidando por un momento todo lo demás.

-No lo habría hecho sin tu ayuda -reconoce envolviéndome con sus brazos.

La desaparición de Mia CollinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora