Capítulo 30

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Después de comer, los demás aparecen en casa de los Collins tras haber sido citados para una reunión importante. Llegan más o menos en un intervalo de cinco minutos entre ellos, haciéndonos bajar en tres ocasiones para abrirles la puerta. Ya se podrían haber puesto de acuerdo para venir a la vez. Se acomodan en el sofá, ya que la casa se encuentra vacía y no necesitamos subir a la habitación de alguno de los hermanos en busca de intimidad, y yo me coloco enfrente suya, de pie.

-Will, lo que estoy a punto de contaros te afecta directamente a ti -digo sin rodeos. El aludido me mira sorprendido ante mi franqueza, y se endereza en su sitio, claramente intrigado por el asunto-, pero te pido que me dejes terminar de hablar antes de reaccionar, ¿de acuerdo?

-Me estás asustando -murmura con burla en su voz, pero sus ojos reflejan preocupación. Me dedico una mirada de advertencia, logrando que prometa esperar hasta el final.

-Ayer Chase me amenazó para que no me resistiera -los tres se tensan al oír su nombre-. Me dijo que de todas maneras terminaría su trabajo, al igual que había hecho con Alice -observó su expresión, que se ha endurecido notablemente, pero antes de que pueda asimilar las palabras, sigo con mi relato, no dándole tiempo a hacer nada estúpido-. Pero es mentira, esta mañana he ido a hablar con ella -eso parece asombrarle todavía más-. Me ha contado la verdad, no llegó a abusar de ella, pero sí la amenazaba con fotos comprometedoras suyas, por eso intentó quitarse la vida.

-¿Has ido a visitarla? -parece que solo se ha quedado con esa parte-. ¿Cómo está?

-Está bastante mejor, la verdad -aquello le alivia, puesto que suspira-. De hecho, está prácticamente recuperada, podrá salir dentro de poco.

Se queda en shock. Ninguno se atreve a intervenir, todos vigilando cuidadosamente su reacción. Al principio no dice nada, sus ojos están fijos en algún punto en la alfombra del salón, pero ninguna palabra sale de su boca.

-¿Va a... volver? -pronuncia al fin. Me remuevo incómoda en mi asiento, no quiero darle la noticia así tan a la ligera.

-No lo creo -responde Logan por mí. Aquello parece sentarle como un balde de agua fría.

-¿Quieres ir a verla? -le propongo en un susurro.

-Yo... no lo sé -admite al fin, trastornado por toda la información que ha recibido en apenas un cuarto de hora.

-Tranquilo, no tienes por qué decidirlo ahora -le digo apretándole el hombro, en señal de apoyo.

En ese momento suena mi móvil. Me disculpo de los chicos y voy a la cocina para poder hablar con tranquilidad.

-Hola, mamá -saludo con una sonrisa de oreja a oreja-. ¿No se suponía que deberíais estar ya en casa?

-Hola, cielo -me responde-. De eso queríamos hablar. Han cancelado nuestro vuelo, no sabemos por qué, he oído algo acerca de una huelga.

-¿Qué? ¿No vais a venir? -siento unos pasos detrás de mí y me giro. Logan frunce el ceño al ver mi mueca.

-¿Todo bien? -articula con los labios pero sin decir nada. Le hago un gesto con la mano para indicarle que espere.

-Lo siento, cariño, sabemos que en dos días tenemos que estar en Europa para otra reunión -sí, últimamente el negocio va tan bien que están pensando en expandirse en otro continente, por eso deben viajar hasta allí-. El plan original era ir a casa, aunque fuera un par de días, pero visto lo visto no va a poder ser.

-Oh -murmuro triste, agachando la cabeza.

-Me sabe mal, mi vida -sé que ella también está afectada, se le nota en la voz.

La desaparición de Mia CollinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora