Capítulo: 77

1.5K 63 13
                                    

La sala se llenó de júbilo y de exclamaciones de alegría cuando la jueza dictó la sentencia: acusado de violación, intimidación y secuestro, condenado a quince años de cárcel con derecho a revisión a partir de los siete años cumplidos. Macarena me abrazó emocionada, lo había conseguido, este era el resultado merecido de tanto esfuerzo. Yo, en cambio, no sentía la felicidad que todos emanaban, miré a los ojos de Andre y solo pude sentir pena. Dos policías le engrillaron y le dirigieron a la salida, yo no dejé de mirarle ni un solo segundo. A pesar de todo, habíamos tenido una vida y una historia juntos, algo mala y macabra, pero estaba ahí.
Lucas se tiró a mis brazos sacándome de mi ensimismamiento, me apretó tan fuerte y tan desprevenidamente que casi me hunde el vientre. Se disculpó entre risas y me llenó las mejillas de besos. Mis padres vinieron detrás igual de emocionados.

—¿Ves como todo ha salido bien, cariño?— me dijo mi madre agarrándome fuerte de la mano. Yo sonreí y asentí, aunque el labio inferior me temblaba.

—Dios, Alicia, ¿no estás contenta?— intuyó mi hermano.— Sé que quince años es una mierda, pero en ese tiempo se va a olvidar todo.

—Lo sé— sonreí esta vez en serio y le abracé.

Se acercó María con lágrimas en los ojos y una sonrisa radiante. Una bonita forma de saber cuánto le importas a alguien. Nos dimos un largo abrazo al que posteriormente se unieron Nacho y Sergio, acabamos riendo.

—¡Esto habrá que celebrarlo!— habló Dani más que entusiasmado.

—Te voy a regalar una botella de coñac...— dijo Sergio besándose la punta de los dedos como si fuera la mayor delicia jamás conocida. Yo reí.

—Estoy embarazada, ¿recuerdas?

—Joder, ya la quería intoxicar— rió Nacho.

—Vale, pues entonces plan B. Una buena tarta.

—Eso lo apruebo— dijo Lucas a mi lado.

—Vamos saliendo, que hay que desalojar la sala— nos avisó Macarena, quién estaba hablando con mis padres y siendo felicitada.

Una vez fuera, en la entrada, pude ver a través de la cristalera a Isco y a Marco. Estaban los dos hablando y me moría de ganas de saber de qué. En realidad me moría de ganas de verle volver a mí.

—¿Os parece bien a las ocho, en mi casa?— habló Dani. Volví la vista al grupo y sacudí la cabeza.

—Por mi perfecto— aclaró Sergio, seguido de Nacho y Lucas. María me miró interrogante, como preguntándome si estaba preparada.

—Supongo que sí...

No tenía muchas ganas, pero supongo que habría que celebrar algo así. De repente apareció Marco y pasó su brazo por mi cuello, pillándome el pelo y llevándose una regañina por mi parte.

—Me apunto.

—Ya contábamos contigo— aclaró Sergio guiñándole un ojo seductoramente y carcajeando.

—Es que sin mí la fiesta no tiene sentido, lo sé— claudicó divertido. Luego se dirigió hacia mí.— Sal fuera un momento, Isco quiere hablar contigo.

Se me paró el corazón unos segundos, María me dio una palmadita y reaccioné. Me escabullí entre la gente hasta que conseguí salir fuera. Isco estaba bajo un saliente del techo, protegiéndose de la suave lluvia que parecía acababa de comenzar. Me acerqué a él nerviosa, como si fuera nuestra primera vez, como aquel día en los vestuarios cuando le vi sin camiseta. Sonreí amargamente y carraspeé para llamar su atención.

—Has venido.

—Enhorabuena— asentí con los labios fruncidos mirando mis botines.— No sabes cuánto me alegro de...

—Lo sé, gracias.

Él también frunció los labios y se tambaleó. Al parecer no tenía mucho que decir o las palabras se le estaban atragantando en la boca.

—El otro día fui muy duro contigo... Estaba enfadado y dolido, pero no debí tratarte así. Es más, solo pensar que te hubiese recordado ligeramente a Andre no me dejó dormir esa noche. Perdóname.

