Isco
Salí del profundo sueño poco a poco, lentamente, empezando a ser consciente de mi alrededor. Cuando me quise dar cuenta noté otro cuerpo a mi lado, mis brazos rodeando su cuerpo desnudo. Sonreí al recordar la noche anterior, había sido perfecta. Alicia descansaba entre mis brazos tranquila, con ligeros movimientos de párpados que me hicieron intuir que seguía durmiendo. Le dejé un beso en su suave mejilla y salí de la cama, me puse unos boxers y unos pantalones de deporte –los primeros que pille, de la selección española– y bajé a la cocina para preparar el desayuno.
Mientras se hacían las tostadas cogí mi teléfono, respondí al mensaje de Vito donde me recordaba que en tres días me traía a Isquito, y llamé a mi colega tatuador. No, no me había olvidado. Logré una cita para esa misma tarde. ¿Me mataría Lucas cuando se enterara de lo del tatuaje?Acababa de terminar de preparar el desayuno cuando apareció Alicia por el umbral de la puerta con una camiseta mía –¿o debería decir suya?– y el pelo despeinado por los hombros. Ella me sonrió y vino a mis brazos, fue ese el momento donde me di cuenta de que lo de anoche había sido real, no un sueño ni una alucinación.
—¿Qué tal has dormido?
—Genial, ¿y tú? ¿Te despertaste hace mucho?
—No, hace a penas unos minutos. Te he hecho el desayuno— dije señalando con el brazo la mesa de la cocina.
—Ya lo veo, wow, gracias— dijo todavía con la voz algodonada propia del sueño.
Nos sentamos en las sillas y comenzamos a degustar el desayuno. Pues sí, me lo había currado bastante.
—Hoy a las seis— le solté divertido esperando su reacción de sorpresa y confusión.— Piensa qué tatuaje quieres y dónde.
—¿¡Hoy?! ¡Madre mía! No me metas tanta prisa...
—Sino no te lo harás nunca.
—Cierto, pero... Uff, tengo que meditarlo.
Tras el desayuno lavamos los platos ensuciados y yo me preparé para el entrenamiento, que hoy nos tocaba por la mañana. Alicia me dijo que saludara a Lucas de su parte y que ya volvería a casa por la noche. Me hacía gracia porque el gallego a veces parecía que se picaba y actuaba de padre protector, echándome a mí la bronca por tenerla siempre fuera de casa.
—Te espero aquí— espetó tirada en la cama cuando yo ya estaba vestido y preparado para irme. Me acerqué a ella y nos dimos un beso raudo.
—No me eches muchos de menos...
—No te preocupes— se rió y con ese sonido me marché hacia el coche, con su risa haciendo eco en mi cerebro.
(...)
—Dios, creo que me voy a desmayar— dijo con gesto serio al ver la aguja que Raúl acercaba a su cuerpo. La verdad es que daba miedo, así todo tatuado, con los guantes de latex y la mascarilla en la boca. Raúl soltó una risa ligera.
—No tardaremos nada, ya verás.
No me había querido decir qué se iba a tatuar pero sí dónde, en el lateral exterior de la muñeca. Al parecer sería algo sencillo.
—Tranquila, no dolerá mucho— intenté apaciguar sus nervios pero solo me miró sabiendo que mentía.
—No me sueltes, Isco, no me sueltes— repitió cerrando los ojos con fuerza al notar la punta de la aguja contra su piel. Reprimí una risa y apreté más fuerte el agarre de su otra mano.
Raúl acabó antes de lo que ambos esperábamos, ella con todo el cuerpo sudado y tenso y yo con ganas de saber qué se había tatuado. Sonreí al ver la palabra "Magia" en su muñeca, sonreí como un gilipollas.
—¿Por qué esa palabra?
—Porque así empieza el nombre de mi canción favorita— explicó incorporándose en la silla de tatuajes.— Y porque estoy enamorada de un mago, que sabe más trucos de magia de los que cree.
Con una sonrisa de oreja a oreja se levantó del asiento y me dio un beso sincero en los labios. Incluso a estas alturas el corazón me comenzó a latir fuertemente.
—¿Crees que alguna vez te arrepentirás?
—No lo haré. Te quiero, y nunca me olvido de los sentimientos que me han provocado las personas.
