Epílogo

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Me estoy moviendo. No, espera, no soy yo. Alguien me está moviendo. No sé quién es, pero siento su respiración pesada al estar cargando conmigo. Estoy un poco mareada, creo que me han drogado. No veo nada, así que no sé dónde estoy. Intento oír algo, cualquier indicio que me diga que, si grito, alguien correrá en mi auxilio. No obtengo nada.

Sin tener demasiado cuidado, mi captor me deja caer sobre lo que reconozco es la parte trasera de una furgoneta. Se escucha el claro ruido de dos puertas cerrándose y, segundos más tarde el motor arrancando. Tengo sueño, quiero dormir. Entonces mi mente recuerda algo.

-M... Mi-¿Mia? -logro decir entre balbuceos. Sueno como si hubiera estado bebiendo litros y litros de alcohol.

-Ella no te va a responder, zorra -la voz de mujer que me responde me sobresalta, aunque mi cuerpo está demasiado adormilado como para reaccionar correctamente.

-¿Qué... qué le habéis... he-hecho? -inquiero de nuevo, tratando de dirigirme a mi acompañante.

-Eso a ti no te importa -espeta furiosa. Creo que la reconozco vagamente, pero no sabría decir si es un efecto de la droga-. Y ahora cállate si no quieres que te deje inconsciente.

La desaparición de Mia CollinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora