La desaparición de Mia Collins

Capítulo 8

Todo lo que se oye por los pasillos es "¿Has oído que Logan Collins lo ha dejado con su novia?" o "¿Sabes que Logan Collins está libre? Creo que me voy a lanzar". Pongo los ojos en blanco, estoy tan cansada del instituto. Cómo me apetece perder de vista a toda esta gente inmadura. No me he encontrado al hombre del momento todavía, y eso me alegra, no creo ser capaz de hacerle frente. Durante el recreo debemos ir a la cafetería, ya que están pintando no sé qué fuera y no quieren a ningún alumno en el exterior. Cojo mi bandeja con mi merienda y me dispongo a buscar una mesa vacía. Cómo echo de menos a Mia, normalmente nos hubiéramos encerrado en algún aula para no tener que lidiar con todos esos adolescentes hormonados. Hace tres días que ha desaparecido y no creo poder aguantar mucho más sin ella. A lo lejos, veo a los orangutanes haciéndome señas para que me vaya a sentar con ellos. Sonrío, no tengo un sitio mejor. Pero entonces un cuerpo se interpone en mi camino.

-Hola, preciosa -Chase me sonríe y besa mi mejilla. Me sorprendo ante su presencia-. ¿Te quieres sentar conmigo?

Su oferta es tentadora, pero inconscientemente dirijo una mirada a los chicos. Todos están mirándonos fijamente, esperando mi reacción. Supongo que han oído la pregunta del joven. Me centro en Logan, que no pierde detalle de la escena, cuando ve que le observo, aparta los ojos mientras una expresión de rendición se refleja en su rostro.

-Lo siento, pero me están esperando -le sonrío a modo de disculpa.

-Bueno, te dejo ir si me prometes compensarme -abro los ojos desmesuradamente-. ¿Salimos el finde?

-Hecho -le digo, aliviada al conocer su propuesta. Me despido de él y me encamino hacia los demás, que sonríen al verme-. Hey.

Logan levanta la cabeza rápidamente al reconocer mi voz. Al principio parece que no es consciente de lo que está pasando, pero después una enorme sonrisa empieza a dibujarse en su rostro. Le devuelvo el gesto y le guiño un ojo. Siento un brazo rodear mis hombros y me vuelvo hacia esa persona.

-Hola, princesa -saluda alegremente Jake-. No sabes cuánto te he echado de menos, corazón.

Y dicho esto empieza a repartir miles de besos por toda mi cara. Los chicos sonríen por su actuación y empiezan a vitorear. Yo solo trato de quitármelo de encima.

-Parker, suficiente -el capitán ha hablado-. Pareces un perro que se alegra al ver a su dueño.

-Es que no puedo vivir sin el amor de vida -teatraliza mientras me estruja contra su pecho.

-Si quieres que esta relación funcione -le digo, siguiéndole el juego-, debemos establecer una serie de normas. Primero: -hace como que toma apuntes- necesito espacio vital, nada de pegarte completamente a mí o te mando a Mongolia de una patada. Segundo: no quiero escenas dramáticas cada dos por tres -me mira llevándose una mano en el pecho, ofendido-. Y tercero, y lo más importante: no vuelvas a llamarme princesa. Como lo hagas, será lo último que digas. ¿Entendido?

Se levanta de la silla y realiza un saludo militar. Unas cuantas personas se giran para observarle. Roja de la vergüenza, le agarro de la mano y vuelvo a sentarle.

-Regla número dos -le recuerdo. Asiente comprendiendo y me sonríe. En esos momentos aparece el reportero del instituto corriendo y llamando mi nombre. Cuando me encuentra se acerca rápidamente y me zarandea.

-Oye -le dice Jake apartando su mano de mí-, deja a mi novia falsa.

-Así que es cierto -exclama sorprendido y se aleja a toda prisa.

-Michael, espera -le detengo antes de que salga de la cafetería-. ¿Qué ocurre?

-Se rumorea que estás con Los Populares -le miro sin comprender-. Britt dice que te has acostado con todos, y que te van rifando entre ellos.