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15 de Diciembre 2018

Seattle
Camila

Estuve a punto de salir de ese sitio un par de veces, la impaciencia me superaba.
No podía creer aun todo lo que pasaba.
Mi padre había hablado conmigo para explicarme lo que pasaba. Según todos los estudios que habían hecho a Lauren, tenía una probable perforación intestinal y hemorragia, no sabían si el impacto había hecho daño a otro órgano. Yo rezaba para que no.
Requería transfusiones y demás tratamiento para recuperarla, estaba con intubación endotraqueal y entre más me contaba me daba cuenta de la gravedad.
Cinco horas pasé luchando con esas ganas de escapar.
Mi madre había hablado, se hacía de noche y Megan exigía ver a una de las dos para ir a dormir.
Mi corazón se rompía con imaginar, nuestra hija no podía enterarse de lo que le pasaba a Lauren. No quería que me viera en ese estado. Entumecida, llorando y la mirada más desconsolada.
No podía.
Necesitaba saber las oportunidades que tenía Lauren.
La culpa de lo que días anteriores había pasado me mataban de a poco, hubiera pasado ese fin de semana con Lauren y Megan, felices y ahora.
Dios la amaba tanto que no podía imaginarme quedarme sin ella.

Dinah llamó a la puerta antes de entrar. Mi amiga se había quedado cerca cuando su turno había acabado, incluso Normani había llamado para tratar de explicarme lo qué pasó.
¿Como ese hombre le había disparado sin más?

-Camila ¿Como te sientes?
Yo tenía un dolor de cabeza inmenso, desconsolada y al principio estuve a punto de perder la consciencia, ella me había ayudado a llegar a la oficina de mi padre.
Insistía en que tomará un poco de café o té. Pero no podía.

-Muy mal, quiero decir, aún no puedo creer que ella esté ahí en la sala de quirófano.
Mis ultimas palabras salieron entrecortadas.
Mi amiga se acercó y se sentó a mi lado. Sus manos acariciaron mis hombros para reconfortarme.

-Camila tienes que ser fuerte cariño, apuesto a que Lauren sabe luchar por ustedes.
Mi llanto fue incontenible, ni siquiera podía explicar como me sentía.
Dinah no comprendería las tonterías que había hecho en los últimos días. Había alejado a Megan de Lauren, cuando ninguna de las dos podían resistirlo, cuando ella ahora estaba aquí luchando para vivir.

-No...Dinah, ella y yo peleamos desde el viernes, Megan y yo estuvimos en casa de mis padres el fin de semana, Lauren debió odiarme al instante, solo hablaba con Megan por las noches y yo estaba dispuesta a buscarla hoy, pero mira lo qué pasó.
Sollocé en sus brazos. No podía sentirme peor.
Comencé a dar vueltas en el lugar, ya había pasado mucho tiempo, aún no salían de quirófano, no teníamos ninguna noticia. Iba a enloquecer.

-Entraré a quirófano, debo saber que está pasando.
Dinah me detuvo cuando iba a salir.
-Por favor Di.

-Shhh...ven aquí, te prometo que pronto tendrás noticias, ¿A caso no confías en tu padre? Camila, todo va a estar bien.
Estaba realmente asustada.

-También debo ir con Megan.

-Bien, debes calmarte, ella no puede verte así.

Mi padre entró a la oficina.
Mi corazón se detuvo cuando vi esa mirada en sus ojos. No podía ser. Muchas ideas comenzaron a inundarme. Los brazos de mi padre me envolvieron para evitar que cayera y me guió al sofá.

-Ella esta en terapia Camila, a perdido mucha sangre, pero tenemos demasiadas posibilidades de que ella se recupere, es algo crítico, confiamos ahora en Lauren, a sido muy fuerte.

-¿Puedo verla ahora?
El asintió y me dió un abrazo.
Al entrar a la habitación mi sangre se helo, la vista era terrible, Lauren en medio de la camilla rodeada por todos los aparatos.
Estaba acostumbrada a ver un sin fin de pacientes de esa forma, pero definitivamente no estaba preparada para verla a ella.
En silencio caminé a la camilla y me acerqué.
Toqué suavemente su mano, estaba fría. Su pecho subía y bajaba de forma constante, sabía que era por el ventilador.
La bata cubría la herida reciente. Pálida, demasiado pálida. Dejé un beso en su mejilla en un toque leve.
Su estado era delicado.
Eso me partía el corazón.

-Lauren, mi amor. Las lágrimas salieron y me estabilicé un poco con la cama. Sabía que Dinah estaba justo detrás de mi.
Mi padre solamente nos había guiado y había salido para dar indicaciones.
-Dios, tienes que despertar por favor, tienes que ponerte bien.
Besé sus dedos y me alejé un poco, necesitaba tomar aire.

-¿Estas bien? Dinah preguntó. La verdad es que no. No estaba nada bien.
Quería quedarme con ella todo el tiempo, sabía que no era posible, ella debía estar en constante vigilancia.
Y aunque yo trabajara en el hospital mi padre no permitiría que me encargara ni cerca del caso de Lauren.
Pensé en Mike y Clara, llevaban casi las mismas horas que yo esperando en una sala. Al menos trataría de conseguir un poco de tiempo para que ellos pudieran verla solo unos minutos.

La miré por mucho rato, y el tiempo se agotó. Mi padre entro junto al personal de enfermería y debíamos salir.
Tomé su mano de nuevo.

-Te amo Lauren, por favor se fuerte, tienes que estar bien, por nuestra hija.
Dinah me guió fuera.
Y habló un poco con mi padre. Debía llevarme a casa para Megan.
Tenía que tratar de recomponerme al menos unas horas.
Caminamos en silencio hasta la sala donde Mike y Clara esperaban.
Apenas me vieron vinieron hacía mi.

-¿Ya la viste? Clara preguntó con los ojos humedecidos. Mike se miraba fuerte pero sabía que lo hacía por Clara. Definitivamente no merecían esto.

-Si. Mi voz entrecortada.
-Esta en terapia, yo...ahorita esta grave y necesita recuperarse de a poco, mi padre vendrá a explicarles en un rato.
Mike sobo mi cabeza mientras Clara se abrazó a mi. No podía contener el llanto.

-Estará bien. Dijo Mike besando la mejilla de Clara.
No tenía mucho que decirles.

-Ahora debo ir con Megan, ella quiere ver...vernos.

-Nosotros estaremos aquí, cuida a Megan ¿Si?
Clara besó mi mejilla y mientras salían ellos escuchaban la explicación que mi padre tenía para ellos.

Cuando te fuiste Donde viven las historias. Descúbrelo ahora