Capítulo: 16

2.2K 84 2
                                    

Isco

¡Cómo extrañaba mi Málaga! Lo hacía siempre pero sobre todo en estos momentos cuando la lluvia perdigoneaba sobre las ventanas del autobús con tanta violencia que parecía que se iban a romper. El clima había sido un asco durante los tres escasos días que llevábamos en Munich, aunque debo agradecer la media hora de claridad que tuvimos durante el partido. Eso sí, hizo un frío que pela, yo no me atreví a quitarme los guantes en ningún momento y Keylor llevaba los treinta minutos de trayecto al aeropuerto moqueando.

—¡Como se te ocurra ponerte enfermo encima cobras!— le replicó Sergio, forzando una voz femenina que a todos nos recordó a nuestras madres. Marcelo soltó una risa estruendosa que aplacó las del resto de nosotros.

—Aquí no se puede dormir tranquilo...—dijo en un susurro bastante audible Dani, que estaba cruzado de brazos y con los cascos puestos.

—Si ya hemos llegado, déjate de siestas— le recriminó Lucas quitándole de un tirón la chaqueta donde apoyaba la cabeza contra la ventana.

—¿Qué siesta? Si era una cabezadita...— respondió de mal humor, con un gesto grave que enseguida suavizó al escucharnos al resto reír.

Aparté la mirada del barullo de atrás y miré el móvil esperando tener algún mensaje. En efecto había recibido un par de Alicia, los abrí y leí.

~¡Hola Isco! Acabo de dejar al pequeño en el colegio, iba muy contento y bien desayunado. Sigo en tu casa porque estoy intentando lavar las sábanas de la cama de invitados, la que me dejaste, pero no sé cómo funciona la lavadora. Espero que tengas un momento para explicarme... :)

~No te preocupes, ya lo he solucionado. ¡Buen viaje! Aquí te esperamos.

Sonreí a la vez que me maldecía por no haber respondido el primer mensaje a tiempo. Tecleé la respuesta rápidamente, ya que acabábamos de llegar al aeropuerto y mis compañeros ya estaban saliendo.

~Perdona por no contestar a tiempo, no tenías por qué lavar nada. De todos modos, gracias. ¡Nos vemos en una horas! :)

—¿Con quién hablas?— me preguntó Marco con una sonrisa traviesa. Alcé una ceja ante su reacción y fruncí la boca.

—Con la hermana de Lucas, ¿por?

—¿Alicia?— asentí mientras salía del vehículo pisándole los talones.— ¿Y esa cara de tonto que estabas poniendo?

—¿Qué cara? Pues mi cara normal— no supe muy bien qué responder aunque lo achaqué a que estaba sacando mi maleta del autobús y no a otra cosa. Marco se rió rodando los ojos.— No sé si te acuerdas que te dije que estaba cuidando de Isco estos días, por eso hablaba con ella.

—Vale, vale. Lo que tú digas, pisha— dijo cariñosamente pasándome un brazo por los hombros y entrando juntos al aeropuerto.

(...)

El vuelo me había sentado como una rosa. En nuestro equipo, que éramos de armar barullo y no callarnos ni debajo del agua, se hizo el silencio. Se notaba que estábamos cansados porque esto no era muy normal. Pude echarme una bien merecida siesta y además tuve la suerte de estar sentado al lado de Lucas, que no roncaba nada. Aunque eso sí, en el despegue y el aterrizaje iba tenso como un demonio.
Al llegar a Madrid nos despedimos los unos de los otros y huimos hacia nuestros coches con ganas de llegar a casa, a nuestras familias. Lucas se vino conmigo ya que tenía que recoger a su hermana. Cuando llegamos, ambos dos se abrazaron efusivamente y yo agarré a Isco en mi brazos como mi más preciado tesoro.

—Nosotros nos vamos ya, que quiero ir a casa y ducharme— dijo Lucas unos minutos después, esquivando mi propuesta de que se quedaran a tomar unas cervezas.

—Como queráis— respondí encogiéndome de hombros. No quise insistir porque sobre todo a Alicia la noté muy cansada, con ojeras y con un aspecto desaliñado. Aún así, seguía estando guapa.

—Hasta luego Isco— dijo ella agachándose y dándole un abrazo a mi hijo. Yo sonreí de oreja a oreja al verles tan unidos.

—¿Cuándo vas a volver?— preguntó él.

—Pues cuando me inviten— bromeó ella riendo y yo me gané una mirada suplicante de mi hijo, con manos unidas y todo.

—Estoy seguro de que dentro de poco vuelve— respondí guiñándole un ojo y cogiéndole en brazos.

Por insistencia de Lucas, nos despedimos definitivamente y ambos hermanos salieron hacia su coche. Cerré la puerta y dejé a Isco en el sofá, sentándome yo a su lado.

—Cuéntame, ¿qué tal con Alicia?— quería saberlo todo, no porque no me fiara de ella, al contrario. En mi fuero interno tenía unas ganas enormes de conocerla, de saber algo más de aquella mujer que últimamente ocupaba mis pensamientos.

—Muy bien, me cuidaba mucho y hacía el desayuno mejor que tú— dijo entre risas y yo puse cara de sorpresa e indignación.— Pero por las noches era rara...

Fruncí el entrecejo y le invité a proseguir. Esa frase no conllevaba nada bueno.

—¿Cómo que rara? ¿Qué pasaba?

—Pues decía cosas y lloraba y una vez gritó y me desperté. Pero como sabía que era ella no me dio miedo.

Isco se encogió de hombros y dio por finalizada la conversación al agarrar el mando a distancia y encender la televisión. Yo me quedé estático, ensimismado. No le quería dar muchas vueltas al tema, seguro que tuvo una pesadilla pero... ¿dos noches seguidas? No sé, era bastante raro, como bien decía Isco. Quizás debería preguntarle a Lucas si todo iba bien...

Better things to come {Isco Alarcón}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora