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28 de Septiembre 2018

Seattle
Camila

Respiré aire fresco y esperé a que ella apareciera. El pequeño espacio afuera del hospital en la siguiente planta era ideal para discutir.
Después de haber llorado y tener el coraje al escucharla decir que debía alejarme me convenció de lo que debía hacer. No iba a renunciar a Megan. Ni siquiera mis padres iban a impedirlo.

-No puedes estar pensando lo contrario Camila. Dijo a mi espalda. -No debes siquiera pensar estar cerca ¿O quieres que te recuerde los motivos.
Preguntó sarcástica.

-Ya los conozco bien, no tienes que decir nada. El viento frío comenzó a calarme. Solo una pequeña lámpara alumbraba el espacio donde estábamos.
-Pero a estas alturas ya no me importa.
Dije fría.
Respiro profundo. -¿Que vas a hacer atacarme como una loca?

-No vales la pena. Dijo. Mi corazón dolió.

-Bien ahora que ya lo se debo decirte algo, no me importa lo que pienses y te agradezco cuidar de Megan por estos años, pero ahora que la conozco no planeó salir de su vida, es más bien lo contrario. Gruñó. -Ella ni siquiera es tu hija Lauren.

Apretó los puños a su costado. -No digas nada de eso.

-Es hija mía y de Chris.

-¿A donde quieres llegar con esto? A que haz sido la peor madre del mundo, abandonarla y regresar por ella, no lo va a entender, además Chris ya no esta.

-Pero ante la ley sigue siendo hija mía y de el, si quisiera luchar por ella la tendría a mi lado en unos meses y lo sabes.
Lauren titubeó, su semblante era duro. Sabía cuanto le lastimaba aquello, pero ya no me importaba, si ella podía hacerlo, yo también.
Todo era por Megan.
Tenía que fingir y ganar esa batalla. No sería capaz de arrebatarle a Megan. No. Ellas me importaban demasiado como para hacerles más daño.
Tenía que actuar.
Se dió por vencida.

-¿Que es lo que quieres?
Su voz seguía siendo confusa, llena de odio.
Perdóname Lauren. Dije en mi mente.

-Que me dejes verla en la semana por la tarde, conocerla y que me conozca, tampoco planeo soltarle de golpe que soy su mamá.
Se agarró el cabello desesperada.

-Por dios, escúchate Camila, si no fuera por esa terrible coincidencia de entrar aquí el día del incendio, tu ni siquiera te hubieras topado conmigo, no te importaba Megan al llegar aquí, no la buscaste, te fuiste por tres años de su vida.
Sus palabras sonaban con resentimientos como tratando de poner toda la verdad sobre nosotras.

-Tu no sabes nada de mi vida estos años.
Dije sin querer contar más. No serviría de nada contarle cuantos meses de terapia de tratamiento había tenido. Nada. Si ella solo seguía pensando que las había abandonado por que realmente quise. Las amenazas de mi padre.
Las noches que había tenido pesadillas, en las que moría por dejar todo y arriesgarme a que mi padre actuará por que yo solo quería buscarlas.
La primera noche que estuve en Seattle fui al parque donde solíamos pasear después de haberla conocido. Anhelaba regresar el tiempo y darme la oportunidad con ella, incluso antes de Chris. Había sido la más tonta sobre la tierra. Me maldecía en mi cabeza una y otra vez.
Un intentó de suicidio después de dos meses de irme de su lado.
Finalmente todo eso me había llevado a donde estaba. Había cerrado mi mente y mi corazón con un solo objetivo cumplir alguno de mis sueños. Estudiar. Ser alguien y si el destino quería, buscar la manera de recuperarla.
Y ese había sido mi peor error, esperar a que las cosas pasaran.
Hoy tenía que tomar esa decisión. Actuar de forma segura para evitar que ella alejará mi hija de mi.

No quería hacernos más daño y la única forma de tener a Megan, era dañando a Lauren. No quería. Yo la amaba.

-Escúchame bien, voy a dejar que la veas pero será bajo mis condiciones.
Asentí era la única oportunidad que tenía.
-Nunca será a solas, será en nuestra casa y solo será por una hora, dos veces a la semana.

-Tres. Dije con voz débil. Mi momento de valentía se había terminado. Suspiré con tristeza.

-Será dos veces y jamás vas a mencionarle que eres su madre, solo hasta que yo crea oportuno.
Iba a salir de ahí pero ella me sostuvo por el brazo.
-Camila, si le haces daño, si te vas de su lado otra vez, ten por seguro que haré que te odie, no podrás volver a ella nunca más ¿Entiendes?

Dejó de apretarme y me quejé. Caminé con un dolor en el pecho. Necesitaba llorar. ¿Porque debía ser esto así?
Solo dos horas a la semana con ella, era peor que nada y no tenía idea de como iba a comenzar.

Cuando te fuiste Donde viven las historias. Descúbrelo ahora