Capítulo 37

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-Menos mal que os he pillado yo y no Logan -comento nada más bajar la escalera y al encontrarme al par de enamorados besándose apasionadamente.

-Brooke -exclama mi mejor amiga separándose con rapidez y mirándome con temor en los ojos. Le guiño y sonrío.

-Ya me lo agradeceréis más tarde -me burlo, provocando que la chica se sonroje furiosamente.

No tiene tiempo de replicar nada porque segundos después aparece su hermano. No sé si está ciego, o no quiere darse cuenta de lo que está pasando, pero no dice nada sobre las respiraciones agitadas de los demás y sus semblantes avergonzados. En su lugar, se limita a rodearme el cuello con su brazo, estrechándome contra su pecho, y muestra su hilera de dientes.

-Ahora que Denovan se ha esfumado al fin de nuestras vidas, y que el asunto de Sonia está arreglado -apunta-, deberíamos aprovechar para celebrar que has vuelto, ¿no? -esto último se lo dice a la otra joven.

-Me parece una gran idea -asiente su mejor amigo.

-¿Has vuelto a recibir fotografías, o alguna carta o mensaje? -inquiero con el ceño fruncido.

-No, la verdad es que desde que llegué todo ha estado muy tranquilo -admite entre sorprendida y aliviada.

-Te dije que nosotros te protegeríamos -le recuerdo, acercándome a ella para abrazarla.

-Entonces ya no hay excusa -interviene Logan-. Este finde, fiesta.

Salto de emoción, me apetece mucho organizar algo para darle a Mia la bienvenida que se merece. Y así aprovechar y festejar que Chase se va de la ciudad y que Sonia ya no molestará más a Ashton. Tenemos un par de días para comprar todo lo necesario, pero con la ilusión que tenemos todos, no creo que nos suponga demasiado trabajo.

El sábado se acerca más lentamente de lo que nos gustaría, pero ya casi lo podemos acariciar con la yema de nuestros dedos. Los cuatro orangutanes nos han convencido para que les dejemos hacerse cargo de la lista de invitados -aunque no debe ser demasiado complicado, ya que probablemente inviten a casi todo el instituto-. La pequeña de los Collins y yo nos ocupamos de comprobar que no falte nada de bebida, comida o utensilio. Hemos obtenido incluso unas guirnaldas de colores que pondremos alrededor de las paredes del salón, la cocina y el pasillo.

El trabajo más difícil es elegir la música. No nos gusta que suene siempre el mismo estilo, y tampoco que estén descompensados, así que debemos cerciorarnos con minuciosidad de que todos los géneros que nos agradan están incluidos equitativamente. A los chicos este aspecto les da más bien igual, pero Mia y yo somos un poco más quisquillosas, y como la fiesta es nuestra, nosotras decidimos.

El sábado llega y con él los últimos retoques. Como mis padres no vendrán hasta el martes, hemos escogido mi casa como el lugar ideal para llevar a cabo la fiesta. Mientras los jugadores se encargan de colgar las guirnaldas en las paredes, mi vecina y yo comenzamos a sacar recipientes de todos los tamaños y formas posibles para poder poner los aperitivos en ellos. Hay de todo: aceitunas, patatillas de todos los tipos, daditos de queso -que me he pasado más de tres cuartos de hora cortando-, un poco de embutido, la madre de Jake nos ha preparado una ensaladilla rusa que muero por probar y ahora mismo estoy sacando la última bandeja de brownies de chocolate que llevamos haciendo durante todo el día.

-¿Dónde están los manteles de papel? -pregunta Mia regresando a la cocina.

-Tienen que estar con los vasos y platos reutilizables que Will y Ash fueron a comprar -le respondo sin apartar la atención de los bizcochitos que tengo entre manos.

-Pues no están -me informa con un suspiro de frustración.

-¿Qué? -levanto la cabeza de golpe y me dirijo hacia donde están los responsables.

La desaparición de Mia CollinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora