Nada de restaurantes lujosos y caros en el centro de la capital madrileña, en cambio, habíamos elegido un bar coqueto de los alrededores de nuestras viviendas. Nos sirvieron unas buenas raciones de tapas y disfrutamos de las dos cervezas de medio litro, una de ellas sin alcohol para el conductor.
—Ya empieza a hacer frío eh— apuntó con su adorable acento malagueño al ver como me ponía la chaqueta sobre los hombros.
—Sí, por las noches ya refresca... ¿No has traído nada para abrigarte?
—No, estoy bien— negó con la cabeza, haciéndose un poco el machito. Reprimí una risotada.— Bueno, ¿qué tal vas buscando trabajo?
—Por ahora nada— me encogí de hombros y me llevé unos calamares a la boca.— Ademas, como ya empieza la temporada baja... Pero bueno, habrá que seguir buscando.
—Si quieres yo puedo intentar mover algunos hilos.
—No, no te preocupes— hice un aspaviento con la mano restándole importancia.— ¿Dejaste solo a Isco?
—No, ya está con su madre— noté la reticencia en su tono de voz, adivinando que no le gustaba mucho hablar de ella.— Cuando vuelva te aviso, y así os volvéis a ver. Te ha cogido cariño.
—Y yo a él, es tan rico— sonreí afable recordando al pequeño en la mirada de su padre.
Estuvimos hablando de diversos temas un rato más, al principio con seriedad y tranquilidad y al final entre bromas y risas. Me gustaba su personalidad porque era muy cambiante, un momento te escuchaba serio y atento y al siguiente no paraba de parlotear y reírse. Yo me lo pasaba tan bien que no fui consciente de por donde empezaba a tirar la conversación. De repente tuve ahí el tema, enfrente de mis narices, doliente.
—Lucas me dijo que habías tenido una mala relación con tu ex pareja— continuó, aunque era de lo único que me había enterado.
—¡Qué bocazas!— resoplé furiosa. ¿Cómo se atrevía a contárselo? ¡Le mataba!
—Seguro que no fue su intención decirlo, solo le escapó porque estaba nervioso y yo le había preguntado...
—En fin— le corté dando un largo suspiro. Noté que se había arrepentido de sacar el tema y que no sabía por dónde salir.— Una mala relación la tiene cualquiera, ¿no?
—Dímelo a mí— rio.— Pero si acabasteis en juicio debió de pasar algo grave.
¿Qué más le habría contado Lucas? La ira me hervía la sangre. Para nada quería que Isco supiera estas cosas, quería hacer como si nunca hubieran pasado.
—No tanto— me volví a encoger de hombros, incómoda. Él carraspeó y cambió de tema radicalmente a uno mucho más banal y divertido: el último derbi jugado.
Un rato después pagamos la cuenta y subimos en su coche en dirección hacia mi casa. Duante el camino yo miraba absorta sus manos, agarradas decididamente al volante, y su brazo, tenso y tatuado. Desde que había introducido en la conversación el tema de Andre me había quedado ligeramente de bajón, pero él supo cómo arreglarlo y, cuando aparcó frente a la que ahora era mi casa, los dos reíamos y sentíamos la necesidad de quedarnos ahí dentro, juntos.
—Será mejor que vaya entrando...— dije al ver la luz recién encendida del salón.
—Seguro que ahí está Lucas mirando como la vieja al visillo— dijo haciéndome soltar varias carcajadas.— Le tendrás que contar que hemos estado juntos, ¿no?
—Supongo que sí— me encogí de hombros e hice una mueca, él sonrió y me dio un toque en la nariz con su dedo índice.
—Antes de que te vayas... Dime cuándo nos volveremos a ver, que sino no duermo tranquilo.
—Pues...— reímos.— Espero que dentro de poco, pero no puedo estar yendo todos los días al entrenamiento. Sería raro.
—Vale, vale. Pues ya me las arreglaré yo— dijo mirando hacia el frente pensativo, con el brazo izquierdo estirado y agarrado al volante. Estaba jodidamente encantador.
—Me lo he pasado muy bien— me despedí dándole un beso en la poblada mejilla, haciendo que me picaran los labios.
—Yo también, y perdona por sacar esos temas...— le callé besando sus labios. Él sonrió y puso su mano en mi cabeza, acercándome más a él. Al separarnos ambos sonreímos, sus ojos hacían chiribitas.— Nos vemos.
—Chao— respondí mientras salía de su deportivo. Cerré la puerta y le guiñé un ojo –siendo inmediatamente respondida– mientras me alejaba hacia la puerta de casa.
Lucas me esperaba con un vaso de agua en la mano apoyado en el umbral de la entrada al salón. Traté de borrar mi sonrisa pero fue imposible.
—Que coche más chulo tiene María, eh— dijo con sorna.— La cosa es que me suena de haberlo visto muchas otras veces...
—Vale, no he estado con María— admití directamente, sabía que le había sorprendido que lo soltara a la primera.— He ido con Isco a tomar algo.
—Eso ya lo he visto. ¿Por qué no me lo dijiste antes?
—Pues porque pensaba que te irías a enfadar. Y no estaba equivocada...—dije notando cierto rencor y molestia hacia mí. Lucas negó con la cabeza y se dirigió a la cocina conmigo pisándole los talones.
—Me enfada que me mientas, no que hayas ido con Isco— refunfuñó dejando el vaso en el fregadero y cruzándose de brazos.
—Lo siento...— puse una mueca llena de arrepentimiento sincero.— Pero ya ves que no te lo he podido ocultar durante mucho tiempo.
—¡Ya veo! Y bueno, con Isco qué pasa. ¿Tenéis algo?
—No sé, es muy pronto para decir nada.
Lucas se me quedó mirando con la ceja alzada y como si no me creyera una palabra. Me acerqué a él y le envolví con mis brazos –táctica ancestral que le amansaba todos sus enfados–. Él se rió y negó con la cabeza al separarnos.
—¿Te parece mal?— pregunté inquieta, sin estar segura de querer saber la respuesta.
—No. Isco es un buen tío, es lo que te mereces— dijo acariciándome el pelo cariñosamente. Sus palabras conllevaban tanta emoción que se me aguaron los ojos.— Además, un clavo saca otro clavo, ¿no?
—Agg— le retiré de un manotazo su mano de mi pelo y me aparté de él mientras reía.— Ninguno de los dos es un clavo, son mucho más que eso. Sabes que nada es tan fácil.
—Lo sé, peque, lo sé...— rio y nos volvimos a dar un abrazo. Definitivamente mi hermano era el mejor, sabía que me cuidaba y que siempre estaría ahí para mí.
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Better things to come {Isco Alarcón}
Fanfic||La rutina de la violencia, del poder, del acoso, de las lágrimas ahogadas y del miedo hacia aquella persona que dice quererte. Alicia conocía muy bien todo aquello, la aturdía, la amordazaba y ella se dejaba llevar -quizás por falta de coraje, de...