Capítulo: 37

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La sala privada del aeropuerto estaba llena de jugadores y cuerpo técnico del Real Madrid. A menos de treinta minutos de ser llamados a embarcar, nos encontrábamos tomando unas frescas cervezas acompañadas de aceitunas y patatas fritas. Al final, María también iba a venir con nosotros, ya que sus padres se podrían hacer cargo de sus hijos durante los dos días que estaríamos fuera.

—¿Todo bien, chicas?— preguntó Nacho dejando un beso en los labios de María. Nos encontrábamos sentadas en altos taburetes frente a la barra del bar y, el resto, desperdigados por los sofás.

—Sí, genial— respondió ella con una afable sonrisa. Ambos se empezaron a dar cortos besos y a reír como dos enamorados.

—Me alegro mucho de que vayas a estar conmigo en este partido— le dijo Nacho. Yo sonreí al ver la escena pero me escabullí, eso de ser sujetavelas no era lo mío.

Isco, Lucas, Dani y Marco estaban en uno de los sofás y al ver que Carvajal se levantaba un momento me apresuré en quitarle el sitio, quedando así entre mi hermano y el malagueño.

—¡Oye!— se quejó Dani.— Vale eh, esta te la guardo.

—Me tenéis guardadas tantas que ya he perdido la cuenta— reímos, Isco pasó su brazo por detrás mía, recostándolo en el respaldo del sofá.

—¡Alicia!— me llamó la atención Marco, sacando la cabeza por detrás de Lucas para poder encontrar mi mirada.— Cámbiame el sitio, yo con tu hermano en el avión no puedo.

—Te jodes— reímos.— Ella va conmigo— dijo Isco dándome un apretón en un brazo.

—Pues que me cambie alguien.

—Qué más dará. Tampoco es para tanto— se quejó Lucas con los brazos cruzados.

—¿Qué no? Madre mía ya te digo yo a ti que sí— bromeó Carvajal haciendo que todos estalláramos en risas.

—¿Qué pasa por aquí?— dijo Marcelo acercándose con Toni. Ambos tenían en las manos un puñado de cacahuetes que se iban metiendo en la boca cada dos por tres.

—Que me ha tocado al lado de Lucas en el avión. ¿Me cambiáis el asiento?

—¡Uh! Que te lo cambie su hermana— bromeó el brasileño. Kroos abrió los ojos de par en par y se dio media vuelta sin mediar palabra, desencadenando un montón de risas.

—Que hijos de puta— susurró Lucas negando con la cabeza y riendo. Yo le abracé cariñosamente sin recibir respuesta.

—Joder Marco, pobrecillo— dije con supuesta consternación y el aludido se hizo el ofendido.

—Pero si yo le quiero mucho— le dio una palmada en la espalda amistosa.— Pero es que lo suyo en los vuelos es horrible.

—Pues hoy te aguantas, que siempre me toca a mí— apostilló Isco con una sonrisa burlesca.

—A la vuelta me pongo yo contigo— dije zanjando la discusión.

Por megafonía anunciaron que debíamos ir embarcando así que nos pusimos en pie, cogimos nuestras maletas de cabina y nos dirigimos como una manada hacia la puerta de embarque. Estaba tan emocionada que casi daba saltos al leer en la pantalla de nuestra puerta la palabra "Turín". Isco, quien estaba justo detrás de mí, me dio un pequeño empujón con el pecho para que le mirara y sonrió con complicidad. Me sobraron las ganas para darle un beso, pero fui recatada y me las guardé. No lo iba a hacer delante de toda la plantilla del Real Madrid, incluido Lopetegui.

(...)

Isco y yo estábamos casi al final del avión y mi hermano junto con Marcos en la otra punta, pero se escucharon las quejas de todo el mundo durante el despegue. Después todo se tornó a bromas y risas. Sergio, Dani y Marcelo no se callaban ni debajo del agua, otros como Varane, Nacho, Casemiro, Marco o Kiko intervenían de vez en cuando. Luka, Gareth y Toni iban calladitos y algunos como Karim intentaban dormir con tapones en las orejas. Era todo muy pintoresco.

—¿Escuchamos música?— le pregunté al malagueño, quien tenía la vista puesta en el frente escuchando toda la conversación de Keylor y Courtois, y su mano entrelazada a la mía.

—Vale, elige tú.

Me pasó su teléfono y en búsquedas de Spotifi elegí una lista bastante heterogénea y con buena pinta. Nos pusimos los cascos, me guiñó un ojo, apoyé mi cabeza en su hombro y volvimos a juntar nuestras manos.
Poco rato después supe que se había quedado dormido porque la cabeza se le iba cayendo de un lado al otro. Sonriente le di un beso en la mejilla y traté de buscarle una posición más cómoda. Yo no concilié el sueño en todo el trayecto, no podía evadir mi mirada de la ventanilla. ¡Nos íbamos a Italia!

Better things to come {Isco Alarcón}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora