Capítulo: 12

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No sé si es que era buena con los niños o que éste en concreto era un cielo, pero nos llevamos estupendamente desde el principio. El pequeño Isco era natural, espontáneo, algo tímido y de sonrisa juguetona. En ningún momento me pareció hijo de un famoso millonario, aunque Isco tampoco se comportaba como tal. Eran una familia normal, sin lujos excesivos, y eso me gustaba.

—Bueno peque, ya es hora de ir a dormir, ¿no?

El pobre me miró renegando y me pidió que le dejara un rato más, hasta que terminaran los dibujos. Isco me insistió que debía irse a la cama a las nueve, que sino al día siguiente le costaba mucho despertarse, pero al ser la primera noche lo pasé por alto. El pequeño no aguantó mucho más, media hora después ya estaba bostezando y los ojos se le cerraban.

—Ahora sí que nos vamos a la cama— reí ligeramente y le cogí en mis brazos. Subí con él hasta su habitación que, por cierto, era muy grande. Las paredes eran de un azul cielo y la decoración era la típica de un niño de su edad, aunque con bastantes cosas del Real Madrid.

Le ayudé a ponerse el pijama, le acompañé al baño y le metí entre las sábanas. Por unos momentos me sentí como una madre y eso no hizo más que dejarme un nudo en el estómago.

—Duerme bien, peque...— le acurruqué bien, con insistencia y cariño.— Mañana hay que levantarse con fuerzas, que hay cole.

—Sí, y mañana vamos a terminar unos dibujos— me contó escuetamente pero con una voz muy dulce.

—¡Qué bien! Pues ya me los enseñarás.

—Buenas noches— se talló los ojos y se giró hacia un lado, haciéndose un ovillo.

—Buenas noches— me incliné sobre él y le di un raudo beso en la mejilla.

Salí de su habitación tras apagar la luz y me dirigí a la mía, que no era otra que la de invitados. Isco me ofreció dormir en la suya, ya que estaba más cerca de la habitación del niño, pero yo me negué. No me sentiría demasiado cómoda invadiendo tanto de su espacio personal.

Todavía era pronto para mí pero, teniendo en cuenta que al día siguiente tendría que madrugar, escogí la sabia opción de irme a la cama. En ella di varias vueltas, esforzándome al máximo en poner la mente en blanco, pero me era imposible. Sentía un ardor en el estómago producido por ese sentimiento maternal, ese que había sentido tiempo atrás y que me lo arrebataron a gritos.

/Llevaba unos días presintiéndolo pero no fue hasta que la invadieron las arcadas durante toda una noche cuando decidió hacerse el test de embarazo. Aprovechó la tarde siguiente en la que Andre estaba fuera para llevarlo a cabo y finalmente observó en el aparto de plástico que estaba embarazada. Andre y ella pocas veces habían hablado de tener hijos, pero las veces que lo hicieron, siempre quedó claro que los dos estaban dispuestos.
Alicia esperó un par de horas más sentada en el sofá, acariciando su por entonces vientre plano, imaginando en su mente cuál sería la reacción de su prometido al enterarse de la noticia. Entonces la puerta se abrió y entró él con gesto cansado, gesto que se hizo patente al tirar las llaves de casa en un cesto situado en la entrada.

—¿Qué tal el trabajo, cariño?— su voz dulce vibró por todo el piso y las palabras se quedaron en el aire, sin respuesta. La joven se levantó y se dirigió a la cocina, donde se encontraba él con una botella de cerveza en la mano.— ¿Estás bien?

—Sí, ha sido un día de mierda en la oficina pero sí.

—Tengo una buena noticia— le dijo ella apoyando su mano en uno de los brazos de él. Andre la miró sin expresión en el rostro, expectante, queriendo oír lo que tenía que decir.

Andre era un hombre aún joven, de aspecto lozano, más musculoso en los brazos y en el tórax que en cualquier otra parte, con una espalda ancha y unas ranuras como ojos de azul añil. Conservaba su juventud afeitándose la barba y con un corte de pelo siempre a la moda. Sin embargo, por herencia, las entradas y las canas empezaban a asomar en su ambarino cuero cabelludo.

—Estoy embarazada.

Un silencio tenso reinó en la casa por unos segundos, anticipando el huracán que vendría después. La sonrisa de Alicia empezó a temblar hasta desdibujarse por completo, viendo el semblante sombrío de su prometido.

—¿No te alegras?— insistió ella, temerosa. Sus manos, ambas, se encontraban acariciando su vientre. No podía sentir nada pero le causaba paz saber que había alguien ahí con ella, alguien más.

—No digas gilipolleces, Alicia— escupió las palabras con un sabor amargo y volvió a llevar la boca del botellín a sus agridulces labios.— Espero que no me lo estés diciendo en serio.

—Claro que te lo digo en serio. Andre, vamos a tener un hijo— su mirada iluminaba toda la habitación con más intensidad que la luz que entraba por las ventanas.

—Ni de coña— negó con la cabeza con una expresión de asco. Pareciera que estuviera intentando contener con mesura sus palabras.— ¿Quién te ha dicho a ti que vamos a tener un hijo? Eh, ¿quién?

A medida que la voz masculina aumentaba en decibelios, Alicia empezaba a barruntar lo peor. Pero más que nada, se sentía dolida al ver que él no opinaba lo mismo sobre la situación.

—Hablamos de que queríamos tener un hijo...

—Nunca, ¡nunca! lo hemos hablado en serio. ¡Ya puedes deshacerte de él, Alicia!— dejó la cerveza en la mesa con tanta fuerza que pareció que iba a romperse en mil pedazos.— ¿Me estás escuchando? No sé cómo coño has podido pensar que lo íbamos a tener.

Alicia estaba muda, amilanada por las palabras y movimientos bruscos de Andre. <<No se lo he debido decir justo en este momento>>, pensaba. Él, que debió de ver sus dudas, la agarró del brazo con fuerza y clavó su mirada en la de ella.

—Te vas a tomar una pastilla abortiva ahora mismo, me indigna que lo estés dudando.

Entonces lo supo y vio por primera vez como sus esperanzas de formar una familia se iban directas al garete. Le escocieron los ojos, llenos de lágrimas, pero trató de ser fuerte. Él se dio cuenta y dejó un raudo beso en su frente.

—Venga, no pasa nada./

Better things to come {Isco Alarcón}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora