Capítulo: 72

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No llevábamos más de tres horas y por el momento todo estaba yendo bien. Los sollozos de mi madre se escuchaban por toda la sala y yo apretaba los labios con fuerza para evitar que saliera aunque fuera una sola lágrima. Llegó el momento de que subiera al estrado y así lo hice, temblorosa y concienciada de que el abogado defensor de Andre me intentaría destruir. Me hizo una serie de preguntas que contesté con destreza y soltura, teniendo en cuenta la situación en la que me encontraba, hasta que llegó una que me sorprendió.

—Como usted bien ha dicho, señorita, había sido abusada por mi cliente mucho tiempo atrás. Si eso es cierto, ¿por qué no cortó la relación? ¿Por qué siguió con alguien que, supuestamente, le hacía tanto daño?— la palabra "supuestamente" la dejó bien marcada. Yo tragué saliva y hablé.

—Al principio no te das cuenta de dónde estás entrado y, para cuando lo haces, ya es demasiado tarde. De repente te ves en un laberinto y por algún motivo prefieres sufrir dentro que arriesgarte a salir. Pero si me preguntas la verdadera razón por la cual no me fui fue porque... le quería.

Andre clavó sus ojos vidriosos sobre los míos y yo no pude apartarlos. Veía su sufrimiento pero ya no me sentía culpable. Yo no le podía ayudar, fuera cual fuese su problema.

—¿Quiere decir, señorita, que ya no le quiere?— asentí apartando la mirada de Andre.— Según lo veo yo, usted estuvo enamorada de una persona que le hizo sufrir durante varios años, hasta que más tarde conoció a otro hombre del que también se enamoró y a partir de entonces comenzó usted a desarrollar un enorme rencor y odio hacia mi cliente. Esa oscuridad suya, señorita, es la que le ha traído hoy aquí, para acusar a un hombre inocente.

Por poco se me cae la mandíbula al suelo. Me dolía enormemente que tan siquiera se atreviera a comparar mi amor por Isco con el que le tuve a Andre. No, no eran ni medio parecidos. Y encima me acusaba de mentirosa. Menos mal que mi abogada salió en mi defensa. Miré a Isco entre la discusión y él me lanzó una mirada tranquilizadora. A su lado, Lucas no dejaba de moverse incómodo.
De repente, mi abogada llamada Macarena, soltó las palabras que temía que sonaran en esta sala.

—Yo hablo de datos y hechos, señor— continuó con la discusión.— Su cliente mantuvo encerrada en un piso de Alcobendas a Alicia durante cuatro días. Durante ese período abusó de ella sexualmente e incluso la perpetró laceraciones por todo el cuerpo— Macarena pidió permiso con un gesto de cabeza y dejó sobre la mesa de la jueza unas fotos que me tomaron el día que llegué al hospital. Yo todavía no me atrevía a mirar a Isco.

El abogado de Andre se puso en pie y tomó la palabra dirigiéndose directamente hacia mí. Me temblaban tanto las piernas que si hubiera estado de pie me hubiese caído.

—¿Es cierto que mi cliente abusó sexualmente de usted?— asentí levemente con la cabeza.— Veo que está embarazada, ¿ese hijo es de mi cliente?

Silencio. Diez segundos. Veinte segundos. La palidez del rostro de Isco cada vez se hacía más patente, y la de Andre no se quedaba atrás. María se tapaba la boca con una mano y la otra se la agarraba a Nacho. A mí me iban a explotar las lágrimas de los ojos. Bajé la cabeza y respondí.

—Sí.

No fui capaz de levantar la vista. Me agarré el vientre con las dos manos y suspiré, esta vez sin poder evitar que las lágrimas recorrieran salvajes mis mejillas. Un hombre del jurado me pasó un pañuelo y me limpié cuidadosamente.

—¿Y cómo sabe usted que ese bebé es de mi cliente? ¿Ha hecho pruebas de paternidad prenatal?

—No, pero...

El abogado me cortó la frase que ni yo misma sabía cómo seguir. Miré a Andre y le noté nervioso y excitado, como si nunca se hubiera imaginado que este bebé era suyo. En cambio Isco era otra imagen totalmente diferente. Tenía la cabeza agachada, jugaba con sus manos y Lucas le intentaba decir algo. De repente se levantó y salió de la sala acompañado con un golpe al cerrarse la puerta. Creo que mi madre y yo lloramos al unísono.

(...)

Una hora después nos dieron un descanso. Yo tenía los ojos rojos y la cabeza me estaba a punto de explotar. Para mí, ya lo había perdido todo.
Me dirigí al baño directamente para arreglarme aunque fuera un poco y María vino detrás mía. Nos abrazamos durante un minuto entero sin decir nada.

—Tú tranquila, el juicio está yendo bien, que es lo importante.

—Ya no me importa el juicio...— sollocé.— Joder, sabía que esto iba a llegar pero... Supongo que no estaba preparada.

—No quiero que hables así. Lo de Isco lo vas a arreglar pero cada cosa a su tiempo, lo primero es ganar este jodido juicio, ¿vale?

—A Isco es imposible que lo recupere...— me acaricié la tripa recordando todas las veces que él la había acariciado pensando que el pequeño llevaría sus genes.— Soy una estúpida, debí habérselo dicho antes...

—Ya no se puede cambiar el pasado, pero sí el presente. Alicia, escúchame— me agarró de los hombros.— Esfuérzate en que esto salga bien o ese cabrón volverá a estar libre.

Asentí suspirando. Tenía razón, cada cosa a su tiempo.

—¿Y Nacho?

—¿Qué pasa con él?

—¿Me odia?

—No— negó sonriente para tranquilizarme.— Me tomé la libertad de contárselo todo ayer por la noche, con pelos y señales. Él te entiende, aunque lo siente por Isco, porque es uno de sus mejores amigos.

Salimos del baño y nos encontramos con mis padres, Lucas y Nacho. Mis padres me besaron por toda la cabeza y me animaron a que siguiera luchando, aunque esto cada vez estuviera más cuesta arriba. Lucas se acercó a mí por primera vez desde que habíamos llegado.

—Te puedes ahorrar el "te lo dije", sé todo lo que piensas, que soy una gilipollas y una cabrona por lo que le he hecho a Isco, que debería haber actuado de otra forma. Que le jodan al niño que es hijo de un monstruo, ¿no?— lloré sin intentar evitarlo. Lucas negó con la cabeza y me abrazó. Yo estaba prácticamente ahogándome con mis propias lágrimas.

—Por favor, haz que metan en la cárcel a ese hijo de puta— me pidió acariciándome la mejilla. Pude ver en sus ojos que él estaba sufriendo mucho más de lo que aparentaba.

Aprovechando la hora de descanso que nos habían dado decidimos subir a la cafetería. Nos sentamos todos juntos en una mesa e intentamos hablar de las cosas que estaban saliendo bien. Nadie mencionó a Isco. Macarena vino a buscarme y me pidió que habláramos así que salimos de la cafetería y nos quedamos en el pasillo. Me estuvo comentando cómo íbamos y los ases que aún se guardaba bajo la manga. Al terminar yo me quedé un momento ahí sola, queriendo asimilar por unos segundos lo que estaba pasando.
Vi por el rabillo del ojo que alguien había entrado en el pasillo y se acercaba a mí pero se quedó parado antes de llegar. Y era él.

Better things to come {Isco Alarcón}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora