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16 de Agosto 2018

Seattle
Lauren

Odiaba los días de descanso en caso de accidente que nos daban en la estación. Mis padres insistieron que Megan y yo permaneciéramos unos días ahí en la casa, así mi madre cuidaría que yo no me lastimara y mi padre llevaría a Megan al preescolar por la mañana.
A nadie le había contado y guardaba con tanto rencor la noticia que Camila estaba de nuevo en Seattle.
No tenía hambre y la preocupación de que ella volviera para reclamar a Megan me aterraba.
No tenía nada a mi favor, no tenia el dinero suficiente como para contratar un abogado y tenía un trabajo demasiado riesgoso, aunque Megan llevaba mi apellido sabía que Camila tenia el dinero suficiente como para arrebatarla de mis brazos.

-¿Me contarás que te mantiene tan pensativa Lauren?
Yo apagué la televisión cansada, no quería desperdiciar mis días en casa. Necesitaba trabajar realizar mi rutina.

-No es nada mamá.

-Es desde ayer que llegaste, ¿Que ha pasado en ese incendio? Se sentó a mi lado y tomó mis manos tratando de convencerme para contar la verdad.
No pude seguir mintiendo y mantener lo pesado en mi pecho.

-Ayer en el hospital, fue la misma Camila Cabello quien me reparó la herida...si mamá ella regreso y ahora luce como la persona que siempre quiso ser, es médico y trabaja en el hospital de su padre.
Mi madre cubrió su boca antes de soltar un sollozó. Ni siquiera yo podía consolarla.
Aunque dando vueltas en mi cabeza me trataba de convencer, ella se había ido por que no quería estar con nosotras no había motivo por el cual quisiera regresar ahora.
Debía llevar en claro que yo no la iba a perdonar.
Cuando mamá comprendió la gravedad de la situación tomó mis mejillas.

-¿Que te ha dicho cariño? ¿Quiere ver a Megan?
Con solo la mención. Me levanté de forma abrupta del sofá.

-Yo no he pensado ni siquiera en acercarla tanto a mi, ella nunca va a ver a Megan ¿Bien?
Mamá se apresuro a alcanzarme.

-Cariño, ella es su hija, aunque haya tomado malas decisiones tienes que tener la idea que si intenta ver a Megan tal vez lo logré. Bufé enfadada.
No quería pelear con mamá por un caso perdido. Necesitaba salir un rato, despejar mi mente y pensar lo que haría para protegernos.
Tomé el auto para conducir por cualquier calle, no me importaba. Terminé estacionando y entrando a un viejo bar cerca de la estación. Apenas entre, sentí el olor a humo de tabaco, algún tipo de aromatizante mezclado y música, clásicos del rock. Parecía la mejor opción ahora.
Sobre la barra pedí algo leve para calmarme. Sentí como alguien se sentaba a mi lado.

-No haz tomado muy bien el descanso Jauregui. Me giré para verla, era Kordei la nueva en la estación. Sonreí un poco.
Y correspondí a su saludo.

-Es horrible cuando te pasan este tipo de cosas, odio tener que quedarme en casa.
Me quejé.

-Se escucha terrible, oye te invito una copa, mientras llega el tiempo para recoger a mi novia. Asentí, yo debía ir por mi pequeña también. Comenzaba a pensar que era buena idea volver a nuestra casa. Si Camila pretendía buscarnos el primer lugar seria la casa de mis padres. Estaba muy decidida a evitar que se conocieran, y mis padres no iban a apoyarme.

-¿Así que tienes novia? Le pregunté a Kordei.

-Si, bueno en realidad apenas comenzamos a salir, uno de sus primos es mi amigo así que nos topamos de casualidad en una fiesta, hemos salido un par de veces.
Sonaba bien salir en citas, aunque yo no lo hubiera intentado ni una sola vez en los últimos 4 años. Ni si quiera cuando Lucy mi antigua novia del colegio volvió un verano e intentó de nuevo reconquistarme. Para ese entonces la única mujer de mis ojos era mi pequeña Megan.

-¿Y tu? Supongo que sales con alguien.
Reí un poco.

-En realidad si, con mi hija todos los fines de semana al parque.
Kordei comenzó a reír por mi comentario, el dueño del negocio hizo lo mismo. Lo había dicho en voz alta.
Comimos unos bocadillos antes de salir, aunque no bebía mucho siempre acostumbraba acompañarlo con algo de alimento para evitar efectos.

Antes de despedirnos ella prometió ayudarme a conseguir a alguien para una cita, mencionó a algunas conocidas de su chica. Solo seguí su juego.

Subí al auto de un mejor humor, Kordei parecía una mujer muy divertida y con buena conversación, al menos para trabajar nos llevaríamos bien.
Llegué al preescolar. Meg me recibió con su acostumbrado abrazo de oso.

-Mamá. Llamó al estacionar en el porche de nuestra casa.

-¿Si?

-Pensé que estaríamos con los abuelos hoy, me gusta pasar la tarde con ellos. Hizo un puchero realmente tierno.

-Oye, esta vez seremos solo tu y yo ¿Te agrada? Podemos ver películas toda la tarde.
No estaba muy convencida de aceptarlo pero terminamos en la sala con los cojines sobre la alfombra y un montón de pizza.
Aunque intentaba alimentarla sanamente de vez en cuanto la complacía con este tipo de comidas.
Su carita lucía cansada cuando comenzó a oscurecer. Mamá ya había hablado desde antes. Habíamos subido la voz un poco así que decidí darle el tiempo para que dejara pasar sobre esta situación. También lo había comentado ya con papá y para mi desgracia, ambos decidían darme la espalda. ¿A caso ellos no recordaban como había sufrido con Megan sola?
Durante sus noches interminables de llanto, con fiebre, sin sueño, con risitas que de a poco se habían convertido en sus primeras palabras. Dios. Nadie entendía todo lo que me había esforzado con ella y de pronto que alguien quisiera venir a quitarme su cariño me llenaba de miedo. Me aterraba la idea de Meg conociendo a Camila.
Y me aterraba más la idea de Camila estando cerca de mí. Con esos dulces ojos cafés y la sonrisa más tierna que había conocido.
Limpie mis lágrimas mientras colocaba a Meg sobre la cama para dormir. Sin dudar un poco la arrope junto a mi lado y ella recargo su cabecita en mi hombro.

Cuando te fuiste Donde viven las historias. Descúbrelo ahora