Capítulo: 69

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—Yo... Lo siento, de verdad...— tartamudeé sin llegar a encontrar las palabras para arreglar la situación. Me llevé las manos a la cabeza con desesperación y él me las apartó con cuidado.

—¿Pero por qué? ¿Porque Lucas no quiere que tengamos un hijo juntos?

—Espera, ¿qué?— le miré atónita y esperanzada de que hubiera malentendido sus palabras.

—A ver, escúchame bien. Lucas le contó a Nacho que estabas embarazada, ¿sí?— asentí siguiendo el hilo.— Pero él me ha contado que no parecía muy feliz. No está feliz con que vayamos a ser padres.

Algo dentro de mí brincó de alegría y las alarmas se silenciaron. No había que preocuparse, el pobre seguía sin tener la más remota idea de lo que realmente estaba pasando. Eso sí, estaba bastante preocupado y yo sabía cómo arreglarlo esta vez.

—Solo cree que no es el momento, ya sabes, por todo lo que ha pasado recientemente... Pero no es por ti, ni nada de eso que puedes estar pensando— dije acariciando su oreja cariñosamente. Él asintió mirando hacia abajo, hacia mi vientre, donde posicionó su mano.

—Sé que es un momento difícil, pero podremos con esto, ¿sí? Si alguna vez te sientes mal solo tienes que decírmelo, no quiero que el embarazo sea un problema para ti.

Asentí levemente para después envolvernos en un abrazo. Tenía un nudo en la garganta que apenas me dejaba respirar, el engaño me destrozaba las entrañas. Se lo tenía que contar pero ahora no era el momento, no podía ser ahora.
Nos acostamos en la cama y nos metimos debajo de las sábanas arrebujados. Ambos estábamos especialmente activos en cierto sentido y él no dejaba de dejar besos por todo mi rostro y cuello.

—En casa de Nacho y María no...— reí luchando contra mis propios deseos. Él levantó la cabeza de mi cuello para clavar sus ojos en los míos y pedir que cambiara de opinión.

—No puedo aguantarme.

—No es el lugar— susurré divertida al ver su mirada suplicante. Dio un suspiro y me dio un último beso para después apoyar la cabeza en la almohada.

—Ya verás a la próxima— refunfuñó con su divertido acento dándome la espalda. Yo reí y rodeé con mis brazos su fuerte y musculoso cuerpo.

—¿Qué?

—Que te dejaré con las ganas.

Gruñí contra su espalda y le dejé un beso húmedo en el cuello para provocarle aún más. Después de eso reí y cerré los ojos para quedarme dormida.
El sueño no llegó tan pronto como yo esperaba así que tuve que aguantar las muchas vueltas de Isco y lo movidito que estuvo durante un largo tiempo hasta que logró quedarse quieto. Solo entonces pude conciliar el sueño yo.

(...)

Salimos de casa de Nacho y María casi a las nueve de la mañana. Me di cuenta de que eran demasiado madrugadores y de que hacían bastante ruido por las mañanas –aunque supongo que solo estaban aprovechando que no estaban sus hijos–. Ahora íbamos hacia El Corte Inglés de la Castellana porque Isco necesitaba comprar un traje nuevo.

—¿Cuándo tenéis el próximo partido?— pregunté apoyada en una estantería mirando como buscaba un traje que le gustara.

—Dentro de cuatro días, contra el Rayo Vallecano.

—¿Jugáis en su campo?

—Sí, menos mal que queda cerca— rió y alcanzó una percha con un traje azul marino precioso. Costaba casi cuatrocientos euros pero para él eso era lo de menos, lo pagó y salimos de la zona de hombres.— ¿Quieres algo?

—No, no, gracias— sonreí divertida. Caminamos de la mano por los pasillos hasta que llegamos a las joyerías. No pude evitarlo, me quedé encandilada con un colgante de Aristocrazy plateado, minimalista como era la línea de la marca.

—¿Te gusta?— preguntó él apoyando su mano en mi cintura y mirando la joya. Al darme cuenta de que costaba 250€ aparté la mirada, le agarré de la mano y le arrastré de allí.

—Que va, solo miraba.

Él se rió y continuó caminando. Al final decidimos sentarnos en una cafetería para desayunar y así descansar las piernas. Uno va al centro comercial para desconectar y acaba haciéndose una maratón y esquivando miles de personas por metro cuadrado.

—He pensando en algo— dijo llamando mi atención. Dejé la tostada en el plato y con un movimiento de barbilla pedí que continuara.— Después del próximo partido tengo unos días libres. ¿Qué tal si nos vamos a una casa rural a algún lado?

—Me encantaría— respondí sinceramente ilusionada.— ¿A dónde tienes pensado?

—Podría ser aquí mismo en Madrid, o en el norte. Donde nos apetezca.

—Cualquier sitio estará bien— sonreí acariciándole la mano y él me la besó.

Cuando terminamos de desayunar bajamos al parking, nos subimos al coche y pusimos rumbo a casa. Iker nos recibió cariñosamente, le cogí en brazos y me tumbé con él en el sofá.

—¿Por qué a ti te deja cogerle y a mí me araña?

—¿Celoso, Alarcón?

Él rodó los ojos divertido y le acarició la cabeza.

—Me voy a dar una ducha.

—Vale.

Me quedé con el pequeño Iker unos minutos más entre los brazos hasta que se cansó y se fue. Entonces cogí el móvil y, por algún motivo, entré en mis archivos para comprobar cuándo era la fecha del juicio. Todavía quedaban cuatro meses para que se celebrara y en todo este tiempo Andre seguiría en prisión preventiva. Una parte de mí quería ir a verle, decirle lo de su hijo y que nunca en su jodida vida le vería. Guardaba una rabia y un rencor que no me hacían bien, pero todavía era muy pronto para superarlo. ¿Alguna vez lo conseguiría?
Lo único que tenía claro es que no iba a abortar, albergaba en mi seno una vida con mis genes, una vida inocente. Por muy descabellado que lo viera la gente no lo haría, no mataría ni aunque Lucas y toda mi familia se pusieran en mi contra. Solo esperaba que Isco me entendiera en su momento y me perdonara por no habérselo contado antes. ¿Cuándo lo haría? No quería pensar en una fecha exacta, supongo que cuando me sintiera preparada, pero no podía pasar de nuestra escapada a la casa rural. Sí, ahí lo haría.

Better things to come {Isco Alarcón}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora