Capítulo: 14

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La tarde fue tranquila, aunque en mi interior seguía teniendo algo revuelto. Isco había traído del colegio un dibujo abstracto –con un patente significado para él– y yo me había encargado de colocarlo en una estantería del salón, donde ya había colección de muchos otros dibujos y algunas fotografías. Después nos pusimos a ver el partido: Real Madrid vs Bayern de Munich. Ganamos por los pelos 2-1, gracias a un gol de Benzema en los últimos cuatro minutos añadidos por el árbitro. Isco se ganó una amarilla, Lucas hizo una asistencia a Sergio Ramos que terminó en gol y Navas se lució en varias ocasiones de tiros a puerta. ¡No había estado nada mal! Más tarde nos dispusimos a cenar y le presté mi teléfono a Isco para que llamara por facetime a su padre.

—¡Enhorabuena papá!— dijo el pequeño con una enorme sonrisa en la cara, agarrando el móvil con fuerza como si con ello fuera a sentir algún tipo de contacto corporal con su padre.

—¡Gracias cariño! ¿Viste todo el partido?— por ese lado de la línea se escuchaba bastante barullo, aunque lejano.

—Sí, ¡te sacaron la amarilla! Eso es injusto...

—Bueno— rio.— Creo que me la merecía. Pero cuéntame, ¿qué tal estás? ¿Bien con Alicia?

—Sí, es muy buena. Le ha gustado mucho el dibujo que he hecho hoy en el colegio. ¡Dice que soy un artista!

Le miré desde el fregadero, donde me encontraba lavando los platos y guardándolos en su sitio correspondiente. Isco hablaba de mí como si no me tuviera enfrente, transparente y sincero. Me alegraba en profundidad que estuviera bien conmigo.

—¡Hombre! Pues seguro que no se equivoca. ¿Está por ahí cerca?

—Sí, aquí está. Ahora viene.

El pequeño me hizo un gesto con la mano, yo me acerqué y me puse detrás de él. En la pantalla del teléfono que sujetaban sus pequeñas manos pude ver el rostro de Isco a escasos milímetros de la pantalla. Vamos, un poco más cerca y le veía los poros de la piel. Sin duda me hizo bastante gracia.

—Felicidades chico— le saludé.

—Gracias mujer— respondió con su acento malagueño.— ¿Tú cómo estás? Ya me ha dicho Isco que todo genial.

—Sí, todo muy bien— dije agarrando de los hombros al niño y mirándole esperando alguna expresión de su parte que salió en forma de asentimiento y sonrisa.— Ya volvéis mañana, ¿no?

—Sí, pero el vuelo es por la tarde. Si quieres te puedes quedar a dormir mañana también.

—¡Sí!— saltó el pequeñajo en su silla, como propulsado por un resorte. Yo reí y le tranquilicé.

—Muy amable, pero no creo que me quede. Lucas me echaría de menos— bromeé con la perfecta excusa. Al otro lado de la línea se escuchó una carcajada.

—No lo dudo. Pero tenlo en cuenta.

Asentí y me despedí de él, volviendo a fregar los platos y así dejando que padre e hijo hablaran a solas un poco más. No me estaba encontrando nada bien y lo único de lo que tenía ganas era de irme a la cama, aún sabiendo que probablemente no conciliaría el sueño.
A las nueve en punto me llevé a Isco a la cama y estuve a su lado hasta que se durmió, que fue más antes que tarde. Después me dirigí a mi habitación y me acosté en la cama. Cerré los ojos, hice un esfuerzo monumental por intentar dormirme sin pensar en nada pero fue del todo imposible. Sentía una presión en el pecho que no me dejaba respirar y esa presión tenía nombre y apellido. ¿Cómo me podía estar pasando esto, estando tan lejos? No tenía ni idea pero a pesar de los kilometros que me separaban de Andre, pareciera como si lo tuviera al lado, respirándome en el oído, susurrándome, presionándome... Las cosas habían terminado terriblemente mal y ese desenlace me perseguía constantemente. Ojalá todo se pudiera arreglar, ojalá nunca hubiera ocurrido lo que ocurrió.

Better things to come {Isco Alarcón}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora