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9 de Octubre 2018

Seattle
Camila

Nada me detenía ahora, me sorprendía que ella viniera hasta aquí solo por respuestas.

-Me fui por que... me sentía demasiado mal.
Lauren gruñó.
-Me sentía triste todo el tiempo Lauren, necesitaba un espacio para mi, por que tenía miedo y no comprendía que pasaba conmigo, Megan era lo que me mantenía viva y mi padre se aprovechó de todo, me amenazo para que yo las dejará, a cambio no les haría daño, salí de tu casa y estuve meses bajo tratamiento para depresión postparto, no fui tan valiente para volver y mi padre me presionó para que no lo hiciera, incluso me dijo que tu y el se habían comunicado, que tu ya no estabas interesada en que regresara...le creí hasta que tu odio me convenció de que el había mentido siempre...jamás se lo reclamé pero esto me confirma todo.

Lauren se dejó caer en la litera y no me miró.

-No estoy mintiendo, me ha llevado una lucha diaria por vencer mi problema, lo he hecho bien y cuando recién llegue aquí me asusté, pensé que iba a volver a caer, no sabes el esfuerzo que he hecho por mantenerme alejada de ustedes, todo el tiempo pensaba en Megan, de como crecía a diario y yo no estaba para verlo, no he podido hacer mi vida, por que Megan lo es todo, lamento haberme ido cada segundo que respiro.
Limpie las lágrimas de mis ojos y miré a Lauren. No decía nada.
-Pero ahora es diferente, la puedo tener cerca y no pienso alejarme nunca más, aunque eso me haga enfrentarme a ti.
Dije en voz baja.

Bajo mi atenta mirada mordió sus uñas y respiró de forma pesada.
Yo no podía sentir rencor por mi padre eso solo me dañaría más y no quería ser así frente a mi hija.
Lauren sé puso de pie. Yo hice lo mismo justo frente a ella. Tenía que saber que no me alejaría de Megan. Me estudió por un rato y habló.

-Puedes ver a Megan el viernes. Salió de los dormitorios dejándome con el corazón hecho un puño. Listo,había soltado todo y ella no decía nada. ¿Que mierda era todo eso?
Iba a seguirla pero me contuve, tal vez lo mejor entre nosotras era la distancia, iba a ser mejor así, yo solo quería pensar en Megan.

Lauren

Salí del hospital con la cabeza revuelta, quería vomitar, quería tomar aire fresco por un segundo. No quería pensar en ella ahora.
¿Depresión? Por eso se había ido y su padre, ese maldito idiota.
Maldije una y mil veces después de subir a mi auto.

-Soy una jodida idiota. Me di de golpes leves en la cabeza con el volante.
-Si, lo soy.
Todo ese tiempo había creído que ella era una inmadura, una chica interesada, material sin corazón que había abandonado a Megan. Ahora que sabía su parte, me hacía sentirme culpable. La había juzgado de la peor forma.
Pude haberla ayudado yo. Tal vez las cosas serían diferentes.
Yo no la odiaba y ella lo creía.
Pudo haberse matado. Pudo hacer tantas cosas y en cambio actuó solo por el bien de Megan. Se alejó para cuidarla. Que irónico.

Comencé a reírme como una loca. Dios. Había perdido la cabeza. Cuando volví a casa de mis padres, no dije nada. Simplemente tomé a Megan del sofá donde estaba dormida y la acosté sobre la cama de mi antigua habitación. Mis padres respetaron mi silencio.
Me acurruqué con Megan en mi pecho y la observé dormir.
Me dolía el corazón, demasiado, había estado enfermo con tanto rencor por 4 años. ¿Como le iba a explicar que todavía podía amarla?

Hablé con Megan mientras ella dormía.

-Mereces estar con ella también cariño y no haré nada para impedirlo, vas a tener dos mamás como te lo prometí, Camila te ama tanto como yo.
Besé su frente en varias ocasiones y comencé a llorar como una niña pequeña. Justo como lo había dejado de hacer desde esa noche en que la había perdido.
¿Como le iba a pedir perdón a Camila por odiarla tanto tiempo?
Tal vez su corazón ya no era tan grande como antes.

Lo que había dicho mamá antes cayó en mi cabeza. Ella merecía también hacer su vida. Conocer a alguien, es solo que yo no lo iba a resistir.

Tal vez funcionaría para la dos. Yo podía buscar a alguien y tratar de dejarla salir de mi.
No iba a poder.
¿Porque me engañaba?
Anhelaba verla el viernes, quería ver a Megan y a ella juntas. Contándose algo al oído, riéndose de mi, dándose abrazos.
Suspiré profundo y me sentí cansada.

Cuando te fuiste Donde viven las historias. Descúbrelo ahora