—No hay nada que perdonar, fue mi culpa, yo... Solo te pido que me dejes explicártelo y que me juzgues a partir de ahí— los labios me volvieron a temblar. Sabía que él estaba arrepentido de lo que pasó el otro día, pero también notaba que seguía dolido. Había una fuerza extraña que nos separaba ahora mismo.

—Está bien— asintió tras pasarse la lengua por los labios como siempre solía hacer. Suspiré.— Vamos a mi coche, aquí empieza a hacer frío.

Bajamos los escalones y corrimos hasta su coche mojándonos con la lluvia cada vez más intensa. Me abrió la puerta, entré y la cerré rápidamente. Él se apeó por su lado y metió las llaves en el contacto para poner la calefacción. Ahora es cuando debía hablar pero, cómo no, no me salían las palabras ni sabía por dónde empezar.

—Tú dirás.

—No es la primera vez que me he quedado embarazada— empecé por ahí, sorprendiéndole. Cambió su vista de la carretera hacia mí.— Lo estuve hace unos años pero Andre me obligó a abortar. A mí ese suceso me impactó mucho, no sé por qué. Creo que tengo un enorme instinto maternal y quise tan rápidamente e intensamente a aquel bebé que no supe afrontar su pérdida. Desde entonces me prometí nunca volver a hacerlo.

Isco me escuchaba y asentía, pero no lograba descifrar nada de su expresión facial.

—Cuando me enteré de que estaba embarazada fue en el hospital. Lo dejé pasar un tiempo, necesitaba asimilarlo. Pero cuanto más pasaba más me cercioraba de que no iba a abortar, de que quería tener un hijo, y ese bebé— me toqué la tripa al nombrarle e Isco desvió su mirada hacia mi vientre— no tenía culpa de nada. Tú entonces te diste cuenta de que estaba embarazada y supe que te lo tenía que contar, pero Lucas y mis padres, los únicos que lo sabían, no dejaban de forzarme a abortar. Me sentía acorralada y no quería que tú actuaras así también. Así que sí, cometí el jodido error de no decirte nada porque tenía miedo de tu reacción, de que perdiera un hijo una vez más o de que me dejaras por no habértelo dicho en su momento. Irónico, ¿no?— reí amargamente con lágrimas en los ojos y la vista fija en mis manos.

—Yo nunca te habría forzado a algo así, Alicia— dijo con voz serena y agarró una de mis manos, haciendo que le mirara a los ojos. Él tenía el ceño fruncido y me miraba consternado. Me pareció ver sus ojos aguados.

—Lo siento— susurré en un hilo de voz.— Perdóname, no quiero perderte.

Enseguida sus labios se mezclaron con los míos, sedientos. El beso supo a agua con sal, pero me calmó todos los nervios. Si esto era un perdón, era la mejor manera de perdonar del mundo. Al separarnos comprobé que el causante de aquel sabor había sido él.

—Te quiero, te quiero joder...—susurró con ansias para volver a besarme. Sonreí en el beso y acaricié el nacimiento de su pelo en el cuello. De repente un dolor muy agudo me punzó el vientre.— ¿Estás bien?

—Sí, sí...— ignoré el dolor y volví a besarle, pero una vez más lo sentí doloroso como un demonio. Me incliné y apoyé mis codos en mis rodillas.

—Ali...

—Tranquilo...— agarré su mano y la apreté fuerte. Llevaba cuatro meses, no podía estar pariendo. Solté un chillido agudo al volver a sentir el dolor en la zona abdominal. Además sentí unas contracciones casi inaguantables. ¿Qué estaba pasando?

—¿Qué ocurre, Ali? Háblame— exclamó asustado poniendo una mano en mi espalda y con la otra apartando mechones para poder ver mi cara.

—No sé, Isco... No sé...— logré mascullar. Él me puso el cinturón como pudo y arrancó el coche.— ¿Q-qué haces...?

—Estás embarazada, no me voy a arriesgar a que te pase... Os pase, algo.

Better things to come {Isco Alarcón}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora