Utilicé un bastoncillo de algodón para limpiar el exceso de máscara de pestañas que había manchado mi párpado, cogí el pintalabios de color nude y me lo pasé por los labios suavemente. Cuando terminé de arreglarme me quedé varios minutos mirándome en el espejo, catatónica, con la mente en blanco, simplemente observando la imagen de una chica que estaba a punto de ponerle fin a todo. Había llegado el día, Lucas me esperaba en la planta de abajo junto con Isco y a mis padres les vería allí directamente. Esta noche no había dormido, la había pasado entera entre los brazos de Isco, escuchando su respiración y sus calmados latidos. Aunque los suyos no fueron los únicos que sentí.
—¿Preparada?
Isco apareció en la puerta del baño. Iba con un traje formal pero no excesivamente elegante. Yo asentí saliendo de mi trance y le sonreí.
—Antes de nada quiero decirte que estés tranquila, no va a pasar nada malo, estamos todos aquí para apoyarte— dijo agarrándome de una mano y clavando sus penetrantes ojos en los míos.— Estás preparada.
—Gracias por estar aquí— le envolví con mis brazos. Sabía que pocos abrazos nos quedarían juntos.
—Tengo algo para ti— dijo contento al separarnos, yo fruncí el ceño.
—¿El qué?
—Ponte así, cierra los ojos.
Me colocó enfrente del espejo e hice lo que me pidió. Unos segundos más tarde noté algo en mi cuello y la destreza de sus manos apartando mi pelo. Al abrir los ojos vi aquel collar de Aristocrazy que me había gustado cuando fuimos de compras hacía ya cuatro meses.
—¿Cómo te has acordado?— reí con mis manos tocando la joya y mirándole a través del espejo.
—Nunca me he olvidado. En realidad lo compré hace ya unas semanas pero te lo quería dar hoy. Estás preciosa...— colocó su cabeza al lado de la mía y puso sus manos en mi vientre. Se me formó un nudo en la garganta que por poco hizo que se me saltaran las lágrimas.
—Te quiero mucho— suspiré siendo total y completamente sincera. Él me dio un beso en el cuello.
—Y yo a ti, mi amor. ¿Vamos bajando?
—Vamos.
Cogí mi bolso y bajamos de la mano al salón donde nos estaba esperando Lucas. Con un gesto de cabeza me saludó y salimos hacia el coche. El trayecto hasta los juzgados se me hizo demasiado rápido, en un abrir y cerrar de ojos ya nos encontrábamos allí, rodeados de un montón de periodistas. Desde lo del secuestro, "mi caso" se había hecho bastante conocido, sobre todo entre los medios de comunicación deportivos. Una vez dentro del lugar localicé a mis padres y nos dimos un abrazo. Con ellos sí que había retomado la relación, no podía decir lo mismo de mi hermano.
—Estamos orgullosos de ti, hija— me dijo mi madre con los ojos arrebatados en lágrimas.— Todo va a salir bien, ya verás.
—Sabemos que has tenido que tomar decisiones difíciles— habló mi padre. Me mordí el labio para no llorar.— Pero también sabemos que estás preparada para afrontar las consecuencias y que, pase lo que pase, nosotros siempre vamos a estar a tu lado.
—Os quiero mucho— afirmé antes de abrazarles de nuevo. Tenía que aguantar las lágrimas, no iba a derrumbarme tan pronto.
—Mira quién ha llegado— dijo mi madre señalando la entrada.
María me miró y las dos nos fundimos en un abrazo. Menos mal que estaba ella aquí, sino no sé qué haría. Ella estaba al corriente de todo, sabía que en todos estos meses no había sido capaz de contarle la verdad a Isco y que hoy, probablemente, se descubriría. Agradecía al universo que, a pesar de eso, me hubiera seguido apoyando incondicionalmente y no me hubiese juzgado.
—Fuerza, Ali— asintió agarrándome de los hombros y respirando pausadamente. Sonreí y asentí. Seguidamente se acercó Nacho y nos dimos un cálido abrazo.
—Nos tienes aquí, ya lo sabes— dijo pasando un brazo por la cintura de su mujer.
—Gracias, Nacho.
Isco y Lucas se acercaron a nosotros. Mi hermano prácticamente no me miraba, no podía ver como su compañero me daba la mano y me cuidaba porque podía barruntar el dolor que le iba a causar. Lucas era una buena persona, pero no sabía ponerse en la piel de los demás, al menos no en la mía.
Sentí que todos se tensaron así que me di la vuelta y vi a dos policías llevando a un hombre esposado dentro de la sala en la que se desarrollaría el juicio. Andre estaba cambiado, con barba de hace semanas y con un aspecto demasiado desaliñado para lo que él solía cuidarse. Cuando clavó su mirada en mis ojos casi pude sentir que me caía. Isco apretó mi mano para después rodearme con sus brazos.
—Estoy bien— afirmé intentado sonreír.
—Lo sé, pero quiero que sepas que me tienes aquí— insistió con la mirada. Aparté los ojos buscando evitarle. No podía aguantar más.
—Bueno, me voy con mis padres— habló Lucas seco y cortante, y seguidamente se fue. Ambos chicos se miraron extrañados pero sin darle demasiada importancia.
Isco sabía que había perdido relación con mi hermano en los últimos meses y lo peor era que creía que él tenía la culpa. Pensaba que Lucas no quería que tuviéramos un hijo juntos y que por eso se estaba distanciando de los dos. Yo no sabía cómo explicarle que no era esa la razón. No sabía cómo explicárselo sin decirle la verdad.
Mi abogada se pasó para saludar y de paso me avisó de que debía ir entrando. El resto tendrían que esperar un poco más.—Luego nos vemos— dijo María dándome un último abrazo. Con la mirada expresé el miedo que tenía y ella me apretó con fuerza. Nacho me dio un apretón y también sonrió transmitiéndome fuerza.
—Isco...— le llamé justo antes de entrar. Mi abogada estaba impaciente.— Pase lo que pase, recuerda que te quiero.
—Claro, cariño. Todo va a estar bien, te quiero— unimos nuestros labios una última vez y entré en la sala.
Allí solo estaban los abogados, los hombres de seguridad, el acusado y yo. Una vez en el asiento mi abogada me explicó algunas cosas a las que no presté demasiada atención pues Andre se había quedado demasiado impactado al ver mi tripa de cuatro meses. ¿Sospecharía que era de él? Era raro pensar que tenía algo suyo en mi cuerpo cuando el único hombre que había besado mi tripa y sujetado mi cabello en momentos de arcadas era Isco. Isco era todo lo que quería y sería todo lo que perdería.
—¿Entendido?— aunque no me hubiese enterado de la misa la media asentí. De repente entró la jueza, los oyentes y el resto de personas que fueron llenando la sala.
El juicio dio comienzo y yo miré una vez más a Isco y recibí una sonrisa que calmó mis nervios por unos segundos.
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Better things to come {Isco Alarcón}
Hayran Kurgu||La rutina de la violencia, del poder, del acoso, de las lágrimas ahogadas y del miedo hacia aquella persona que dice quererte. Alicia conocía muy bien todo aquello, la aturdía, la amordazaba y ella se dejaba llevar -quizás por falta de coraje, de...