—Eres perfecta— reí y le despeiné el pelo ligeramente para después darla un beso más. Hay que ver las ganas que tenía siempre de besarla.
Después de pagar nos dirigimos a mi coche y de ahí hacia su casa, donde esperaría Lucas totalmente inconsciente de lo que acababa de pasar. Alicia no dejaba de mirarse la muñeca la cual estaba parcialmente cubierta por un plástico que aislaba la piel recién tatuada del exterior. La palabra estaba en cursiva y con letras hiladas entre sí, y destacaban en su piel ligeramente bronceada.
—Gracias por haberme obligado a venir, ¡me encanta!
—Oye, que yo no te obligué, solo te di el empujón. A ver qué le dices ahora a Lucas...
—Uy, Lucas— puso una mueca que me causó muchísima gracia.— A él no le gustan los tatuajes y a mis padres menos, si cabe.
—Ya tienes tus años, puedes hacer lo que quieras.
—Lo sé, pero cuando me vean mis padres... A ver que me dicen— rió ligeramente aunque yo fruncí el ceño. Por la manera en la que lo dijo me dio la sensación de que los vería pronto. No estaría pensando en volver a Galicia, ¿no?
—¿Los vas a ver pronto?
—Sí, en un par de semanas iremos a La Coruña por el cumpleaños de mi madre.
—Ah, está bien. No te vayas mucho tiempo— dije acariciando su mejilla aunque sin apartar demasiado la mirada de la concurrida carretera.
—No lo haré— se inclinó sobre el asiento y dejó un beso humedecido en mi mejilla. Se me quedó esa sensación de que te habían marcado, de que tenía su huella en mi piel y no quería perderla nunca. No quería perderla.
—¡Llegamos!
Aunque los dos íbamos un poco nerviosos por la reacción de Lucas frente al tatuaje de su hermana, la cosa no fue para nada mal.
—Mira, ya eres mayorcita, haz lo que quieras. La verdad es que te queda muy bien— dijo cogiéndola del antebrazo y observando con precisión científica la tinta de su piel. Ella sonrió con una mezcla de alivio y orgullo.— Y tú, cabrón, como la incites a hacerse más tatuajes en casa de mis padres no entras ni como invitado.
—Me lo apunto— reímos.
Me invitaron a cenar allí con ellos, tomamos unos sandwiches vegetales y un par de cervezas –quizás deberíamos haber bebido agua, en fin, por un día no iba a pasar nada–. Seguidamente me tuve que ir, a la mañana siguiente madrugaba y además tenía que ir a comprar comida para el gato.
—Te recuerdo la existencia de Iker— la dije una vez estaba con medio cuerpo fuera de la casa.
—¿Perdona? Pero si estoy todo el rato con él.
—¡Qué falsa! ¿Acaso vives con él?
—No, pero siempre que estoy en tu casa cuido de Iker y le abrazo y le doy cariños. No como tú— bromeó y pasó sus brazos alrededor de mi cuello.
—Yo le doy cariños a otra— nos dimos un último beso, esta vez uno más apasionado, de esos de despedida, de los que no quieres que terminen. No me apetecía volver a mi casa solo, prefería estar con ella o con Isquito, pero solo no podía. Se lo conté con mis labios y con mi lengua, y por un momento pareció que me dejaba paso en su cuerpo y en su casa.
—¡Media hora para despediros coño!— gritó Lucas desde no se donde. Ambos reímos y nos apartamos.
—Hasta mañana— dijo ella sonriente. Joder, amaba el orden de sus dientes y la forma en la que su labio superior se levantaba ligeramente al sonreír.
—Hasta mañana...— la guiñé un ojo y me metí en el coche sin mirar atrás. Contaría las horas hasta volver a verla, a ella y a mi hijo, que me moría de ganas porque Victoria lo trajese ya conmigo. Por otro lado me tenía que centrar porque en dos días teníamos partido contra la Real Sociedad y en breves contra el PSG. La verdad es que me moría de ganas.
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Better things to come {Isco Alarcón}
Fanfic||La rutina de la violencia, del poder, del acoso, de las lágrimas ahogadas y del miedo hacia aquella persona que dice quererte. Alicia conocía muy bien todo aquello, la aturdía, la amordazaba y ella se dejaba llevar -quizás por falta de coraje, de...